Los orígenes de la tribu de los rapanui siguen siendo un gran misterio.
En la lejana antigúedad, los rapanui se hicieron a la mar a la búsqueda de nuevas tierras y llegaron a Pascua con las tablillas «parlantes» y un «moai» de piedra, los grandes misterios de la isla.
Han transcurrido 282 años desde el primer encuentro conocido entre el hombre blanco y los habitantes de Rapa Nui, la isla del fin del mundo, en el Pacífico y a casi 4.000 kilómetros de Chile. Pues bien, si la memoria no me falla, en ese periodo, la célebre Pascua o Rapa Nui ha sabido de tres españoles que han dejado huella en la isla. El primero se llamó Felípe González de Haedo. El 10 de octubre de 1770 partió del puerto limeño de El Callao con la misión de colonizar y evangelizar la pequeña isla que fuera descubierta 50 años atrás por Jacob Teggeveen. La expedición se hallaba integrada por el buque San Lorenzo y la fragata Santa Rosalia. El 15 de noviembre avistaron Pascua, fondeando al día siguiente en una ensenada que bautizaron como González y que los rapanui llaman Hanga Hoonu. Allí permanecieron hasta el día 21. Durante esa semana, los españoles circunnavegaron la isla en dos lanchas, levantando planos y dando nombres a los accidentes geográficos. Hacia las 14 horas del 20 de noviembre, los capellanes, escoltados por la marineria, se dirigieron a lo alto del Poike, un cerro de 370 metros. Y allí procedieron a clavar tres cruces. Al ver los maderos, los nativos exclamaron “¡Make!», señalando al cielo. La palabra «Make» designaba al dios «Make-Make», una criatura no humana que -según los pascuenses- bajó del cielo en Hiva, la desaparecida patria. Después, Felipe Gonzaléz procedió a tomar posesión oficial de Rapa Nui, bautizándola con el nombre de San Carlos, en honor a Carlos III, rey de España. Ni qué decir tiene, ese nombre nunca prosperó.
El segundo español del que se tiene memoria histórica en Pascua (triste memoria) se llamó Joan Maristany i Galcerán. Era de la villa barcelonesa de El Masnou. Nació en 1822, y dedicó buena parte de su vida a la piratería. En diciembre de 1862, uno de los años más nefastos para la isla del fin del mundo, ocho barcos peruanos atracaron frente a las costas volcánicas de Pascua. Era la flota esclavista. La capitaneaba el citado catalán al mando de la corbeta Rosa y Carmen, de 402 toneladas. El 23 de ese diciembre, Maristany dio a conocer la estrategia para capturar a los nativos: los ochenta hombres, fuertemente armados, serian desplegados cerca del litoral, adoptando la táctica de la chaquira, consistente en arrojar al suelo toda clase de abalorios u objetos relucientes para llamar la atención de los nativos. Después, una vez reagrupados, se procedería a la captura. En la refriega murieron decenas de rapanui, siendo capturados 349 en una sola jornada. La mayor parte murió en la esclavitud en las islas guaneras y en las plantaciones del interior del Perú.
El rey Hotu Matu´a llevó el primer «moai» a la isla de Pascua.
Manuscrito. De mejor y más celebrada memoria es el nombre de Jesús Conte Oliveros, el tercer español que, sin duda, forma ya parte de la historia de Rapa Nui. Jesús Conte -teólogo, filósofo, profesor de lenguas clásicas, especialista en jónico antiguo y políglota (habla y escribe diecinueve lenguas)- desembarcó en Pascua en 1989, dedicándose al estudio de la lengua y costumbres de la isla. En 1992, Michael Coppenrath, arzobispo de Papeete (Tahití), invitó al profesor Conte a su palacio arzobispal con el fin de que completara las investigaciones lingüísticas iniciadas en Rapa Nui. El citado monseñor puso el archivo episcopal a disposición de Cante y fue en esa oportunidad cuando tuvo acceso a un manuscrito secreto en el que se habla de los origenes de la cultura que hoy habita Pascua. Tras pronunciar el juramento académico, Jesús Cante leyó el manuscrito en el transcurso de una noche, memorizándolo. En él se narra cómo, en una lejana antigüedad, los rapanui se hicieron a la mar a la búsqueda de nuevas tierras. Hiva, su patria, había empezado a hundirse en las aguas a razón de cuarenta centímetros por año. Dicha isla o continente -Hiva- se levantaba, al parecer, a cosa de sesenta días de navegación, siempre hacia el oeste de la actual Pascua. Es decir, en las proximidades de Nueva Zelanda. El rey que navegó al frente de aquel pueblo se llamaba Hotu Matu’a. Con él llegaron a Pascua las tablillas parlantes y el símbolo de los rapanui: el primer moai de piedra. Ambos asuntos siguen siendo hoy otro de los grandes misterios de Pascua…
Fotos: IVÁN BENÍTEZ
tiempodehoy.com 28/06/2004 TIEMPO DE HOY.