En Bilbao. Vizcaya (España). (Foto: J.J. Benítez.)
De mi amigo-hermano-maestro-cómplice, el doctor Fernando Jiménez del Oso, se ha dicho prácticamente todo: era humano, era calvo, era generoso hasta quedarse vacío por dentro, era feo, era inteligente, era perspicaz, sabía hablar, era psiquiatra, bebía whisky y flipaba con Drácula. Lo que nunca se dijo es que Jiménez del Oso tenía un poder sobrenatural y era capaz de controlar una docena de cartones en el bingo. Yo lo vi. Fue en Bilbao. Él llevaba cinco o seis cartones, o más. Yo sólo uno, y con muchos apuros. Y, de pronto, Fernando cantó bingo. ¡Oh, Dios!. ¡Era mi cartón, era mi bingo!. Él llevaba la cuenta, antes y mejor que yo. Nunca se lo perdoné. Era mi bingo y lo cantó él.
Bingo ganado por J.J. Benítez. El único en su vida.
Dibujo de Fernando Jiménez del Oso en relación con el bingo de Juanjo Benítez.