Lo más inesperado te puede suceder en cualquier lugar del mundo. Estaba en el Monte Sinaí. Habíamos hecho un alto en el rodaje para comer. No había apenas gente. No recuerdo en qué momento se me acercó un hombre joven y se sentó a mi lado.
Me preguntó en ingles de donde era, le dije que era española. Él era egipcio y venía con un pequeño grupo de turistas desde la ciudad de Hurgada. No me lo podía creer.
En media hora me contó su vida y andanzas y así sin más, me dijo que estaba buscando una mujer para casarse y, por lo visto, yo parecía que encajaba en sus planes.
Mis compañeros se dieron cuenta y empezaron las bromas, y así acabé. En una foto con el enamoradizo egipcio.