En la imagen destacada: José María Pilón. (Foto: J. J. Benítez).
Se fue como llegó: en silencio.
Y dejó un boquete en los corazones.
José María Pilón fue otro jesuita singular.
Abandonó la arquitectura para hacerse sacerdote.
Un día, sin querer, descubrió que tenía facultades paranormales.
Buscaba personas, objetos, tesoros, agua e, incluso, ideas. Lo hacía con un péndulo y con el corazón.
Sus éxitos fueron oceánicos.
Pilón, además, amaba la vida, allí donde se presentase.
«Huye de ti mismo -decía- como de la peste».
Todos lo amamos.
Y me pregunto: ¿Qué buscará ahora, en los mundos MAT?