Web jjbenitez.com
Tassili

Imágenes: © Iván Benítez.

Web jjbenitez.com

A la memoria de Jebrine, descubridor del Tassili N´Ajjer.

Web jjbenitez.com

Tassili y Orión

Síntesis de lo publicado en El anillo de plata

Web jjbenitez.com

Meseta de Tassili N´Ajjer.

Verano de 1996. Juanjo Benítez y su esposa disfrutan de unas breves vacaciones en Egipto. Blanca pierde (?) un anillo de oro en las aguas del mar Rojo y Juanjo, al tratar de encontrarlo, descubre uno de plata. Al principio, nadie concede al asunto demasiada importancia. Todo parecía una casualidad. Al regresar a España, el investigador se entera de un caso ovni ocurrido en Los Villares (sur de España) en las mismas fechas que halló el anillo de plata (julio de 1996). El testigo -Dionisio Ávila-, un campesino analfabeto que ignora lo sucedido en la península del Sinaí, manifiesta que el ovni presentaba un extraño «emblema» en la cúpula (I O I). Tres seres aparecen súbitamente junto a la nave y arrojan una «luz» a los pies del asombrado anciano. Al tomar el «lucerillo» en sus manos, Dionisio comprueba atónito que se trata de una pequeña piedra esférica con la superficie grabada por unos no menos enigmáticos signos. Uno de esos grabados es similar al «I O l» del ovni. También el anillo de plata reúne esos misteriosos «palos» y «ceros». ¿Casualidad? Evidentemente, no. J. J. Benítez investiga y averigua que los símbolos en cuestión pertenecen al bereber antiguo, una lengua prácticamente desaparecida que se hablaba y se escribía en el desierto del Sahara. Los científicos exploran la piedra esférica. No hay duda: se trata, en efecto, de signos líbico-bereber (bereber antiguo). En cuanto al anillo, expertos en termovisión descubren unas propiedades «imposibles» para la ciencia. Y algo más: en mayo de 1998, un oficial de la Armada convierte los «palos» y «ceros» (dígitos binarios) al sistema decimal, proporcionando a Juanjo Benítez unas coordenadas dobles. Una de esas coordenadas señala Tassili, en el sur de Argelia. La otra apunta a la constelación de Orión. ¡Increíble! Tassili es uno de los lugares donde se hablan dialectos derivados del bereber antiguo. Orión es la región del cielo de la que, al parecer, procede «Ricky», la supuesta «infiltrada» «no humana». (Para más información, véase mi libro Ricky- B.) Y J. J. Benítez decide viajar al Sahara…

Web jjbenitez.com

Al mostrarles los signos del anillo, los tuaregs asintieron: era parte de su idioma.

Por dónde empezar

Nuevas «señales»

1

Web jjbenitez.com

¿Qué sabía de los «cabezas redondas»? Sólo lo escrito por Henri Lhote.

Durante aquel tiempo (1998 y 1999), lo tuve muy claro: tenía que volar al Tassili. Allí, probablemente, estaba la clave para despejar estas cada vez más irritantes incógnitas.

Pero la situación política en Argelia fue complicándose y mis deseos se vieron frenados una y otra vez. Nadie garantizaba la seguridad de los expedicionarios, y tuve que limitarme a estudiar y esperar. ¿Qué sabía realmente del Tassili argelino? Muy poco. Mis conocimientos giraban en torno a la obra de otro aventurero, el francés Henri Lhote, un hombre que había peinado Argelia en los años treinta y cincuenta del siglo XX y que difundió, a nivel mundial, unas emblemáticas imágenes: los llamados «cabezas redondas» de Jabbaren, en el Tassili. Unas pinturas rupestres, como ya he dicho, altamente «sospechosas» (seres con escafandras y trajes espaciales) y que la intuición vinculaba al enigma de Los Villares, del «lucerillo» y del anillo de plata.

Lhote, en aquel tiempo, no lo niego, era un ídolo. Para mí fue un hombre audaz. Después, al pisar el Tassili, aquella imagen se vendría abajo…

¿Por dónde iniciar la investigación en el Sahara? Sinceramente, no tenía ni idea. Y me dejé guiar por el instinto, solicitando -eso sí- nuevas «señales» a los cielos. A la vista de los obstáculos y de las dificultades para trasladarme a Argelia llegué a pensar, incluso, que las pesquisas debían orientarse en otra dirección. Pero los cielos (?) fueron rotundos: las coordenadas señalaban el Tassili… y la «señal» llegó el 18 de diciembre de 1998 y por partida doble.

A las 13 horas de ese día, Sánchez Viera descubría el fascinante halo blanco que rodea el anillo de plata y que sólo es detectable con la termovisión. Esa misma tarde, mi buen amigo Iker Jíménez Elizari era recibido en el Museo del Hombre, en París, donde comprobó «algo» de especial interés: la escritura bereber aparece también junto a las pinturas rupestres de la meseta tassiliana (!).

Web jjbenitez.com

«¿Qué esconde la gran meseta bajo sus ardientes arenas?»

Web jjbenitez.com

Lhote y su perro, en el Tassili N´Ajjer.

Web jjbenitez.com

El Sahara recibe menos de cien milímetros de agua al año. (En la imagen, vista de Tikobaouina.)

Web jjbenitez.com

El anillo encontrado en el mar Rojo y su misterioso halo blanco.

Pierre Colombel, director del Departamento de Prehistoria, fue el encargado de mostrar este pequeño – gran «detalle» al joven investigador español. Cuando Iker me puso en antecedentes comprendí que iba por el buen camino. Lo que buscaba -no sabía exactamente qué- se hallaba en las ardientes arenas del Sahara, y por allí debía comenzar las indagaciones. La situación, sin embargo, lejos de mejorar, fue empeorando en Argelia. Los asesinatos se registraban prácticamente a diario y Blanca y mis amigos, con buen sentido, trataron de hacerme desistir. No era bueno adentrarse en el corazón de Argelia con aquel sangriento panorama…

Y esperé, sí, pero hasta un punto.

Web jjbenitez.com

El horno sahariano. Hasta 55 grados durante el día y 15 grados bajo cero en la noche.

Primer viaje

Rumbo al infierno

2

Nunca me ha gustado esperar. Aquellos meses, sinceramente, fueron insufribles. Recuerdo que a mi regreso de Mali, tras la no menos apasionante aventura en el país dogon (véase Los señores del agua), tomé la decisión de viajar a Tassili. Y lo haría de inmediato y en solitario. Mejor dicho, en la compañía de mi hijo Iván -vital a la hora de tomar imágenes- y de Javier Lago, buen conocedor del Tassili. Cultura Africana, la agencia para la que trabaja Lago, se responsabilizaría de la infraestructura. Y así fue. El sábado 28 de abril del año 2001, siete días después de nuestra llegada de Barnako (Mali), volábamos rumbo a Argel. Poco importaron los prudentes consejos de mis amigos y los significativos silencios de mi mujer: no podía esperar. Aquellos enigmas me tenían desconcertado. Sabía que el viaje era peligroso, pero también es cierto que confiaba (y confío) ciegamente en la voluntad del buen Dios. Él «sabe». Y nervioso, como si fuera mi primer viaje, dediqué buena parte del vuelo a repasar mapas, libros y anotaciones. Sobre el papel, la investigación no parecía tan difícil. Todo consistía en ascender hasta la meseta del Tassili y explorarla con detalle…

Web jjbenitez.com

Ruta seguida en el primer viaje al Tassili N´Ajjer.

El Sahara y los «tassilis»

• Los «tassilis» son mesetas de arenisca que rodean la región del Hoggar (Ahaggar), en el sur de Argelia. Existen varios «tassilis», aunque el más célebre es el de Ajjer (Tassili N’Ajjer), en el sureste argelino.

• Tassili N’Ajjer o «meseta de los Ajjer» recibe este nombre por los tuaregs del Este. Con las extensiones arenosas periféricas, el Tassili de los Ajjer abarca una superficie de 350.000 kilómetros cuadrados. Dos veces Suiza. La longitud supera los setecientos kilómetros por cincuenta y sesenta de ancho.

• Se encuentra en el corazón del Sahara, el mayor desierto del mundo, con casi diez millones de kilómetros cuadrados.

• El Sahara recibe menos de cien milímetros de agua al año. El Tassili de los Ajjer, por su parte, no supera los treinta milímetros anuales. Se encuentra, por tanto, en una región hiperárida.

• La altitud media del Tassili se sitúa entre los mil doscientos y mil quinientos metros, con una elevación máxima de 2.245 m en el sur (N’Isser).

• Tassili N’Ajjer tiene la forma de un «portaviones», integrado por dos mesetas que se superponen como dos tramos de escalera. La vegetación es casi nula, excepción hecha de un pequeño bosque de cipreses milenarios en Tamrit.

• Las temperaturas máximas pueden alcanzar entre cincuenta y cincuenta y cinco grados centígrados. En verano, la media oscila en 42, y pueden descender en invierno por debajo de cero grados. Las oscilaciones térmicas día -noche son notables (a veces se registran más de cincuenta grados de diferencia).

• En algunas zonas rocosas, los materiales arenosos depositados en el suelo son transportados por el viento a otros parajes de la meseta. Esto produce continuos cambios en las alturas de los suelos, descubriendo y ocultando estaciones pictóricas.

• La meseta del Tassili N ‘Ajjer se encuentra despoblada. Los últimos nómadas la abandonaron en 1975. Las pinturas rupestres demuestran que el lugar estuvo habitado en el Neolítico (hace diez o doce mil años).

• La población más cercana, y de la que parten la mayoría de las expediciones, es Djanet, a escasos veinte kilómetros. -Dispone de aeropuerto y de vuelos regulares con Argel. En esta ciudad se encuentra la oficina de control y vigilancia del Parque Nacional del Tassilí. Es la responsable de los guías. Para acceder al citado Parque Nacional, se precisa el correspondiente permiso oficial.

• No hay posibilidad de acceder a la meseta en 4×4. Las vías de acceso en este sentido son impracticables. Sólo puede subirse a pie o con el auxilio de caballerías. En lo alto de la meseta tampoco hay vehículos. Los desplazamientos son igualmente a pie o en burro o en dromedario.

• A partir de la primavera proliferan las víboras y las serpientes de cascabel, así como los escorpiones. La «cerastes», por ejemplo, puede matar en treinta segundos.

Web jjbenitez.com

Los vehículos no pueden acceder al Tassili N´Ajjer.

Web jjbenitez.com

El Tassili N´Ajjer, al fondo.

Web jjbenitez.com

¿Quién puede imaginarlo? Hace miles de años, el Sahara fue un jardín.

Web jjbenitez.com

Los últimos tuaregs abandonaron la meseta en 1975.

Web jjbenitez.com

Cipreses de Tamrit, la única y heroica vegetación.

Web jjbenitez.com

Tassili N´Ajjer, una plataforma estratégicamente situada.

Web jjbenitez.com

Sahara: inmensa y bella desolación.

Web jjbenitez.com

Tuaregs. Son los únicos que se aventuran en los «tassilis».

Web jjbenitez.com

Tormenta de arena en Djanet.

Web jjbenitez.com

Pequeños y sufridos burros cargan el equipo.

El diario A partir de aquí -dada mi precaria memoria-, echaré mano del correspondiente cuaderno de campo. Éstos fueron algunos de los hechos -no todos- registrados en aquel primer e inolvidable viaje al Tassili argelino, casi en el fin del mundo:

Sábado, 28 de abril de 2001.

Siguen los esfuerzos por localizar a Malika Hachid, arqueóloga, especialista en pinturas rupestres y directora del Parque Nacional del Tassili N’Ajjer. Sus teléfonos en Djanet no contestan. Su libro El Tassili. 50 siglos antes de las Pirámides me ha parecido muy sugerente…

Argel se presenta tranquilo. Prohibido pasear por la ciudad antigua. No sin escolta… Me siento bien, aunque triste. Blanca no me acompaña. Es mejor así. Cena en el hotel L’Aeropuert. Javier se las arregla para conseguir un poco de vino. No empezamos tan mal…

Domingo, 29 de abril.

9.30 horas, El Bardo, en pleno Argel. Gente amabilísima. El museo necesita una buena reforma. Me aclaran que Malika no está en el país. Quizá pueda encontrarla en París. Lo intentaré.

Nada más empezar a pasear por El Bardo me llama la atención una pintura rupestre. Está quebrada e incompleta. Es bellísima. Iván hace fotos. Se trata de un carro al galope. Un carro «egipcio» (!). La leyenda dice: «Tamadjert (Tassili) tres mil quinientos años antes de Cristo» (!). ¿Un carro «egipcio» hace cinco mil quinientos años, cuando Egipto no existía prácticamente? ¿Cómo es posible? El Tassili N’Ajjer se encuentra a tres mil kilómetros del Nilo…

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Pintura depositada en el museo de El Bardo, en Argel.
¿Un carro «egipcio» hace cinco mil quinientos años?

Web jjbenitez.com

Hoggar, al sur de Argelia. Lugar al que llegó la «mujer atlante».

Web jjbenitez.com

Restos de Tin-Hinan.

En un extremo, en una urna de cristal, aparece la célebre Tin-Hinan, la mujer gigante del Sahara. ¡Al fin la veo! Rafael Brancas me habló de este asunto en 1976. Para Brancas, que dirigió varias expediciones al Tassili N’Ajjer en los años setenta, son los restos de una princesa que llegó del oeste y que fue venerada por los tuaregs como una mujer sabia. Para otros. Tin-Hinan sería una «atlante» (?).

Adila Talbi, arqueóloga de El Bardo, responde a mis dudas sobre la mujer gigante del Sahara. Sonríe benevolente y asegura que nadie sabe gran cosa sobre Tin-Hinan. Ni siquiera los antropólogos están en condiciones de afirmar si fue un hombre o una mujer (!). La pelvis, por ejemplo, es muy estrecha para tratarse de una hembra. Los hombros, en cambio, son anchos y poderosos, más propios de un varón. En cuanto al nombre – Tin-Hinan-, es puro «tifinag» (dialecto derivado del líbico-bereber). Significa «la que cojea». Así la llaman todavía los clanes de tuaregs del Sahara. Quizá -aclara Adila- porque le falta un hueso en la rodilla…

¿Altura? Según la leyenda, dos metros. La realidad -a la vista del esqueleto- parece otra: entre 1,75 y 1,80 metros, algo normal entre los tuaregs.

Fue la primera mujer noble -dicen- que llegó a la región de Abalessa, en el Hoggar (sur de Argelia). Allí está su tumba. De allí la trasladaron al museo de El Bardo.

El misterio continúa. Me gustaría inspeccionar esa tumba…

Tamanrasset Dicho y hecho. A las 16.40 horas volamos hacia el suroeste. Próximo destino: Tamanrasset, en el abrupto y desnudo desierto de piedra del Hoggar. Fortísimas medidas de seguridad.

Espectáculo impresionante: decenas de «wadís» o cauces secos se abren paso en silencio entre arenas rojas, amarillas y violetas. Ahí, en alguna parte, muy cerca (?), nos aguarda el enigma del Tassili…

Hotel Tahat, en Tamanrasset (habitación 54). No hay aire acondicionado. Paseamos por la pequeña ciudad.

Web jjbenitez.com

Tin-Hinan: ¿hombre o mujer? La pelvis es demasiado estrecha para ser mujer, dicen los antropólogos.

Lunes, 30 de abril.

A las 8 horas partimos en un 4×4 hacia la tumba de Tin-Hinan, en Abalessa (oeste de Tamanrasset). Javier Lago se queda en la ciudad, gestionando los todoterreno que nos trasladarán por el desierto hasta Djanet.

Estos árabes son desesperantes. Hemos necesitado casi dos horas para localizar al cocinero y cargar los escasos víveres para el almuerzo. Debo hacerme a la idea. Aquí llevan otro ritmo de vida…

Web jjbenitez.com

A la búsqueda de la tumba de Tin-Hinan.

Web jjbenitez.com

Los tuaregs hablan de Tin-Hinan como la mujer que condujo a su pueblo.

Llegada a la tumba a las 10. El calor aprieta. El termómetro marca 30 grados Celsius. Decepción. Las ruinas están descuidadas. Mujeres tuaregs separan el grano de la paja en los alrededores. Nos observan con curiosidad. Altitud: 909 metros. El GPS capta ocho satélites (!). Recorro las ruinas y tomo algunas muestras. Parecen restos del Neolítico…

A las 12 horas, breve parada para el almuerzo bajo una acacia espinosa: ensalada de atún, arroz y aceitunas. Nos comen las moscas. Después, la ceremonia del té.

Web jjbenitez.com

Abalessa, al fondo: aquí fue enterrada Tin-Hinan.

Web jjbenitez.com

La ceremonia del té, sagrada para los tuaregs.

Aprovecho para mostrar los grabados del «Iucerillo» a los tuaregs que nos acompañan. Los examinan con curiosidad. Hablan y discuten entre ellos. Me miran en silencio. Después, al cabo de muchos minutos, se interesan por la historia de la piedra esférica. Me encojo de hombros. Prefiero no contarles nada, de momento. Reconocen algunos signos. Son bereber, tal y como adelantaron los lingüistas. Otros grabados resultan del todo desconocidos. No tienen ni idea.

Web jjbenitez.com

De lo que sí están seguros es del «I O I». Mohamed, el cocinero, dice que significa «conmigo». En ese caso, los nueve «palos y ceros» del anillo deberían ser traducidos como «nueve veces conmigo» (?). No me fío…

A las 14 horas alcanzamos la región de Tit, a treinta kilómetros al noroeste de Abalessa. Primer encuentro con la escritura bereber o líbico-bereber, como prefieran los especialistas. ¡Impresionante! Veo decenas de inscripciones grabadas en las rocas. Los guías no saben traducirlas; son muy antiguas, dicen. De regreso en Tamanrasset, ¡cerveza helada! Converso con Arib Karim, arquitecto y conservador del Parque Nacional del Hoggar. Conoce y ha trabajado en la tumba de Tin-Hinan. Coincide con Adila, la arqueóloga de El Bardo: las dataciones fijan la antigüedad de la tumba en el siglo IV de nuestra era. De la «Atlántida», por tanto, nada de nada…

Dice que, en su origen, la construcción pudo ser un fortín, rehabilitado después como tumba. Se trataría de una obra totalmente bereber. Le muestro la cerámica de origen neolítico que encontré en Abalessa y asiente. Ellos también han hallado restos similares. Y son de la Edad de Piedra, en efecto. Misterio…

Web jjbenitez.com

Región de Tit. Primer encuentro con la escritura bereber.

Web jjbenitez.com

Hamed sólo habla lo imprescindible.

Camino hacia Djanet Martes, 1 de mayo.

6.30 horas, desayuno. Salimos hacia la ciudad de Djanet, al pie del Tassili N’Ajjer. Más o menos, seiscientos kilómetros de desierto. Si todo va bien, tres días de camino.

Hamed ben Abdelkader es el jefe de la expedición. «El preferido de Mahoma» (ésta es la traducción de su nombre) es un experto conocedor del desierto y un tuareg que habla con la mirada. Me fío de él. Conduce nuestro 4×4. El cocinero y el ayudante marchan en el segundo todoterreno.

Iván y yo nos miramos. Creo que sentímos la misma y profunda sensación. Me encanta el desierto y no saber qué nos depara el destino…

El primer campamento será en Assekrem, a ochenta kilómetros.

Disfruto con el paisaje, con los dorados de las dunas y el acero de las rocas. El cielo se cae de tanto azul…

Web jjbenitez.com

El camino seguido hasta Djanet, al pie del Tassili: 600 kilómetros de agustioso desierto.

Web jjbenitez.com

Desierto azul, verde o blanco, según…

Web jjbenitez.com

«El Cuervo», a 76 kilómetros de Tamanrasset.

Web jjbenitez.com

Los tuaregs no saben de fronteras ni países.

Web jjbenitez.com

Esclavos de los tuaregs.

Web jjbenitez.com

Un infierno de piedra y arena.

Hamed habla poco. No hay carreteras ni pistas. Toda su atención se centra en la huella de otros vehículos. A la media hora me duele todo el cuerpo…

Entre las agujas rocosas -dice el guía- habitan gacelas y muflones de cuernos anillados. Está prohibido darles caza, pero ellos -los tuaregs- lo hacen cuando necesitan comer o, sencillamente, cuando les apetece. Esta etnia, en efecto, es muy particular. Se autoproclaman hombres libres. Lamentablemente tienen esclavos…

10 horas. Llegada a la «guelta» Afilal. «Guelta» es árabe, y significa «lugar de agua y vegetación». Agradezco el paseo entre adelfas, juncos y plumeros. El silencio es total, apenas roto por el susurro de unas aguas limpias y tímidas que huyen entre lajas negras y hacia ninguna parte. Hamed me señala el «mula-mula», el pájaro del viajero (cola o pecho blancos), señal de buena suerte. Eso es cierto: todo va bien (de momento).

Ensalada de pasta entre moscas y buen humor. Iván no sabe qué fotografiar: cada centímetro cuadrado de este desierto infernal es una imagen…

Proseguimos entre grandes rocas. El 4×4 salta y se atasca. Hay momentos en que no superamos los cinco kilómetros por hora (!). El calor es sofocante.

Dejamos atrás «El Cuervo», una especie de montaña del diablo. Impresionante. Después, Tighaleli. Algunas mujeres gritan entre los altivos peñascos. Me recuerda el irrintxi vasco. Estamos a 76 kilómetros de Tamanrasset. ¡Ya queda poco!

14.30 horas: alcanzamos, al fin, el refugio de Assekrem, a 2583 metros de altitud. Descansamos en el destartalado lugar hasta las 17.30. Un grupo de franceses y argelinos discute amigablemente sobre el tema bereber. Javier Lago nos anima a subir a la ermita de los padres blancos, a 115 metros por encima del refugio. Se trata de la célebre ermita del padre Foucauld, uno de los primeros investigadores del «tifinag».

Llegada a la cima en doce minutos. Todavía estoy en forma. Tengo que dejar de fumar…

Web jjbenitez.com

El magnífico Hoggar.

Web jjbenitez.com

Refugio de Assekrem, a más de 2.500 metros. Hemos pasado del horno a la nevera.

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Ermita de los padres blancos, en Assekrem. Javier Lago y Juanjo Benítez ojean los volúmenes que integran el diccionario del padre Foucauld. En la imagen inferior, significado «I O I», según Foucauld.

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Amanecer en Assekrem.

Extraño «suceso». Penetro en la ermita y, tras explorar el pequeño lugar, me voy derecho a la minúscula biblioteca. Los libros están al alcance de cualquiera.

Los ojeo. ¡Sorpresa! Allí están los cuatro volúmenes que forman la gran obra de Foucauld, el diccionario francés-tifinag. ¡Y todo a mano! Javier se presenta y le pido que me ayude a buscar el significado de «palo cero palo» (I O I). Sonríe y acepta.

No hay orden alfabético…

A los veinte minutos aparece. Es el tomo Ill, página 1418. Significado: «suyo», «de ellos». Lo que ya sabía…

Lo más increíble es que haya podido localizarlo en tan corto período de tiempo. Sumo las páginas y símbolos de los cuatro libros: dos mil páginas y cuarenta mil símbolos tifinag. ¿Otra «casualidad»? ¿Qué probabilidad matemática hay de hallar dichos símbolos en veinte minutos?

20 horas. Cena en el refugio. Se inicia un intercambio de historias supuestamente fantásticas. Hamed relata una y yo cuento otra. Y así hasta bien entrada la noche. Caemos rendidos.

Para el guía tuareg, los ovnis son «diablos» [djenoum] que viven en el interior de la tierra. Habitan en la montaña del Diablo. Nadie debe molestarles. Él sabe -dice- de personas que han visto a los «demonios» y que han enloquecido. Ni por todo el oro del mundo me acompañaría a esa montaña…

Sonrío para mis adentros. Ya veremos…

Miércoles, 2 de mayo.

Veo amanecer. Espléndido. El desierto de piedra despierta en negro y se despereza en naranja.

7.45 horas: partimos hacia el este. Siguen las gacelas en la distancia, huidizas como el Destino…

Y a la desolación, más desolación. Rocas negras y desnudas. Más allá, Ima-Douassen («los escondidos»), una formación militar que los «djenoum» -dicen los tuaregs- transformaron en rocas.

Web jjbenitez.com

Agujas de lava. Imposible avanzar por la «hamada» de piedra.

Web jjbenitez.com

Soledad y silencio en cientos de kilómetros.

El terreno es un «césped» de agujas y gigantescos bloques volcánicos. Avanzamos a un kilómetro por hora (!). A pesar de la suciedad y el abandono, los Toyotas son fuertes y resistentes…

11 horas. Breve descanso en Iset Karassen, otra «guelta». Mojo la gorra en el agua e intento combatir el calor. Es inútil. El termómetro ronda los 49 grados Celsius. Los labios están agrietados. El polvo y la arena nos visten de pies a cabeza.

Almuerzo en Edif Malen. Casi no pruebo bocado. El calor derrite las piedras. El agua está hirviendo. Me decido a beber del pellejo de cabra que cuelga en el costado del 4×4. El agua tiene el color de la orina pero está relativamente fresca. No está mal. Los tuaregs saben que el movimiento del vehículo mantiene «fría» la piel del animal.

A cuatro kilómetros por hora de media llegamos, al fin, a la aldea de Hirhafok. Estamos a sesenta kilómetros del refugio. ¡Nos quedan más de quinientos cincuenta kilómetros! Los tuaregs se reabastecen de agua (dos bidones).

El breve respiro sirve también para refrescarnos.

16.30 horas: Idelés, en plena «hamada» o desierto de piedra. La soledad y el silencio son aterradores. Ni un árbol, ni una sola planta. Sólo ese sol tenaz e implacable… Los guías conversan con los tuaregs de la aldea. Hamed, casi impenetrable, se limita a asentir con la cabeza. Entiendo que todo está bien. No hace mucho, en estos mismos parajes, fueron asaltados algunos turistas. Son bandidos profesionales. Por cierto, ¿vamos armados? Lo ignoro. Pero ¿qué importa eso? La aventura es la aventura…

17 horas. Hamed se desvía de la ruta. Nos muestra una primera tumba preislámica. Se trata de un gigantesco círculo fabricado con piedras negras. Tomo mediciones. En el centro se amontonan cientos de rocas formando una especie de «cúpula». ¿Por qué esta extraña forma? Los guías aseguran que hay miles en los desiertos de Libia y Argelia.

18.30 horas. Hamed y Mohamed han localizado una gacela. La persiguen con los vehículos. El asustado antílope se pierde a grandes saltos por un horizonte pedregoso. El guía golpea el volante con las manos. «Esta noche -murmura- no cenaremos gacela…»

19 horas. Acampamos en una duna. El guía se cerciora. Observa el cielo y la dirección del viento. Siguiente paso: recoger leña. Una tarea nada fácil; el desierto está pelado.

Hemos avanzado cien kilómetros, según mis cálculos. Hamed me corrige: han sido ciento veinte.

El ayudante del cocinero ha olvidado las tiendas (!). Tendremos que dormir al raso. En el fondo -muy en el fondo- lo agradezco. El firmamento es un lujo.

Web jjbenitez.com

Extraños círculos con una cúpula en el centro.

Cena y tertulia. Los tuaregs cuentan una historia. Yo cumplo con otra. Hamed habla de un hombre que marchaba a camello. Se hallaba a cincuenta kilómetros de su destino cuando, de pronto, se le apareció un «djenoum». Lo invitó a montar y, al poco, en un abrir y cerrar de ojos, hombre y camello se encontraban en su pueblo. El «djenoum» había desaparecido. ¡Recorrieron cincuenta kilómetros en segundos!

Los tuaregs creen en estas historias.

Creen en los «diablos» o «djenoum». Yo también, aunque lo interpreto de otra manera…

A las 3 de la madrugada se oculta la luna. Duermo a ratos. El suelo no es arena: es hierro…

Jueves, 3 de mayo.

Amanece a las 5.30 horas. Me duele todo el cuerpo. Debo acostumbrarme. Nos esperan muchos días en el desierto…

A las 7 horas salimos hacia Djanet. El paisaje cambia. El desierto deja atrás las piedras y se decide por los arenales. Los 4×4 vuelan. Hamed disfruta con la velocidad.

Web jjbenitez.com

Rumbo a Djanet.

Web jjbenitez.com

Entre Libia y Argelia suman miles de tumbas circulares.

Nuevas tumbas circulares. Algunas de doble anillo y todas con la «cúpula» negra en el centro. Me recuerdan imágenes de ovnis.

El cielo sigue azul y transparente.

A las 12 horas, concluido el almuerzo, ocurre «algo» extraño. Por fortuna, lo vemos todos: en mitad del cielo aparecen unas «nubes». Son las únicas y forman unas increíbles y familiares figuras. Algo así: I O [ O ↑.

No puedo creerlo. Pregunto al resto.

Todos asienten. Todos lo han visto. ¿La estela de un avión? La idea es rechazada. ¿Dónde está el avión?

Los tuaregs no se ponen de acuerdo en la posible traducción de estos, signos. Evidentemente parecen bereber o «tifinag». Pero ¿quién los ha dibujado en pleno cielo del desierto argelino? ¿Qué significan?

Los tuaregs coinciden: una parte de los «símbolos» se traduce por Orión. La flecha señala exactamente el este. Es decir, hacia Orión. No entiendo nada…

A las 17.30 horas, los 4×4 desembocan finalmente en el wadi Tanar, la carretera asfaltada. Y al fondo, los «tassilis»: el «Nueva York» del Paleolítico. Nos encontramos a ciento diez kilómetros de nuestro destino: Djanet. Estamos agotados. Casi no hablamos. Mis pensamientos siguen fijos en esas increíbles «nubes».

Web jjbenitez.com

Wadi Tanar. Al fin una carretera asfaltada. Al fondo, el Tassili N´Ajjer.

Tenemos que parar. El sol del atardecer ha encendido las columnas de piedra que rematan los «tassilis». El azul se duerme y se vuelve violeta. El rojo va resbalando por peñascos y mesetas y termina refugiándose en el regazo de la carretera. Después, el negro se tambalea y cae sobre todos nosotros.

El buen Dios hace bien las cosas…

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Al fin, el Tassili N´Ajjer.

Una historia alterada

Los grandes olvidados

3

Viernes, 4 de mayo.

Pésima noche, a pesar del agotamiento.

El hotel es de espanto. Imposible comunicar con Blanca. No sabe si estamos vivos o muertos. Los mosquitos gobiernan. No hay aire acondicionado. El termómetro señala treinta grados a las 3 horas de la madrugada. Termino con la última naranja que me queda. Ducha cada media hora. Para colmo, un equipo de fútbol comparte el pasillo en esta planta. Sueño con algo frío…

Amanece a las 6 horas. Mientras los tuaregs se ocupan de la infraestructura para la inminente ascensión al Tassili N’Ajjer, prevista para mañana, Lago nos conduce a la región de Dider y Tikobaouina.

Quiero examinar algunos grabados en piedra y otras tumbas circulares. Djanet -la puerta del Tassili- es una ciudad típica del desierto: casas de adobe, calles estrechas y sucias y gente curiosa y afable. Mercado al aire libre. Vehículos todoterreno y ardientes dunas abrazando el puñado de casas. Por aquí pasan todas las expediciones que pretenden visitar la meseta. Aquí están los guías autorizados y los almacenes donde contratar víveres, material y caballerías. Es la población más próxima al Tassili: veinte kilómetros. En lo alto del Ajjer no hay 4×4; sólo burros y camellos. Los desplazamientos -necesariamente- son a pie o en animales.

Presiento que el Tassili es duro; mucho más que el Hoggar. Sin embargo, ardo en deseos de llegar a lo alto e investigar hasta el último rincón. Paciencia.

El viaje hasta Dider -a ciento ochenta kilómetros de Djanet- es un paseo. Carretera asfaltada y viento en calma.

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Djanet, un oasis al pie del Tassili N´Ajjer. Por esta ciudad pasan cuantos desean subir a la meseta.

A las 11.15 horas dejamos atrás la calzada y nos adentramos en los arenales.

11.40 horas. Primeros grabados en las rocas. Espectaculares. En especial, la llamada «gacela dormida» y los «pies humanos». Contemplamos rinocerontes, jirafas, elefantes, vacas y antílopes. Señal de que el Sahara fue un lugar fértil. Estos grabados pueden tener más de diez mil años. Y junto a los «pies», escritura bereber. Otro de los grabados resulta también intrigante: un hombre (?) con larga cola (idéntico a lo narrado por los dogon, en Mali).

Curiosa coincidencia…

Llama la atención el pulido de los surcos. ¿Cómo lo lograron?

En el almuerzo, Hamed anuncia que no subirá al Tassili. A pesar de su noble planta teme a los «djenoum». Habla en serio.

Web jjbenitez.com

Dider: la gacela dormida.

Web jjbenitez.com

Moneda argelina, con la imagen de la gacela de Dider.

Web jjbenitez.com

Surcos impecables trabajados hace más de diez mil años.

Web jjbenitez.com

La oscura pátina revela una gran antigüedad.

Las nuevas tumbas, en Tikobaouina, son espectaculares. Algunas alcanzan treinta y cincuenta metros de diámetro. Son idénticas a las fotografías del ovni de Barra de Tijuca, en Brasil (1952).

19 horas. Nos sorprende una súbita tormenta de arena. Hamed, frío y sereno, le hace frente. La geografía se difumina. Los caminos desaparecen. Hamed, acosado por la cortina de tierra, se ve obligado a detener el 4×4. Hace semanas, dos tuaregs murieron en este mismo lugar a causa, justamente, de una tormenta. Se bebieron hasta el aceite del coche… Pero Dios es misericordioso -dice el tuareg- y la tormenta pasa. Buen susto.

Web jjbenitez.com

Tumba circular en el desierto de Tikobaouina.

22 horas. Tras la cena me refugio en la habitación y repaso los detalles de la próxima subida al Tassili N’Ajjer. He logrado hablar con Blanca; está preocupada. Le quito hierro al asunto. Me centro en las pinturas rupestres. Ése es mi gran objetivo. Y escribo: la mayor parte de los estudiosos del Tassili cometemos un grave error cuando hacemos referencia al descubrimiento de sus pinturas. Todos consideramos que fue Henri Lhote, el francés, quien las encontró y las dio a conocer. En realidad fue el militar y explorador Fernand Foureau quien, entre 1892 y 1893, recibió las primeras informaciones sobre las pinturas y los grabados existentes en la gran meseta y sus alrededores. Foureau, que intentaba atravesar la región de Ajjer para alcanzar la zona de Nr, oye de uno de los guías tuareg el relato de una increíble colección de grabados existente en el wadi Djerat, al norte de Djanet. Pero los tuaregs le prohibieron el acceso a dicho cauce seco y Foureau, en 1894, se limitó a dejar constancia: «Me dicen -escribió- que en el Alto Tassili, cerca de Mihero, existen grandes esculturas en roca, muy curiosas, y que no han sido señaladas todavía por ningún europeo.»

Web jjbenitez.com

Extraños círculos, grabados a cientos en el desierto. ¿Qué vieron los antiguos habitantes del Sahara?

Web jjbenitez.com

Ovni fotografiado en Brasil, idéntico a la forma de las tumbas saharianas. ¿Casualidad?

Web jjbenitez.com

Europa no supo del Tassili N´Ajjer y de su gran secreto hasta el siglo XX.

El descubridor En honor a la verdad, fue el capitán Cortier quien descubrió la primera pintura del Tassili N’Ajjer. Corría el año 1909. El hallazgo tuvo lugar en el wadi Assouf Mellen, muy próximo a Illizi, en el norte. Pero la pintura en cuestión -un buey que Cortier confunde con un bisonte- pasó casi desapercibida. En 1914, otro militar, Gardel, alcanzó a ver las de Ezzan. Y en 1927 y 1928, Killian descubrió las estaciones pictóricas de Tin Ekaham, Amayas e In Debigheno A partir de esas fechas, las diferentes misiones militares francesas en el Sahara van reseñando otros hallazgos que, poco a poco, despiertan el interés de la comunidad científica europea. Y es en 1933 cuando se lleva a cabo uno de los más importantes descubrimientos. El coronel Brenans, destacado en Port Polignac, perteneciente al cuerpo de «meharistas» o camelleros, se refugia del calor en un abrigo rocoso y se lleva el susto de su vida: allí, frente a él, aparece la figura de un rinoceronte, perfectamente grabado en la pared. Son los alrededores de la meseta del Fadnoum, en el Djerat. Brenans queda desconcertado. En ambas orillas del wadi, y a lo largo de treinta kilómetros, el coronel va contemplando miles de grabados en piedra. Toda una representación de la fauna subtropical: jirafas de hasta ocho metros de altura, elefantes, cocodrilos, rinocerontes e hipopótamos. Algo aparentemente incomprensible en un desierto. Brenans dibuja lo que ve y se lo muestra a Maurice Reygasse, conservador del museo de El Bardo. Todos quedan maravillados. Y a partir de esos momentos, una legión de arqueólogos, geógrafos e historiadores se dirigen al Tassili. En 1935, Reygasse visita el wadi Djerat. Lo acompañan el pintor Rigal y un naturalista, interesado por las migraciones de los saltamontes: Henri Lhote. Y ambos quedan igualmente fascinados. Brenans sigue explorando el Tassili y en 1938 conduce a Lhote hasta lo alto de la meseta. Allí le muestra las formidables pinturas de Jabbaren, entre otras. Es el primer encuentro de Lhote con el llamado «gran dios marciano». Y es justamente Brénans quien, en el transcurso de esa década de los años treinta, elabora un voluminoso informe sobre la «Sixtina de la Edad de Piedra». El estudio llega al Museo del Hombre, en París, y los responsables de dicho museo recomiendan a Brenans que contacte con el eminente especialista en pinturas rupestres: el abate Breuil.

Web jjbenitez.com

¿Rinocerontes y vacas en el desierto? La sorpresa de los franceses, descubridores de los grabados, fue total.

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Matkhendus, en Libia. Animales que nadie identifica.

Web jjbenitez.com

«Gran dios marciano» (Jabbaren).

Web jjbenitez.com

Pero la segunda guerra mundial paraliza la publicación de las imágenes saharianas contenidas en el trabajo de Brenans. El gran tesoro del Tassili quedará «congelado» hasta 1952. En ese año, Breuil y Lhote presentan un ambicioso proyecto de exploración e investigación en el Congreso de Prehistoria celebrado en Argelia. Y el mundo científico, al fin, toma cartas en el asunto. El abate, demasiado viejo para escalar la meseta del Ajjer, delega en Henri Lhote.

Pero antes de que el francés emprenda sus famosas expediciones al Tassili, una mujer se adelanta y realiza unas fotografías y unas acuarelas que reproducen decenas de pinturas. Se trata de Yolanda Tschudim, etnóloga suiza que trabaja para el museo de Neuchátel. Corren los años 1950 y 1951. Yolanda explora las regiones de Assakao, Meddak, Tachekelaout, Bendery Mouli, y pinta y fotografía muchas de las célebres pinturas y grabados. Lhote conoce la gran labor de la suiza, pero la ignora olímpicamente. Así se escribe la historia…

Jebrine, el gran olvidado En 1956 y 1957, financiado por el Museo del Hombre, el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS), el Instituto de Investigaciones Saharianas (IRS) y con el apoyo del gobernador general de Argelia, Henri Lhote dirige dos expediciones al corazón de la meseta de Ios Ajjer. Su objetivo es claro: sacar copias de las pinturas por el sistema de la aguada.

Web jjbenitez.com

Abate Breuil, gran impulsor de la investigación en el Tassili N´Ajjer y protector de H. Lhote. (Cortesía del Museo del Hombre de París.)

Web jjbenitez.com

Para alcanzar las diferentes estaciones pictóricas es preciso caminar entre tres y cinco horas diarias. En la imagen inferior, campamento en Sefar.

Web jjbenitez.com

En 1956, con la ayuda de pintores y de un fotógrafo, Lhote permanece ocho meses en el Tassili N’Ajjer, calcando cuatrocientos frescos. Al año siguiente, la labor se prolonga durante otros quince meses. En ese desierto, y en esa época, todo un récord de supervivencia…

Las copias son expuestas en primer lugar en Argel (1957) y, posteriormente (principios de 1958), en el Pabellón de Marsan, en París. Se trata de la primera divulgación -a escala internacional- de los frescos de la formidable «capilla Sixtina del Neolitico».

En 1961 vio la luz uno de los libros que hizo célebre a Lhote Hacia los descubrimientos de los frescos del Tassili. Y, una vez más, la gloria se la llevarían Brenans y Lhote, olvidando a los auténticos descubridores de este tesoro: los argelinos. Y entre éstos, uno en especial: Jebrine ag Mohamed, el guía tuareg que llevó de la mano a los exploradores franceses; un hombre injustamente ignorado.

Web jjbenitez.com

Jebrine, el auténtico descubridor de los frescos del Tassili N´Ajjer.

(En mi segundo viaje al Tassili N’Ajjer tendría la fortuna de conocer a Barka Ayoub, nieto o sobrino-nieto (según versiones) de Jebrine, otro tuareg que ha heredado la sabiduría y prudencia del mítico y prestigioso guía. Con él mantuve largas conversaciones y, gracias a él, supe de la importancia de su abuelo. Estas líneas están dedicadas a la memoria de aquel gigante pelirrojo, fallecido en abril de 1981. ¡Ojalá lo hubiera conocido!

Jebrine, nacido en 1890 o 1892, pertenecía a la familia o clan de los Idjeradjeriouène Kel Maddak, tuaregs nómadas que habitaban la gran meseta. Allí vivió toda su vida. Conocía los setecientos kilómetros del Tassili con una exactitud matemática. Sabía de pinturas, fauna, flora y geología. Jebrine fue el guía de las misiones científicas organizadas entre 1949 y 1952 por la Universidad de Argel. Era siempre la primera referencia para militares, científicos, exploradores y turistas. Enfermo de reuma, casi tullido, no perdió jamás el coraje y la prestancia, y resultó vital, sobre todo, en las expediciones de Lhote. Jebrine fue señalando -uno tras otro- todos los frescos calcados por Lhote. Pero la gloria, como siempre, se la llevaron otros).

Web jjbenitez.com

Barka (a la izquierda), guía de J.J. Benítez.

El gran momento Sábado, 5 de mayo. ¡Aquí no funcionan ni los relojes! Nos despiertan a las 4 de la madrugada (una hora antes de lo establecido). ¡Empezamos bien!

Según los tuaregs, todo está bajo control.

No me fío y reviso el cargamento. Falta la mitad de lo pactado. Era de esperar… llegamos a la base del Tassili con las primeras luces del alba. ¿Cuál es la palabra exacta? ¿Monumental? ¿Desafiante? Las inmensas rocas se alzan como rascacielos. Son guardianes dormidos, de momento. El amanecer los viste de oro y plata. Y al punto, un sol con prisas pone en marcha a los «gigantes». El Tassili se mueve…

Web jjbenitez.com

Base del Tassili N´Ajjer, al amanecer.

Escribo nervioso. Todo está dispuesto. Ha llegado el gran momento. ¿Qué me espera en lo alto de la meseta? El objetivo, supongo, se encuentra ahí arriba, a cosa de mil ochocientos metros, en la calcinada región de Jabbaren. Allí me aguarda la primera exploración. El examen, insitu y directo (!), de unas pinturas que han dado la vuelta al mundo y que son conocidas entre los arqueólogos como «los cabezas redondas». Unas enigmáticas figuras de entre nueve y diez mil años. Quizá más…

6.15 horas. Javier Lago da las órdenes. Iniciamos el ascenso. Iván carga una mochila con cuarenta kilos. Me preocupa.

El relativo frescor del amanecer ayuda, pero es pura ilusión. Al cabo de cinco minutos empezamos a sudar. El termómetro sube como un cohete, tan de prisa como ese sol sin piedad. Respiro a fondo. Soy el más viejo, pero no el más débil. ¡Voy a llegar!

Lago establece una breve parada cada diez minutos. Se agradece. El terreno es pura piedra. No hay sendero. Al mirar hacia arriba me desmorono mentalmente. Pueden ser quinientos o seiscientos metros pero, a mí, se me antojan quinientos kilómetros…

¡Ánimo!, me digo. E intento distraer la mente con las grandes preguntas de esta aventura: ¿qué clase de conexión existe entre los «cabezas redondas» y el suceso de Los Villares, en el sur de España? ¿Por qué los «palos y ceros» del anillo de plata me han conducido hasta este lugar?

¿Fueron los «cabezas redondas» (desde ahora los llamaré «CR») tripulantes de Orión? ¿Son los mismos seres que vio Dionisio Ávila en 1996? ¿Astronautas en la Edad de Piedra? Y si fue así, ¿con qué objetivo?

7.35 horas. Nuevo alto en el camino. Es agotador. Aquí también nos comen las moscas. Iván y yo cruzamos frecuentes miradas. «Todo bien», respondemos. Pase lo que pase, jamás olvidaremos esta aventura…

Hay que avanzar con cuidado. Un mal paso y podemos rodar hasta el fondo del barranco. Trato de beber lo menos posible. Iván y Javier tiran con fuerza. En Iván lo entiendo. No fuma. Javier, en cambio, fuma tanto como yo…

Nuevo descanso. El corazón protesta. Debe golpear a ciento cincuenta o ciento sesenta pulsaciones. Javier Lago se reúne conmigo. Iván nos deja atrás. Me invade un extraño sudor frío. No puedo evitarlo y vomito. ¿Un corte de digestión?

Web jjbenitez.com

Medio kilómetro de dura ascensión.

Proseguimos. Los últimos metros… 8.15 horas. Coronamos el desfiladero y se abre ante nosotros la inmensa planicie, el Tassili de Ios Ajjer, ¡ El gran Tassili!

Allí espera Ahmed Zinne, el joven guarda fijado por el Parque Nacional. Un muchacho gentil y preparado.

La brisa va relajándome. Trato de identificar la región de Jabbaren. El guía sonríe y niega con la cabeza: Jabbaren está a una hora de camino.

Tomo notas. Tiempo total de ascensión: una hora y treinta minutos (hay que añadir tres paradas de diez minutos cada una). No está mal. Han sido 532 metros de subida. ¡Tengo que dejar el maldito tabaco! Sí, pero ¿cuándo?

La meseta es azul y cobriza, según las horas. Es un infierno de piedra, prácticamente estéril y cuarteado por las oscilaciones térmicas. Ahora (8.30 horas), el termómetro está provisionalmente detenido en 37 grados Celsius.

Dibujo lo que veo. El Tassili es un formidable «portaviones» de casi ochocientos kilómetros de longitud por otros cincuenta o sesenta de ancho. Una región como la mitad de Andalucía y repleta de pinturas rupestres; según los expertos, más de cincuenta mil. Debo hacerme a la idea de que sólo podré ver unas pocas, al menos en este primer viaje. Centraré mis esfuerzos en Jabbaren, de momento. Después le tocará el turno -eso espero- a las regiones de Tamrit y Sefar, también en el Tassili N’Ajjer. La curiosidad me consume…

Web jjbenitez.com

Algunas de las principales estaciones pictóricas del Tassili N´Ajjer, en Argelia.

Web jjbenitez.com

La plataforma del N´Ajjer, a 1.800 metros. No es posible describir tanta desolación.

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Cabeza redonda». Imagen nunca publicada. La unión del casco con el traje es elocuente. Antigüedad aproximada: nueve mil años.

Los gigantes

Hace diez mil años…

4

9.30 horas. Tras una hora de marcha encontramos a los «cabezas redondas» (CR).
Ahora comprendo por qué Jabbaren significa «los gigantes». Aparecen en abrigos rocosos. Estamos a 1786 metros. Iván toma coordenadas con el GPS.

Silencio. Absoluta soledad. El guía señala con la mano. En su mirada descubro un justificado orgullo. «Los cabezas redondas», anuncia. No sé hacia dónde mirar.
Debo serenarme. Me dejo caer sobre la piedra del desierto. Estoy feliz y perplejo. Es mucho más de lo que había supuesto…

La palabra, de nuevo, debe ponerse a disposición de la imagen. Cruzo otra mirada con Iván. Mi hijo asiente. Es todo suyo…

«Astronautas» en la Edad de Piedra Olvidaré, momentáneamente, el cuaderno de campo e intentaré ordenar las ideas. Tiempo habrá -supongo- de regresar a los «Cuadernos casi secretos».

Vayamos por partes…

Lhote se quedó corto. Así lo verificaría en esta y en las siguientes ascensiones al Tassili N’Ajjer. Lo que el francés acertó a difundir (un centenar de imágenes) fue una mínima parte de lo que contiene este formidable «santuario» de la prehistoria humana. Sólo en Jabbaren se han contabilizado más de cinco mil pinturas (!).

Lhote -hay que comprenderlo- no era investigador del fenómeno ovni. Por eso «olvidó» infinidad de figuras que, sencillamente, no cuadraban en sus conceptos. Unas imágenes que yo sí ofrezco en rigurosa primicia.

Fueron muchas horas frente a las pinturas de los «CR» en los abrigos rocosos de Jabbaren. Muchas horas de observación, mediciones, tomas de fotos y, sobre todo, de reflexión. Y las conclusiones llegaron nítidas. Todo cuanto había sospechado años atrás, a la vista de las imágenes publicadas por Henri Lhote, se vio confirmado, con creces. Después de treinta años en la investigación de los «no identificados» no puedo ni debo escudarme en rodeos, tapujos o paños calientes. Me gusta ser claro: «aquello» que tenía a la vista eran «astronautas». Seres «no humanos» que, evidentemente, precisaban de escafandras para desenvolverse en nuestra atmósfera. Individuos llegados a la tierra -al Tassili- hace nueve o diez mil años. Quién sabe si más…

Web jjbenitez.com

Jabbaren. Decenas de «cabezas redondas». ¡Seres con trajes y escafandras en plena Edad de Piedra! En la imagen inferior, animales desconocidos y objetos en movimiento (Tan-Zoumaitak).

Web jjbenitez.com

Cualquier observador mínimamente informado y con la mente abierta pensará de inmediato en esta posibilidad. Y hubo un «detalle» que ratificó mi teoría y que quiero exponer antes de profundizar en el análisis de los «CR»; un «detalle» de especial importancia que ayuda a comprender lo que pudo ocurrir en esta meseta en la noche de los tiempos. Yo le llamo el problema de la «fidelidad». Al examinar las escenas de caza, las pinturas domésticas y, sobre todo, las representaciones de los animales, es fácil percatarse de algo asombroso: aquellos artistas no inventaron ni se dejaron llevar por la imaginación. Sus obras son rigurosas y casi perfectas. Manos, pies, tocados, vestimentas, arcos, pezuñas, arreos, colores, luchas entre jirafas, elefantes en celo, pastores con vacas o el lavado del cabello en las mujeres son impecables. No descuidaron un solo detalle.

Web jjbenitez.com

Perros a la caza.

Web jjbenitez.com

Guerrero con casco. El artista fue extraordinariamente fiel a la realidad.

Web jjbenitez.com

Pintaron lo que vieron.

Web jjbenitez.com

El análisis de las punturas más antiguas nos remonta al final de la última glaciación.

Web jjbenitez.com

Los animales fueron dibujados con especial detalle.

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

¿Imaginación o realidad? ¿Por qué seres de pequeñas y grandes cabezas?

Web jjbenitez.com

El artista dibujó, incluso, las pestañas de las vacas (Jabbaren). En la imagen inferior, un agricultor con tocado «egipcio».

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

El problema de la «fidelidad» resulta clave a la hora de comprender los «cabezas redondas.»

Web jjbenitez.com

Ubres de jirafa, pintadas al detalle (Sefar Negro).

Web jjbenitez.com

¿Cómo explicar la perfección de estas vestimentas hace nueve mil o diez mil años?

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Otra sorpresa en el wadi Aramet: perfil «egipcio» mucho antes de que existiera Egipto.

Web jjbenitez.com

Si los caballos entraron en el norte de África con los hicsos (hace tres mil setecientos años), ¿qué significan estos carros, puntados mucho antes?

Web jjbenitez.com

Todo está pintado o grabado con una fidelidad exquisita. En otras palabras: los hombres de la Edad de Piedra pintaron lo que vieron y lo que tenían habitualmente a su alrededor.

Pues bien, si esto, aparentemente, fue así, ¿qué debemos pensar de esas otras pinturas que la arqueología atribuye a la imaginación de los artistas prehistóricos? ¿Figuras antropomorfas? ¿Máscaras? ¿Delirios? ¿Pintores bajo los efectos de las drogas? ¿Dioses? ¿Humanos sometidos o esclavizados por esos «dioses»? ¿Magia para favorecer y propiciar la caza? ¿Estructuralismo y psicoanálisis? Así lo defendieron Leroy Gourham y Max Raphael en los años sesenta. Según estos «expertos», las pinturas rupestres transmitían «valores masculinos y femeninos» de los que, por supuesto, los artistas no eran conscientes…

¿Estamos ante una «guía» iniciática, como apuntan otros especialistas? ¿Fueron los pintores del Neolítico unos chamanes o brujos que explicaban así el «todo», como defiende Bosisnski, el número uno de Europa en el mundo prehistórico?

Las explicaciones oficiales, en efecto, no convencen. La solución a esas desconcertantes pinturas -para mí- está íntimamente vinculada a la «fidelidad». Los hombres de la Edad de Piedra pintaron individuos gigantescos, con cascos, antenas, trajes hinchados, guantes y botas porque, sencillamente, así lo vieron. Se limitaron a copiar lo que tenían a la vista, como hicieron con los rebaños o con sus compañeros de clan. Otra cuestión es que la ciencia no admita la realidad de seres «no humanos» en la tierra y, mucho menos, en la antigüedad. Sin embargo, el hecho de negar algo, que ni siquiera se ha investigado, no significa que ese «algo» no exista. Quizá algún día, cuando la universidad tome el relevo en la investigación ovni, cambien de opinión…

Algunos «detalles» «Astronautas», sí, lo ratifico. Lo manifiesto sin la menor sombra de duda. Examinemos por qué considero que hace miles de años descendieron en el Tassili N’Ajjer unos seres que no pertenecían a la raza humana.

Web jjbenitez.com

¿Por qué gigantes de cuatro dedos?

Web jjbenitez.com

Rebaño y aldea: fidelidad total.

Los conté una y otra vez. No había duda: aquella pintura, aquel «CR», disponía de cuatro dedos (sin pulgares) en cada mano. En los paneles próximos, en las pinturas que muestran escenas domésticas, de pastoreo o de caza, los artistas siempre pintaron a hombres y mujeres con cinco dedos.

¿Por qué este gigante sólo presenta cuatro ? ¿Y por qué con un casco y con el cierre del traje en las muñecas perfectamente marcado? ¿Qué quiso transmitir el artista? ¿Magia? ¿Invitación a la caza?

Web jjbenitez.com

Una de las pinturas más antiguas. Traje hinchado en el que se observan las arrugas existentes en el cuello. ¿Cuándo nació el concepto «arruga»?

¿Y qué decir de las arrugas en los trajes de los «CR»? En muchas de estas pinturas han sido trazadas con minuciosa exactitud: en el pecho, en el cuello y a la altura de brazos y rodillas. Y me pregunto: ¿cuándo surge el concepto «arruga»? ¿En el Tassili Neolítico? ¿Hace diez mil años?

Web jjbenitez.com

La no aceptación de la realidad extraterrestre ha llevado a la ciencia a las explicaciones más absurdas.

Web jjbenitez.com

Cascos y trajes hinchados. Para los antropólogos sólo son máscaras y adornos ceremoniales.

Web jjbenitez.com

En otras pinturas de la época, incluso posteriores, la mayor parte de los humanos aparecen desnudos o casi desnudos. y si las modestas arrugas llamaron la atención de los naturales, ¿qué pensar de los trajes de una sola pieza? En los «cabezas redondas» se repiten constantemente. Llegué a sumar más de cien pinturas similares. Y de nuevo el gran interrogante: si consideramos que los habitantes del Tassili no conocían este tipo de vestimenta hace nueve o diez mil años, ¿a qué conclusión podemos llegar? Muy simple: pintaron lo que vieron. Es decir, seres desconocidos que descendieron en la gran meseta y que lucían unas no menos asombrosas vestiduras. Un «ropaje» de una sola pieza, con otro «detalle» no menos difícil de explicar: la unión del casco con el resto de la indumentaria. En muchas de las pinturas resulta elocuente. El artista de turno se molestó en dibujarlo con milimétrica exactitud. ¿Fue víctima de los alucinógenos, como pretenden otros «expertos»? ¿«Transportaron» las drogas al futuro a los pintores del Tassili N’Ajjer? ¿«Vieron» a los astronautas del proyecto Apolo en sus aventuras lunares? Evidentemente, no. Los artistas, insisto, pintaron lo que tuvieron ante sus asombrados ojos.

Web jjbenitez.com

Para otros «expertos», las pinturas del Tassili N´Ajjer son el resultado del viaje al futuro, por alucinógenos, de los hombres del Neolítico. Sin comentarios…

Web jjbenitez.com

Traje de una sola pieza y sin cabeza (Sefar Blanco). ¿Por qué sin cabeza?

Y si no inventaron, ¿cómo explicar los enigmáticos dibujos que adornan las «escafandras»? ¿Se trata de ojos? ¿Y por qué unos más altos que los otros?

«Cabezas redondas». He aquí otro concepto que merece la pena analizar. Cuando surge -a principios del siglo XX-, la humanidad no tiene conciencia de la llamada «carrera espacial». Eso llegaría cincuenta años después. Y sin embargo, aciertan: los «gigantes» de Jabbaren son distintos del resto de los personajes que aparece en las pinturas. Son gigantescos, sí, y con las cabezas redondas. Los únicos entre cincuenta mil pinturas (!). ¡Qué extraño! ¿Por qué no se repiten en otras estaciones pictóricas? Para mí, como investigador, está claro: esos «astronautas» sólo se vieron en esa meseta. Y allí los dibujaron. Para los primeros exploradores y científicos que los contemplaron, la idea de seres «no humanos» en la antigüedad hacía chirriar las mentes. Hoy, en cambio, no resulta tan inverosímil. Al menos para los medianamente informados. Estas pinturas nos transportan de inmediato a lo que entendemos como cosmonautas. Los cascos, esféricos o cilíndricos, son casi idénticos a los utilizados por rusos o norteamericanos. Y también los apéndices que muestran sobre dichas escafandras podrían ser interpretados en la actualidad como antenas o sistemas de comunicación; algo común en una civilización lo suficientemente avanzada como para llegar a la Tierra desde el espacio exterior. Sistemas de comunicación entre los exploradores y quizá entre los astronautas y las naves.

Web jjbenitez.com

De nuevo, grandes cráneos. ¿Hace diez mil años?

Web jjbenitez.com

Misterioso objeto (¿antenas?) sobre la escafandra de uno de los seres.

Web jjbenitez.com

Cuando se descubrieron los «cabezas redondas», nada se sabía de la carrera espacial. Eso llegaría mucho después.

¿Y qué comentar sobre las «botas» y los «guantes»? Hace diez mil años -en pleno período neolítico-, nada de esto era comprensible o imaginable. ¿Otra «invitación» a la caza? Que se sepa, ninguna de las etnias que habitaba el Tassili estaba en condiciones de pintar lo que no conocía, a no ser, claro está, que acertaran a verlo.

Y esto se refleja igualmente en los «CR». «Cabezas redondas» con botas grandes y aparentemente pesadas, como si tuvieran problemas gravitatorios. En otras pinturas, esas botas, en cambio, llegan a media pierna y parecen formar parte del traje espacial. Si tales complementos eran tan sólo «elementos rituales o religiosos», como afirma la arqueología, ¿por qué no se repiten en otras latitudes? ¿Por qué los hombres desnudos o semidesnudos no son pintados con dichos guantes, botas o cinturones? Cinturones, sí, perfectamente dibujados, con dos, tres y cuatro líneas…

Web jjbenitez.com

Algunos los califican de guerreros. Otros ven «buzos» con botellas a la espalda…

Web jjbenitez.com  Web jjbenitez.com

Los hombres desnudos no guardan relación con las escafandras y los trajes hinchados.

Web jjbenitez.com  Web jjbenitez.com

«Cabezas de palo» otro enigma de las pinturas saharianas.

Y llegamos a otro absurdo: gigantes enfundados en trajes hinchados y flotando en posición horizontal, en aparente estado de ingravidez. Pues bien, para los científicos, esas pinturas sólo reflejan «nadadores». Y se quedan tan anchos. ¿Nadadores? ¿En el desierto? ¿Dónde está el agua? ¿Nadadores con aletas en los pies? ¿Desde cuándo el hombre de la Edad de Piedra podía soñar con vestimentas semejantes? Mi idea es otra: los seres «no humanos» que descendieron en el Tassili N’Ajjer hace nueve o diez mil años disponían de trajes que hoy sí comprendemos. Trajes regulables, susceptibles de ser hinchados -exactamente iguales que los de nuestros astronautas-, controlando así presión y gravedad. Y los artistas del Neolítico se limitaron a ver y a copiar en las paredes de la gran meseta. Y aquellos seres, sin duda, fueron tomados por dioses. Por eso los incluyeron en los frescos; por eso la zona tomó el nombre de Jabbaren: los gigantes…

Web jjbenitez.com

Cinturones en la Edad de Piedra.

Web jjbenitez.com

Mohamed Laïd, subdirector del Parque de Tassili, junto a uno de los «nadadores».

Web jjbenitez.com

Seres que parecen flotar y con extraños objetos sobre los cascos (Jabbaren).

Web jjbenitez.com

«Cabeza redonda» abriendo una especie de trampilla. A la derecha, una mujer embarazada (Sefar).

Web jjbenitez.com

Seres en aparente estado de ingravidez (In-Auoarhat).

Web jjbenitez.com

Seres enfundados en trajes hinchados y con cinturones.

Web jjbenitez.com

¿Un paracaídas en la Edad de Piedra?

Web jjbenitez.com

¿Pudo el hombre del Neolítico pintar a los «cabezas redondas»?

Web jjbenitez.com

Jabbaren significa «los gigantes». Ahora sabía por qué.

La gran duda

¿Quién los pintó?

5

Cuanto más avanzo en las investigaciones de las pinturas rupestres del Tassili N’Ajjer más afilado se presenta uno de los interrogantes: ¿Quién pintó a los «cabezas redondas»?

No me andaré con rodeos. ¿Fueron los naturales de la meseta? Aparentemente, así lo parece. Pero, conforme profundizo, se agita en mí una gran duda: ¿pudieron los hombres prehistóricos pintar semejante maravilla? A primera vista, sí. Y así lo he expuesto anteriormente. El referido proceso de fidelidad no tiene por qué ser muy complicado para un buen artista, siempre y cuando comprenda lo que tiene ante sus ojos. Y me explico. El artista, por ejemplo, observa la lucha ritual de dos jirafas y lo plasma en la roca con exquisita pulcritud. Ahí no hay ningún problema. El pintor es consciente de lo que ha contemplado y está habituado a la realidad de las jirafas. Pero ¿qué sucede cuando el motivo que se debe pintar son seres desconocidos, con una tecnología inalcanzable para la mente de ese hombre o mujer del Neolítico? Ellos, lógicamente, no estaban capacitados para asimilar la realidad física de un casco espacial, de un traje hinchado o de unas simples arrugas. Esa doble operación mental -interpretación de algo desconocido y abstracción (separación de una cosa de todo elemento con el que esté relacionada, accidental o esencialmente, en la realidad)- no es viable, en mi opinión, en una etnia tan primitiva. Ahí surge el problema, no planteado, que yo sepa, hasta estos momentos. ¿Quién pintó entonces a los «CR»? ¿Cómo es posible que los dibujaran con todo lujo de detalles?

Web jjbenitez.com

«Cabezas redondas» en uno de los abrigos del Tassili N´Ajjer.

Web jjbenitez.com

Una nueva incógnita: ¿quién pintó a los «cabezas redondas»?

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

¿Conocían los artistas de la Edad de Piedra la existencia de los elementos químicos que dan lugar a los colores rojo y amarillo?

Y ahí nace otra hipótesis de trabajo. Una especulación que algún día -quién sabe- puede convertirse en mucho más…

¿Fueron esos seres «no humanos» -los «CR»- quienes se pintaron a sí mismos en los abrigos rocosos de Jabbaren? ¿Explicaría esto la ausencia de material aglutinante (ligamento) en los pigmentos utilizados? ¿Fue casualidad que los hombres primitivos acertaran a utilizar en sus pinturas elementos químicos de la hematita y la goetita, responsables de los colores rojo y amarillo, respectivamente? ¿Por qué en las pinturas de los «CR» no se han encontrado pigmentos arcillosos y sí óxidos de hierro? ¿Cómo explicar que algunos de los trazos -como los del abrigo de Tadjelahine- tengan menos de un milímetro de espesor?

¿Con qué los pintaron? ¿Quién fue capaz de utilizar la caseína de la leche en las pinturas de la Edad de Piedra?

Si la teoría es correcta, ¿por qué lo hicieron? ¿Quizá para dejar constancia de su visita? ¿O para mucho más?

Como decía el maestro, quien tenga oídos, que oiga…

Continuará…

Web jjbenitez.com

Punto final

Infierno y paraíso

Fin del ascenso a la calcinada meseta de piedra del Tassili N’Ajjer, al sur de Argelia. Algo más de mil doscientos metros. El primer intento en poco más de dos horas. Aquí empieza el infierno y el paraíso. El infierno de un lugar sin agua, sin vegetación y sin caminos. El infierno de un horno sin piedad del que han huido hasta las sombras. Y el paraíso del paraje con la historia más antigua del mundo: la cuna de la civilización. La capilla Sixtina de la Edad de Piedra. Mereció la pena, una vez más.

 

Cuadernos de campo

Publicados por primera vez

A lo largo de treinta años de investigación por todo el mundo, J. J. Benítez ha reunido un centenar de cuadernos de campo. Unos textos íntimos -él prefiere llamarlos «cuadernos casi secretos»-, en los que refleja el día a día de viajes, investigaciones, éxitos y fracasos.

Jamás se habían publicado. Con «Planeta encantado» salen al fin a la luz. Una vez más, las imágenes hablan por sí solas…

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

Web jjbenitez.com

J.J. Benítez

J.J. Benítez

Cuestione con J.J. Benítez los grandes misterios y los temas insólitos que el hombre se planteó en el pasado y de los que aún hoy busca una respuesta. Rompa las barreras de lo desconocido y disfrute de la mano de J.J. Benítez y sus sorprendentes descubrimientos. Venga con nosotros y viva a través de sus obras y documentales de TV, la hechizante aventura del saber.

Síguenos

Publicaciones similares

Escribamos de nuevo la historia

Escribamos de nuevo la historia

Imágenes: © Iván Benítez. A Hamed Alkilani, Yahia, Saad y Talal. Ellos saben muy bien por qué... Retrocedamos en la historia Síntesis de lo publicado en El anillo de plata, Tassili y Astronautas en la Edad de Piedra. Verano de 1996. J. J. Benítez y Blanca se hallan en...

«Cabezas redondas»

«Cabezas redondas»

Imágenes: © Iván Benítez. A BarkaAyoub, Ahmed Zinne, Mohamed (el cocinero), Semmadi Laid y Ambes Hocine, entre otros, por hacer fácil lo difícil. J.J. Benítez al pie del llamado «dios con orantes», en Sefar (Tassili N´Ajjer). La aventura continúa Síntesis de lo...

La huella de los dioses

La huella de los dioses

Imágenes: © Iván Benítez. El investigador navarro J.J. Benítez de nuevo en plena aventura.   Al doctor iqueño Javier Cabrera Darquea, que me invitó a dudar de lo establecido. Un bello sueño... ...y un desafío Más de cinco millones de kilómetros en treinta años de...