Un gran personaje. Lo que es la vida, este general venido a menos, se dedica, por unas cuantas monedas, a calcular el peso exacto de la gente. La báscula era un poema y el pequeño banquito donde tenía que asentar las posaderas, un peligro. Colocada ya en el artilugio, empezaba un sermón interminable, en chino, por supuesto. Mientras iba añadiendo pesas, mi estabilidad peligraba. Al poco tiempo ya teníamos una animada concurrencia que sonreía con malicia, yo creo que estaban esperando mi caída, pero no, aguanté como pude y descubrí con gran asombro que el general había calculado con gran exactitud mi peso.
Todo esto ocurrió en la ciudad china de Kaifong, el lugar más lejano donde llegó Marco Polo en la Ruta de la Seda.