Mi primera actuación
Mi primera actuación

La imagen destacada hace referencia a: «Blanquita», en plena representación (segunda por la izquierda).

Aún no había cumplido los seis añitos y ya hacía mis primeros pinitos como actriz.

Me eligieron para hacer el papel de lavandera, en un Belén viviente.

Quizá me hubiera gustado hacer el papel principal, el de la Virgen María (supongo que era el principal), pero me tocó lavar los pañales del Niño Jesús.

El papel no era tan malo, ya que tenía el honor de acercarme y entregar los pañales, bien limpitos, a la madre de Jesús y pronunciar una frase bien aprendida durante días de ensayos.

Aparte de nuestros familiares teníamos el honor de contar con la visita del obispo de Bilbao, monseñor Morcillo.

Con el obispo

Con el obispo

Parecerá mentira, pero aún tengo un leve recuerdo de la reverencia y el beso al enorme anillo del obispo. iQue tiempos!

La selección de actrices dependía de las notas y del buen comportamiento.

Según decían, yo era una niña modelo, obediente y muy buena, según las Teresianas.

"Blanquita": primera por la izquierda

«Blanquita»: primera por la izquierda

Lavando los pañales (primera por la derecha)

Lavando los pañales (primera por la derecha)

En la Institución Teresiana pasé más de diez años de mi vida, pero no recuerdo que me eligieran para ninguna otra obra de teatro; quizá empecé a portarme peor o quizá ya no era de las favoritas, así funcionaba aquello.

Pero viendo de nuevo las fotos la culpa quizá fue de mi madre, que se cansó de cortarme el flequillo y decidió dejármelo crecer.

De las ocho participantes sólo una, la que hizo el papel de San José y, porque con esos rizos, era imposible tener flequillo, las demás parecíamos salidas de la misma peluquería, con nuestros flequillos perfectos. ¿Sería la moda?

En esa época yo firmaba BLANQUITA. ¿Mi nombre artístico?

Así firmaba
 

J.J. Benítez

Blanca

En la vida de una persona ocurren, de vez en cuando, algunos hechos, que después de los años, al recordarlos, te hacen sonreír y, en cierto modo, añorar esos días pasados.

Esas anécdotas puntuales son las que me gustaría compartir con vosotros, y si tengo la suerte de haceros sonreír unos segundos, pues perfecto.
Son historias reales y sencillas, pero que han marcado un momento, que recuerdo con cariño. No tienen orden cronológico y van pasando como etapas superadas de mi vida, gracias a mi compañero de viaje y aventuras, en el que confío con todo mi corazón.

Gracias Juanjo.

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