Fuente: Matías G. Rebolledo. La Razón 30/10/2020.
El escritor y periodista narra su odisea a bordo del crucero Costa Deliziosa, en el que se encontraba dando la vuelta al mundo cuando estalló la pandemia del coronavirus.
Imagínese que usted invierte algo más de 30.000 euros en dar la vuelta al mundo junto a su pareja. Imagínese ahora que, durante los cuatro meses que en teoría debería tardar el crucero después de pasar por el Caribe o Isla de Pascua, estalla una pandemia mundial. Imagínese, ya por último, que usted es un prolífico escritor, con más de 30 títulos publicados, y que se ha llevado con usted un ordenador portátil, aunque lo odie. Todo esto, por rocambolesco que pueda parecer es lo que le ocurrió al periodista y escritor Juan José Benítez (Pamplona, 1946).
Responsable de la saga “Caballo de Troya”, de la que supera con manga ancha los 5 millones de copias vendidas, Benítez presenta ahora “La gran catástrofe amarilla” (Planeta), una especie de cuaderno de bitácora sobre su encierro forzado por el coronavirus a bordo del “Costa Deliziosa”. ¿Dónde está el elemento J.J. pues en la historia? Resulta que, antes de embarcar, el escritor dejó sin leer un documento que, dice, “proviene de una fuente muy fiable” y que podría dar con todas las claves del origen de la covid-19 como elemento fundamental en la guerra bacteriológica.
-Leyendo el libro uno se entera de cómo fue su durante, pero, ¿y el después? ¿Cómo sería el epílogo de su cuaderno?
-Pues probablemente tuviera que ser narrado desde la estupefacción. La situación es crítica y es grave en el mundo, pero a nosotros nos ha pillado con una clase política detestable. Pedro Sánchez es peor que el coronavirus. No entiendo cómo puedes paralizar un país, por grave que sea la situación, y preferir que el pueblo se muera de hambre. Espero que la sociedad reaccione.
-¿Cómo?
-Allá cada cual, solo sé que la situación es insostenible.
-¿Cómo se sintió al abrir la carta que revelaba todos los secretos del virus y que usted se había dejado en su despacho sin abrir?
-Cuando recibí la carta, no la leí. Abrí el sobre al volver del crucero. Ahí había 14 folios. La primera reacción fue de incredulidad. Llamé a mi contacto en Estados Unidos, le pregunté sobre la credibilidad de esta historia y me dijo que era absoluta. Este contacto me contó que había sido pareja de la militar que confiesa todo el plan y, que sí, que tenía que darle credibilidad. No me lo hubiera enviado si no fuera así. Volví a leer la carta varias veces y me di cuenta de que tenía mucho sentido. Y de que no era la primera vez que lo hacían.
-¿Y cómo sabe que esa revelación no viene intoxicada por otros intereses aun más ocultos?
-Como te digo, llamo a la persona que me envía la información, en Estados Unidos y trato de saber, de asegurarme de que eso tiene alguna credibilidad. Esa persona me afirma, me asegura categóricamente que todo existe. Y repito, analizando la información te das cuenta de que no es la primera vez. Llevamos 33 millones de muertos con el SIDA, que fue creado por ellos. ¿Las vacas locas? También. Hasta lo de la colza.
-No le sigo. ¿Usted es de los que cree que se trató de una intoxicación masiva voluntaria?
-Es un asunto al que la sociedad española no le ha prestado casi atención. Pero fue peor. Se trató de unos tomates envenenados que venían de un fuerte, de una base militar, donde se trabajaba para ganar armamento en la guerra bacteriológica que querían lidiar los americanos. Y se distribuyeron por Madrid y las provincias próximas. Por eso en una familia, cuando comían ensalada, los que comían tomate se intoxicaban y los que comían lechuga, no.
-Puedo entender por qué el ejército estadounidense querría que pensáramos que la culpa es de China, pero, ¿por qué querrían expandir la pandemia? ¿Cuáles son los motivos?
-Según la información clasificada que yo recibo, todo se maquina de manera minuciosa y diabólica. Automáticamente, además de preparar el virus crean sus pantallas. Es el “¿a quién le echamos la culpa de esto si llegara a ser necesario?”. Una de ellas ha sido Wuhan, los chinos. ¿Qué pasa? Que la sociedad se lo cree, de la misma manera que se creyeron lo de la colza. O de la misma manera que se han creído otras mentiras prefabricadas.
-Pero, siendo Estados Unidos el país con más fallecidos, ¿no les es contraproducente?
-Les da exactamente igual. Son daños “colaterales necesarios”, como dicen ellos. Mira, en lo de las Torres Gemelas se ve el grado de maldad que pueden tener algunos de esos militares norteamericanos. No digo el pueblo norteamericano, sino sus militares. No fueron los islamistas quienes derribaron las Torres Gemelas. Interesaba para invadir un país concreto y para ello necesitaban algo lo suficientemente grande para conseguir la aprobación mundial. Les importó nada derribarlas.
-Pero eso es una acusación muy grave. ¿Cómo la respalda?
-A mí no me interesa que me crean, yo solo expongo los resultados de mis investigaciones y sé que mucho de lo que diga saldrán ellos a desmentirlo.
-¿Quiénes son ellos?
-Depende, casi siempre es el ejército americano.
-¿Y esa maldad de la que me hablaba es económica, “malthusiana” o de qué tipo?
-En el caso del coronavirus, la información que yo tengo dice que lo que les importa y el objetivo capital es el hundimiento de la economía europea. Y se ha conseguido. En otro caso puede haber otros intereses, como reducción de población gay, negra o acabar con la superpoblación, lo que sea. En este caso concreto los palos en las ruedas son para la economía europea.
-¿Ha intentado usted presentar lo que, a su criterio, son pruebas ante algún tribunal o algún contacto militar que tenga en España para ponerles en aviso?
-No. Ni lo intento porque ya tengo experiencia en ese tema. Sé cómo son los círculos militares o de inteligencia y cuando me he dirigido a ellos lo único que conseguido es que me miren con desprecio, ironía o sonrisa diabólica. No, no me interesa ningún contacto de ese tipo.
-¿Qué opina JJ Benítez de Donald Trump?
-El señor Trump es un tonto útil. Ellos mismos en la información reconocen que se apoyan en determinados dirigentes y políticos, revistas científicas, para dar cobertura y para distraer la atención.
-Sabe usted bien que con cada libro que saca le salen una serie de críticos y detractores. ¿Qué piensa de ello?
-No me interesa nada de lo que tenga alguien que decir de mis libros. Ni las críticas negativas ni las positivas. Creo que he cumplido con mi trabajo al sacar una información y que cada uno piense lo que crea oportuno. No tengo ningún otro interés. Es más, yo estaría tranquilamente en mi casa sin necesidad de nada. Me he ganado la jubilación y no quiero líos. Las críticas no me interesan. No leo ni mis entrevistas.
-¿Qué le motiva entonces a seguir escribiendo?
-Las investigaciones que hago, la información que reúno y sacarla a la luz. He sido educado como periodista y creo que es importantísimo que si encuentras alguna información la tienes que dar a conocer.
.¿Se ha dejado usted algo por el camino o ha contado algo de lo que se arrepiente?
-Hay mucho que me he callado y que me han callado. Tengo 20 libros sin publicar. Y sigo trabajando, porque en el 2022 voy a cumplir 50 años en la investigación. Eso da para mucho.
-Siempre que se habla de libros que urge adaptar sale su “Caballo de Troya” y sus secuelas…
-Desde los noventa ha habido charlas con productores, y hace muy poco se me acercó una plataforma, pero al final no se concretó nada. Yo soy muy providencialista y creo en Dios. Si tiene que salir, saldrá.
-¿Le gustaría o le da miedo que trastoquen su obra?
-Como amante del cine querría que saliera, pero habría que hacerlo respetando el espíritu del libro y para eso se necesita muchísimo dinero.
-Antes de dejarle en paz, ¿qué opinión le merece la figura de Iker Jiménez?
-Me alegro muchísimo de su éxito. Uno de los problemas que tenemos los españoles es que somos muy cainitas. En vez de alegrarnos del triunfo y del éxito de las personas, les matamos cada vez que podemos. Iker ha sido un batallador, desde siempre. Y está muy bien que ahora tengo éxito y un respiro.