Visita nostálgica
Visita nostálgica

La imagen destacada hace referencia a: Blanca, junto al sicomoro. (Foto: J.J. Benítez).

Hace unos años, en un viaje a Israel, visitamos Jericó. Recorrimos la ciudad y los lugares más turísticos, las ruinas de las míticas murallas, el sicomoro donde Nicodemo, el recaudador, habló con Jesús, el mercado, y, ya de regreso a Jerusalén, pasamos por delante de una casa, que no tenía nada de particular.

Vista de Jericó

Vista de Jericó. (Foto: Blanca)

Era como todas las demás, un poco más grande, quizás. Tenía un mástil con una gran bandera de Palestina y había bastantes hombres en la entrada. Intrigada, le pregunté al chófer de quién era la casa y me contestó que era la del presidente Arafat.

Sentí un escalofrío. Me gustaría conocerle, pensé.

No pude, pero, en mi último viaje a Israel con unos amigos, entramos en Jericó.

Y después de la visita turística le pregunté al taxista si nos podía acercar a la casa, que, a pesar de los años transcurridos, nunca había olvidado.

El taxista de Jericó. (Foto: Blanca)

El taxista de Jericó. (Foto: Blanca)

Entrada a las murallas del viejo Jericó. (Foto: Blanca)

Entrada a las murallas del viejo Jericó. (Foto: Blanca)

Y dicho y hecho. Está vez no nos quedamos en la puerta, entramos casi, hasta la cocina.

La casa, nos dijeron, estaba igual que cuando vivía Arafat. Conservaban todo como él lo dejó.

Fueron muy amables. Nos invitaron a entrar. Ahora eran oficinas del gobierno palestino.

Me emocioné cuando entré en una gran sala, presidida con una foto suya. Era allí donde trabajaba con sus colaboradores. Yo ya la había visto en la televisión.

Blanca con la bandera palestina, junto a la mesa que utilizaba Arafat. (Foto: R.M. Paraíso)

Blanca con la bandera palestina, junto a la mesa que utilizaba Arafat. (Foto: R.M. Paraíso)

Sala donde Arafat se reunía con sus ministros. (Foto: R.M. Paraíso)

Sala donde Arafat se reunía con sus ministros. (Foto: R.M. Paraíso)

Pudimos ver su despacho, tocar sus libros y entrar en la habitación donde dormía.

Todo era austero y sobrio. Así me enteré que le gustaban los caballos, tenía cantidad de trofeos y fotos en las estanterías. Y, por supuesto, no faltaba una fotografía de Jerusalén con la Gran Mezquita de Alaksa con la cúpula de oro.

Me sentí muy bien en aquel lugar, puede parecer mentira, pero había paz.

Por desgracia, es lo que le hace falta al pueblo palestino.

Arafat fue un hombre que luchó por hacer un país libre y unido, no lo pudo conseguir. Solo un milagro, quizás, pueda hacerlo.

No lo conocí en persona, pero creo que me llevé un poco de su esencia…

Blanca junto a una foto de Arafat. (Foto: R.M. Paraíso)

Blanca junto a una foto de Arafat. (Foto: R.M. Paraíso)

 

J.J. Benítez

Blanca

En la vida de una persona ocurren, de vez en cuando, algunos hechos, que después de los años, al recordarlos, te hacen sonreír y, en cierto modo, añorar esos días pasados.

Esas anécdotas puntuales son las que me gustaría compartir con vosotros, y si tengo la suerte de haceros sonreír unos segundos, pues perfecto.
Son historias reales y sencillas, pero que han marcado un momento, que recuerdo con cariño. No tienen orden cronológico y van pasando como etapas superadas de mi vida, gracias a mi compañero de viaje y aventuras, en el que confío con todo mi corazón.

Gracias Juanjo.

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