La imagen destacada hace referencia a: Al pie del TASSILI N´AJER (Argelia), a punto de iniciar la ascensión. (Foto: J.J.Benítez)
Ahora os voy a contar como no todo es maravilloso en estos viajes aventura.
Salimos hacia Argelia para seguir filmando la serie de Planeta Encantado.
Sabía que el país, y sobre todo la zona del Tassili, era dura y difícil.
El campamento base lo instalamos en Djanet y desde allí organizamos la ascensión a la meseta de Tassili N´ajer.
Allí contratamos al guía, cocinero y a un grupo de jóvenes lugareños, que manejaban con gran destreza a unos veinte burritos que nos ayudarían a transportar material y víveres para sobrevivir una semana en la meseta.
Un alto en el rodaje, con las mujeres argelinas
Así llego el día de la ascensión. Era al amanecer. Todo estaba preparado.
Yo sabía que, aparte de la subida, luego nos esperaban unos días muy complicados.
Era difícil mover tal cantidad de animales y material, ya que había que recorrer grandes distancias para buscar los asentamientos donde se hallaban las pinturas rupestres.
Caminábamos una media de 15 kilómetros al día, hasta regresar al campamento base.
La falta de agua, el frío de la noche y el gran calor al mediodía nos agotaban.
Cada día, entre diez y quince kilómetros de marcha para grabar las pinturas rupestres
Seres con escafandras en uno de los abrigos rocosos del TASSILI (Foto J.J.Benítez)
Perdimos varios animales en la subida y algunos murieron ya en la meseta por falta de agua. La verdad, fue duro.
Pero la compensación era enorme, merecían la pena las ampollas, que todas las tardes pinchábamos, para que al día siguiente pudiéramos volver a ponernos las botas, sólo por descubrir una sola pintura, aunque fuera pequeña.
Así transcurrió la semana, y por fin la hora de regresar a Djanet.
Esta vez, la gran aventura no nos ocurrió a nosotros.
Así, a primera hora de la tarde llegamos a nuestro campamento, agotados y sucios.
Guardamos el material en una pequeña habitación y, sin más, nos fuimos derechos a la ansiada ducha.
Blanca, con una de las pantallas para iluminar.
Ya más relajada, decidí salir a secarme el pelo a una pequeña duna. Estaba tan pensativa que no me di cuenta que tenía una persona a mi lado y me asusté. Me empezó a hablar en italiano y me hacía señas, como pidiéndome algo.
Le pregunté en francés: ¿Qué quiere?. Empezó a frotarse los dientes. ¿Quiere pasta de dientes?, ¿cepillo de dientes? Con una gran sonrisa me dice que sí.
La cosa era de risa y no pude contenerme, también él acabo riendo. La situación era cómica.
Le dije que me acompañara. La pasta de dientes se la conseguiría.
Ya con su pasta de dientes en la mano le pregunté:¿tiene algún problema? Me dijo que si y empezó la historia:
Los habían secuestrado en el desierto y no tenían nada; los habían dejado con lo puesto.
El equipo italiano de televisión, después de la amarga aventura.
Eran siete compañeros, trabajaban para la televisión italiana, la Rai, y estaban haciendo un programa que se llamaba “Ulises” sobre viajes y aventuras y en éste sí la vivieron a tope.
Estaban en Níger, camino hacia la frontera de Argelia, cuando en mitad del desierto apareció un todo terreno con hombres disparando sus ametralladoras. Los chóferes pararon (él pensaba que estaban compinchados) y les obligaron a bajar de los vehículos, los desnudaron, les dejaron un par de botellas de agua y desaparecieron entre las dunas.
Al amanecer aparecieron de la misma manera, pegando tiros. Los metieron en dos cuatro por cuatro y, a una media hora de camino, con gran desolación vieron todas sus pertenencias desperdigadas en medio de la arena.
Los fueron llamando uno por uno y les quitaron los relojes, los anillos y las cadenas. Tras recibir algun golpe que otro, les ordenaron recoger un par de prendas de vestir y el calzado. Sin más preámbulo los metieron en los coches con uno de los guías y les ordenaron que se marcharan.
Blanca con el equipo italiano de tv.
Gracias al chófer, que conocía bien el terreno, lograron llegar a la frontera con Argelia, denunciaron lo ocurrido a la policía y los trasladaron hasta Djanet para ponerse en contacto con su embajada. La verdad es que no les dieron muchas esperanzas de localizar a los ladrones.
Así llegaron al lodge. Llevaban dos días sin poder cambiarse de ropa y sin apenas asearse. Lo único que les devolvieron fueron los trípodes, que por lo visto no tenían mucho valor en el del desierto, y las cajas de comida; sobre todo pasta, queso y embutido.
Compartimos buena comida italiana, ropa y pasta de dientes.
Allí se quedaron, esperando que su embajada en Argel pudiera solucionar el problema de los pasaportes y billetes de avión, para poder regresar a su país.
La aventura es la aventura, pero no me hubiera gustado nada vivirla…