En la imagen destacada: El Concilio Vaticano II constituyó uno de los más importantes «giros» en el rumbo de la Iglesia.
Según la profecía de San Malaquías, arzobispo de Ardiñac, fallecido en 1148, el final del Papado está próximo.
Nunca he prestado excesiva atención a las profecías. Para ser sincero, no creo en ninguna, excepción hecha de la que llaman de San Malaquías. Se trata de una serie de lemas o leyendas relativas a los papas y que, por lo que he podido investigar, contiene un apreciable número de aciertos. La historia de esta profecía comienza en el siglo XVI, cuando un monje de gran fama por su santidad y sabiduría -Amoldo de Wion- publicó un libro titulado Lignum vitae. Corría el año 1595. En dicha obra, Wion incluyó una lista de 113 lemas sobre otros tantos papas. Según el monje, dicha lista había sido escrita inicialmente por un santo irlandés, Malaquías, arzobispo de Ardinac, fallecido en el año 1148. San Bernardo, que contó la vida de San Malaquías, asegura, por ejemplo, que llegó a predecir su propia muerte. El suceso, al parecer, tuvo lugar 19 días antes del fallecimiento. Y aunque existen dudas sobre la paternidad de esos 113 lemas -algunos especialistas creen que el autor fue Onofre Panvinio-, los aciertos, como digo, son muy sorprendentes.
La lista arranca con Celestino II, que vivió en 1143, precisamente en tiempo de Malaquías. Dada la extensión de la profecía, me limitaré a mencionar algunos de los lemas relacionados, según todos los indicios, con los últimos pontífices. El lector sabrá juzgar… Con el número 105 -Pides intrépida o La fe intrépida- se hace alusión, al parecer, a Pío Xl, que gobernó entre 1922 y 1939. Pues bien, la profecía encaja de lleno en la trayectoria de este papa y en su «intrépida fe». En 1925 proclamó la realeza de Cristo. En 1928 defendió el carácter reparador del culto al Corazón de Jesús y en 1933 instituyó el Año de Redención. Esta fe alcanzaría su máximo nivel con dos valientes encíclicas; una contra el comunismo y la otra contra el nazismo hitleriano.
Pío XI en 1928 instituyó el culto al Corazón de Jesús.
La profecía o lema 107 -Pastor et nauta, o Pastor navegante- se refiere a Juan XXIIl (1958-1963). Cuando fue elegido pontífice desempeñaba el puesto de cardenal-patriarca de Venecia y recibía el título de Pastor de Venecia. El propio Juan XXIIl, en la tercera sesión del Sínodo Romano de 1962, declaró abiertamente que la imagen de Jesús que había dirigido su vida eclesiástica era la del Buen Pastor. Y todos, sin excepción, reconocerían que la vida de este papa fue la de un «maravilloso y buen pastor», así como un notable «navegante» y «piloto», capaz de guiar la nave de San Pedro como nadie hasta esos momentos. Como es sabido, el Concilio Vaticano II constituyó uno de los mas importantes giros en el rumbo de la Iglesia. Y resulta igualmente asombroso que la palabra nauta aparezca tan sólo en dos ocasiones en toda la profecía. Una para designar a Gregorio XII, en 1406, y la otra a Juan XXIII. Curiosamente, ambos papas tuvieron relación con Venecia, la ciudad de los navegantes. Gregorio XII era natural de dicha capital y Juan XXllI ocupó el patriarcado de la misma antes de su elección como papa.
El siguiente en la lista fue Pablo VI. Su lema: Flos florum o Flor de las flores (1963-1978). En el escudo de este pontificado figuraba, y por triplicado, la flor de lis; la flor de las flores. Hay que reconocer que el acierto -a 368 años de su publicación- fue rotundo.
¿Estamos ante el final del Vaticano? Según la profecía quedarían dos o tres papas.
La profecía más certera. Pero fue con el papa Juan Pablo I donde la profecía de San Malaquías se manifestó redonda. Veamos con el lema 109 -De mediatate lunae o De la mitad de la luna- nos encontramos con el malogrado Juan Pablo I (1978). Su nombre era Albino y su apellido Luciani. Pues bien, el primero forma pareja con el segundo: luz blanca. Justamente, el color de la luna. Su lugar de nacimiento -Forno di Canali, en la diócesis de Belluno- hace referencia igualmente a la luna: Bel-Luno (la luna es denominada en latín como luno, en masculino). Por otra parte, la elección de Juan Pablo I ocurrió el 26 de agosto de 1978 a las seis de la tarde. Esa misma noche (la del 25 al 26) fue el día astronómico de la media luna. También su nacimiento, acaecido el 17 de octubre de 1912, ocurrió en cuarto creciente. Y lo mismo sucedió con la fecha de su ordenación sacerdotal (7 de julio de 1935), con la elección como obispo de Venecia (15 de diciembre de 1958) y como patriarca de dicha ciudad (15 de diciembre de 1969). En cada una de esas importantes conmemoraciones, la luna se hallaba en su mitad. Y llegamos a Juan Pablo II. El lema número 110 dice De labore solis o De la fatiga o el trabajo del sol. Lógicamente, el lema no podrá ser interpretado hasta después de la muerte de Karol Wojtyla. No obstante, algunos especialistas en Malaquías apuntan al hecho curioso de que Juan Pablo II proceda del frío; es decir, de un país donde el sol «sufre fatiga o trabajo». El tiempo dirá…
La profecía de San Malaquías tiene muchos aciertos.
En cuanto al final de la profecía -lemas 111, 112 Y 113-, poco o nada se sabe. Gloria olivae o La gloria del olivo (lema 111) sería la leyenda que correspondería al sucesor de Juan Pablo II. Quedarían, por tanto, según la profecía de Malaquías, dos o tres papas. Según los expertos, La gloria del olivo pudiera estar anunciando un tiempo de paz mundial. Acto seguido, según Malaquías, llegaría In persecutione extrema o En la última persecución (lema 112) que haría alusión a una dura persecución de la Iglesia católica. Por último, en cuanto al lema 113 -Petrus Romanus o Pedro Romano-, los investigadores no saben a qué atenerse. ¿Estaríamos ante el último papa? ¿Se trataría del final del Vaticano? Yo, obviamente, no lo veré.
Fotos: Iván Benítez.
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