Lo dije públicamente en la presentación de un libro, en Vigo (Galicia), y casi me apedrean: en Santiago de Compostela no están los restos del apóstol Santiago.
El hermano de Juan, el evangelista, conocido como Santiago de Zebedeo, jamás pisó Galicia. Fue ejecutado en el año 44 de nuestra era. En cuanto al otro Santiago, el hermano carnal de Jesús de Nazaret y jefe de la primitiva iglesia, tampoco salió de Israel. Fue ajusticiado en el 62 de nuestra era.
En la misma catedral de Santiago de Compostela se venera igualmente la cabeza de otro Santiago: el de Alfeo, conocido como Santiago el Menor. Dicen que dicha cabeza la llevó a Galicia Berenguel de Landoria. Nada más falso. Santiago de Alfeo, uno de los doce apóstoles, gemelo de Judas Alfeo, regresó con su familia, en la orilla oriental del mar de Tiberíades, tras la crucifixión de Jesús. Allí murió y allí está enterrado.
Si la iglesia católica autorizase el análisis de los restos depositados en Compostela, los creyentes se llevarían una sorpresa mayúscula. Pero semejante noticia no se hará pública jamás. El camino de Santiago es un próspero negocio…
«El ideal gallego». (10 de junio de 1999.)