Lo he comprobado tres veces. Subir a la fortaleza de Maqueronte, en Jordania, me provoca angustia y una profunda tristeza. No sé la razón, aunque la intuyo (que es más importante que saber): allí fue decapitado Juan, el Bautista, el Anunciador, primo lejano de Jesús de Nazaret. Cada vez que he subido, la fortaleza se hallaba desierta. ¡Pobre Juan!
(Fotos: Iván Benítez.)
(Fotos: R. M. Paraíso.)