El helicóptero nos dejó en las proximidades del célebre tridente o candelabro de paracas, en la costa peruana. El piloto prometió regresar antes del ocaso.
Filmamos el candelabro y esperamos.
Pero el maldito helicóptero nunca regresó.
Cayó la noche y Piru, Tomi y servidor nos vimos perdidos en el desierto de Paracas.
Caminamos sin rumbo, sin agua, sin comida y sin ropa adecuada. Tampoco disponíamos de teléfono.
Horas después, cuando la desesperación empezaba a ser importante, apareció un salvador vehículo. Nadie lo había enviado. ¡Pasaba por allí!
Al invitarnos a subir, el conductor, asombrado, declaró: «Sólo un uno por ciento de los que se pierden en este desierto se salva…»
Momento en el que el helicóptero de «Planeta encantado» se dirige desde Nasca a la zona del candelabro de Paracas. (Foto: Iván Benítez.)
El candelabro, desde el mar (Foto: Iván Benítez.)
Tomi, con la cámara, y Piru, ingeniero de sonido, perdidos en el desierto. (Foto: Juanjo Benítez.)