La imagen destacada hace referencia a: AKAKUS, en el desierto de Libia.
Viajar es bonito, es interesante y aprendes muchísimas cosas.
Pero viajar con seis hombres por el desierto, para una mujer, es un poco complicado.
El desierto de Libia es uno de los más áridos y duros. Pasar quince días recorriendo cientos de kilómetros sin tener agua para poder asearte fue lo peor para mí. El agua, en esos lugares, es un tesoro que hay que guardar con muchísimo cuidado.
El equipo de personas con las que viajaba era muy interesante. Nuestro cocinero era un adolescente de Níger, el guía era un tuareg al que llamábamos “submarino amarillo”, debido al color de su turbante, nuestro chofer, un altísimo libio, siempre con una sonrisa en la boca. También nos acompañaba el representante de la agencia (o el del Gobierno libio, creo yo), Juanjo, Iván y yo.
Todos me cuidaban y estaban pendientes de mí, pero había momentos que necesitaba un poco de intimidad. Cuando acampábamos en algún lugar que había dunas, no tenía tantos problemas, Juanjo se ponía de vigía.
Llegamos a Mathendous después de varias horas atravesando un desierto de piedras. Era al atardecer y había que montar rápidamente el campamento y las tiendas, antes de que cayera la noche.
A unos cincuenta metros, vi unos pequeños arbustos y como Juanjo estaba preparando el plan de trabajo para el día siguiente, sin pensármelo dos veces salí corriendo hacia el lugar, ya no podía aguantar más.
Todo estaba tranquilo, solamente escuchaba a lo lejos los ruidos del campamento. Me bajé los pantalones y me coloqué en posición. No creo que pasara ni un minuto, cuando noto en mi espalda un aliento caliente y una respiración profunda. Vuelvo la cabeza y me encuentro cara a cara con un camello o camella. No sé de donde salió, pero yo si salí corriendo con los pantalones por las rodillas y gritando: “socorro, socorro…”
Salieron a mi encuentro y muy avergonzada ya no se me ocurrió volver a ir sin compañía al…“cuarto de baño”.
Puerta del desierto, un baño por favor
Aseo de lujo en el desierto
De izquierda a derecha, el cocinero, el investigador, el submarino amarillo, el libio largo, la esposa en apuros y el guía.
Níger, el cocinero, en plena faena
Blanca y el camello mirón
El «submarino amarillo», con Blanca.
En pleno descenso, en las dunas de Libia
Desierto de piedra. Más de cincuenta grados Celsius al sol