La imagen destacada hace referencia a: Blanca y Bewunetu con parte del equipo Planeta Encantado.
Todos los días me acuerdo de ti. Pienso en donde estarás, qué comerás, si estarás enfermo.
Tú Bewunetu eres mi hijo etíope. Mi niño de La Libela, que no se separaba de mí en ningún momento del día. Recuerdo, que la primera vez que te vi estabas jugando al fútbol con tus amigos y también de esa pelota de trapo, algunos descalzos, otros con zapatos dos números más grandes que vuestros huesudos pies.
En cuanto nos viste llegar, dejasteis de jugar y rodeasteis el todoterreno. Recuerdo también al guardia de la entrada del lodge donde nos hospedamos. Tenía un gran látigo para apartaros de los pocos turistas que estábamos allí.
En seguida te acercaste y con tus grandes ojos negros me miraste. Tú no hablabas, ni sonreías, no sé porque, me pareció que estabas triste.
Esa tarde salimos para ver las localizaciones y poder empezar al día siguiente el rodaje. Me estabas esperando en la puerta y me agarraste muy fuerte de la mano. Con la otra, cargaste mi mochila. También recuerdo a Teketay, tu amigo, no paraba de hablar, de reírse, y de bailar a nuestro alrededor. El también quería darme la mano pero tú no le dejaste.
Bewunetu, en el centro, en la ciudad de La Libela.
Te nombré mi ayudante personal delante de todos tus amigos y durante cuatro días, fuiste mi guardián. Querías enseñarme tu pueblo y te sentías muy orgulloso de ir de mi mano.
Desde el amanecer, me esperabas escondido para que el guardia no te viera y no sé si alguna noche también la pasaste allí.
Quería saber muchas cosas de ti y gracias a Sansón, nuestro guía, pude saber que no tenias padre, que tu madre y tus hermanos pequeños vivían en una aldea lejana. Tú habías llegado a La Libela para ir a la escuela y vivías con unos familiares, eran pobres, decías, pero, ¿quién es rico en Etiopía?.
Fuimos a tu escuela, hablé con tu profesor, me dijo que eras muy inteligente, pero que en un par de años, ya no podrías seguir tus estudios allí, deberías ir a Addis Abeba para poder continuar.
Blanca, con Bewunetu.
La víspera de nuestra marcha, fue triste. No me atrevía a mirarte, quería llevarte conmigo. Yo te llamaba Bebu y tú te reías. Te decía que eras mi niño etíope. Tu me llamabas Mam. Cuando te enseñaba las fotos de mis hijos te decía que eran tus hermanos y tenías tu lugar entre ellos. Qué pena me daba dejarte. Lloramos los dos abrazados, y de repente, con lágrimas en los ojos te quitaste la pequeña cruz de cuero que llevabas colgada y me la pusiste. Te abracé tan fuerte que parecía que te ibas a romper.
Bewunetu Shambel mi hijo etíope.
No sé nada de ti hace casi un año, incluso he dejado de enviarte la transferencia para tus estudios. Quiero que me escribas para saber como y donde estas.
La última noticia que tengo es de Sansón, que te vio en la capital. Le dijiste que estabas estudiando.
Bebu, te echo de menos.
Carta de Bewunetu a Blanca