La figura de un príncipe. Vive en el lugar más faraónico de Egipto, rodeado de misterio y belleza. Él es el que guarda la llave. Su mirada refleja tristeza o quizá añoranza por un tiempo pasado. Es duro vivir en Abu Simbel, la temperatura en verano puede alcanzar más de 50 grados, ni siquiera la cercanía del lago Nasser alivia un poco ese sol abrasador. Pero él impecable. Vestido de un blanco que hace daño a la vista y sabiendo que su cara aparecerá en miles de fotos que los turistas enseñaran a parientes y amigos.
Él no es famoso, nadie se acordará de su nombre, pero forma parte del espectáculo que ha heredado.