Fuente: Berna Iskandar. Revista Espacio familiar (2008).
Van a ser las 2:30 pm. Estoy sentada en un sofá dispuesto en el lobby de un conocido hotel de Caracas cuando recibo la llamada que me confirma su llegada. Puntual, se acerca el conocido periodista, investigador y escritor que quiso ser pintor, J.J Benítez. El motivo del encuentro: hablar sobre su último libro publicado por Grupo Editorial Norma “De la Mano Con Frasquito” que aparentemente nada tiene que ver con OVNIS pero que recoge 101 reflexiones sobre sus experiencias de vida para ofrecerlas de regalo a su nieto “Frasquito”.
El escritor navarro que ha vendido más de 9 millones de copias y publicado más de 50 libros entre los que destaca la saga del Caballo de Troya, elige una butaca contigua y toma posesión de su espacio con halo cercano, afable y dispuesto a hablarnos desde una dimensión diferente a la que su público estará acostumbrado a escucharlo. Esta vez toca el turno de indagar sobre su visión acerca de la paternidad, la familia, la crianza, la transmisión de valores y el sentido de la vida.
BI: ¿Cómo se inscribe dentro de su proyecto global de escritura, este nuevo libro?
JJB: No sé explicarte, yo escribo siempre de acuerdo con lo que me apetece hacer, con lo que me pide el corazón y no sé si se repetirá alguna vez, probablemente no. Supongo que pasa cuando se llega a una determinada edad. Decidí compartir un cúmulo de cosas que he ido viviendo y que no se deben perder, que pueden ser muy útiles no sólo para niños, sino para todo el mundo.
BI: ¿De qué manera ha incidido sobre el desarrollo de este proyecto la relación con su nieto a quien usted llama cariñosamente Frasquito?
JJB: Frasquito es fundamental, de hecho, a lo mejor si no hubiera existido, yo no hubiera escrito el libro. Él aparece en la vida, yo lo observo, y parece como si Frasquito viniera al mundo con una idea en la mano, y me la ofreció sin darse cuenta. Frasquito es una criatura que me ha hecho reflexionar mucho, observar más, que me ha hecho recordar y que en cierta medida me hace ser más bueno. Aunque yo no sea bueno, lo intento, porque es una criatura tan recién llegada, tan limpia, tan tierna, tan prometedora, que no puedes tener otro tipo de comportamiento con él.
BI: ¿No piensa usted que todos los niños traen esas cualidades al nacer, y que mucho depende de nosotros los adultos ayudarles a desarrollarlas o a torcerlas?
JJB: Yo creo que los niños por sí mismos son una bendición. Tener un hijo, tener a un niño en sí es un regalo. Luego cada padre cada familia siempre intenta hacerlo lo mejor posible. Yo he aprendido también que el niño tiene su propia vida y no debemos imponerle nada. Los padres queremos que los hijos sean de determinada manera, y es un error. Los niños tienen que desarrollar su vida, su plan de trabajo, el que tengan, y lo único que tenemos que hacer es estar con ellos.
BI: Un tema de preocupación frecuente manifestado por los padres, es la cuestión de inculcar valores a los hijos. Al margen de la diferencia que dicta el código particular de una religión o cultura, ¿cuáles cree usted que son los valores fundamentales sobre los que debe desarrollarse el ser humano?
JJB: Lo más importante, pienso yo, es que debemos ayudar al niño- aunque luego ya cada uno hará lo que considere importante con su vida- primero a ser buena persona, es decir, no ser agresivo ni dañino con nadie, luego a ser una persona generosa, entender que no es necesario ser posesivo, porque la vida te da lo que te tenga que dar y hay que aprender a disfrutarlo. Ser desprendido, ser una persona generosa es algo básico.
BI: ¿Cómo ve usted la familia actual y la posibilidad de desarrollar estos valores dentro de su núcleo?
JJB: Sobre la familia creo que a pesar de los vaivenes y a pesar de las modas y los problemas que puedan haber y que los ha habido siempre y los hay siempre, la familia es algo que se mantiene. Yo creo que la familia es algo natural y va a persistir. Tendrá sus momentos, sus modas pero no se acabará. El que haya una tendencia a que se formen nuevos modelos de familia no debe hacernos pensar que la familia se va a destruir, al contrario, yo creo que la va a enriquecer. Hay que ser respetuosos con todas las opciones.
BI: En la mayoría de los casos los padres esperamos que nuestros hijos adopten nuestras mismas creencias, políticas, religiosas, etc. ¿Hasta qué punto esto violenta el respeto a la libertad de elegir? ¿Cree usted que hay que darles una doctrina desde un principio y que luego de mayores ellos elijan, o debemos enseñarles todas las opciones posibles y permitirles elegir desde pequeños?
JJB: Pretender que nuestros hijos adopten y sigan nuestras creencias es un error. A los seres humanos nos falta mucha perspectiva, creo yo. No hay que imponer nada. Hay que ayudar. Si alguien quiere ser algo que no le ha pasado a la madre o al padre por la cabeza, pero al niño o a la niña es lo que le interesa ser, hay que apoyarlo incondicionalmente. Yo creo que a los hijos hay que ayudarlos en lo bueno y en lo malo. Hay que estar con los niños, no imponer a los niños. Y estar incluso en silencio, sin más. Cada uno tiene su criterio, su elección, los niños también y hay que respetarlos. En la sociedad occidental, sobre todo, la imposición ha sido una norma. A los niños y a los muchachos hay que intentar explicarles todo, el por qué se hace esto así o por qué no. El problema es que no somos respetuosos con los que tienen menos edad. Ellos tienen que ser respetuosos con los mayores, pero los mayores no somos respetuosos con los niños. Yo lo he descubierto muy tarde… Yo no estoy de acuerdo con la educación impositiva, me da igual el terreno que sea, matemática, religión, etc. Hay una cosa que se llama el sentido común y hay que respetarlo, ser coherente con la naturaleza, respetuosos con el mundo. Desde mi punto de vista la vida de un ser humano es algo minuciosamente ordenado, ya establecido y se va a desarrollar con los parámetros determinados por el buen Dios y a la criatura: al hombre, a la mujer.
BI: ¿De qué modo podemos asistir respetuosamente a nuestros hijos en su proceso de crianza?
JJB: Es un procedimiento que para empezar, te lleva a la observación. Tú observas al niño, y le escuchas, si ves que se está desviando hacia un territorio que no es bueno para él, le puedes aconsejar, orientar, pero no imponer. Una de las cosas que me di cuenta cuando estaba escribiendo Frasquito -yo lo hago con mucha frecuencia- es que levanto la voz. El criterio de imposición hace que la criatura que está delante retroceda, y se rompe algo mágico. Cuando alguien manda, se rompe la magia, y si se manda es porque se ha agotado la palabra o se ha agotado el sentimiento o se ha agotado la sonrisa, y eso no es bueno. Claro que es muy difícil porque la sociedad está establecida de otra manera, y hay que ir corrigiendo poco a poco este orden. Quizás este libro es muy útil porque invita a cada persona a que piense por sí misma, a que decida y se hace de una manera muy dulce.
BI: Me di cuenta de que, por la manera en que está hecho, podría jugarse a abrir cualquier página del libro al azar y encontrarse con una reflexión que responda a una inquietud del momento.
JJB: Claro, aparentemente es un juego, donde Frasquito hace cosas o dice cosas que pueden ser más o menos llamativas, eso lo aprovecho yo para hacer una reflexión sobre lo que sea e intentar transmitirle a la gente un concepto que a mí me ha resultado muy útil y que a lo mejor está contra la ortodoxia o lo establecido… ¿y por qué no?
BI: ¿Cómo siente JJ Benítez ser abuelo y cómo sintió ser padre durante los años de formación y crianza de sus hijos?
JJB: Mi padre fue un hombre extraordinario y yo pude ser y trabajar y estudiar gracias a él. Era un hombre muy observador y quizá en ese aspecto tuve mucha suerte. Yo como padre no fui tan bueno como mi padre, ahora, como abuelo, estoy intentando corregir eso, lo cual es lógico porque cuentas con las posibilidades que te da la experiencia. Quizá también es cierto que los abuelos no tenemos la carga que tienen los padres y es una situación más relajante. El padre está batallando más, el abuelo no tanto.
BI: Para usted, un investigador impenitente, ¿cuál es el enigma por excelencia?
JJB: Pues la propia existencia humana. Los otros enigmas son interesantes todos, o casi todos pero el más importante es el enigma del por qué estamos aquí, quién soy yo. Si yo creo que no existe la casualidad, entonces por qué la existencia del ser humano y de cada ser humano. Eso ha sido un gran enigma, un gran misterio, y yo en parte se lo trato de transmitir a Frasquito. Yo creo que el ser humano está aquí con un plan. Cada señor y cada señora está aquí con un plan establecido. Lo que yo llamo la Ley del Contrato.
BI: ¿Cómo se siente haber hecho de una de sus pasiones su trabajo y además haber hecho buen dinero? ¿Por qué la mayoría de las personas no lo consiguen?
JJB: Si la teoría que te acabo de explicar que yo llamo la Ley del Contrato fuera verdad – que está por ver- todas las vidas de todos los seres humanos tienen sentido. Si algunos firman contratos para ser millonarios, otros lo firman para ser ciegos, otros para ser paralíticos cerebrales, Down, autistas (que son auténticos héroes porque viven encarcelados dentro de sí mismos) otros firman el contrato para ser personas anónimas, otras para vivir en el desierto, otras para vivir 5 semanas. No sabemos por qué razones, pero las hay. Entonces unos triunfan en la vida. Bien pues, estaba escrito, era el plan de trabajo de esa persona. No sabemos por qué repercusiones, pero una vez que consigues el dinero te das cuenta de que no sirve para nada, y tienes que conseguirlo para darte cuenta de eso. Y esta es la segunda parte de las personas con mucho dinero o poder, que no lo dicen, se callan, sin embargo se preguntan: he llegado hasta aquí y qué.
BI: ¿Qué es el sentido de la vida para JJ Benítez?
JJB: El sentido de la vida es la experiencia. Por eso yo le digo a Frasquito que el dinero es una caja de herramientas y tú no te pones de rodillas ante una llave inglesa, no se te ocurre. El dinero sirve para hacer muchas cosas, pero el sentido de la vida es que vivas, que disfrutes el instante, el cúmulo de presentes, eso es lo que cuenta. Yo le digo a Frasquito, que cuando se muera, se va a llevar una sola cosa al otro lado: sus recuerdos, por eso es tan importante vivir. Y ese es el sentido de la vida, disfrutar cada instante.
BI: ¿A quién invitaría usted a leer De La Mano Con Frasquito?
JJB: Si alguien está triste confuso o aparentemente sin salida en su vida, este es un libro que le puede resultar muy útil. En un momento determinado lo abres por donde quieras y lees algo que encaja con lo que te está preocupando en ese momento y eso significa que este libro no tiene nada que ver conmigo. Yo lo he escrito, pero yo no lo he escrito.
BI: ¿Se refiere a ese “modesto fax” que dice en la tapa del libro lo conecta a usted con el buen Dios?
JJB: Eso es. Como todo el mundo, lo que pasa es que yo me he percatado de la conexión, y me aprovecho del buen Dios y le saco toda la información que puedo, constantemente.
BI: ¿Y cómo logra percatarse de esa conexión?
JJB: Hay un sistema muy sencillo. Él está dentro y no grita, el problema de Dios es que susurra y no nos damos cuenta. Es tan simple y tan sencillo como escuchar. Dentro hay alguien. Está hablando, está susurrando, escuchemos qué dice.