Fue en el magnífico desierto de piedra roja del Hoggar, al sur de Argelia, donde experimenté la mayor sensación de sed en mi vida. La temperatura alcanzó los 55 grados Celsius en las proximidades de Tamanrasset. Durante la noche pasábamos a 15 grados bajo cero. Fue en ese infierno de piedra y arena donde me desayunaba, a diario, con cinco “fantas”.
(Fotos: Iván Benítez.)