Fue el primer cura al que pude contemplar de cerca. Era otro kui. Fue párroco de San Paulino, la iglesia de Barbate (Cádiz. España). Yo era un niño. El padre López Benítez era un poeta. Se amancebó con el tabaco. Era pobre de solemnidad, como cualquier cura que se precie. Conocía a sus feligreses por su nombre. Dudaba del purgatorio y del infierno, pero creía en el cielo de las miradas. Estaba del lado de los pobres, siempre, y del lado de los ricos, pero lo justo. Puso de moda las hojas parroquiales, en la que daba cuenta de lo ocurrido en la parroquia, semanalmente. Ahí nació mi vocación periodística. Se fue al cielo siguiendo el humo de su tabaco.
El Destino, otro kui
En la imagen destacada: Jesús Conte y J.J. Benítez, en la Isla de Pascua. (Fotos: Iván Benítez.) Corrían los años setenta. Fueron naciendo mis hijos y yo, por esos caprichos del Destino, quise llamarlos con sendos nombres rusos. Mi intención era registrarlos con los...