En la imagen destacada: (Foto: Sylvain Cherkaoui.)
Fuente: Jesús Castellanos. adn.es 18/11/2011.
El escritor y periodista concluye la saga ‘Caballo de Troya’ con su novena entrega.
Hace 27 años que J.J. Benítez (Pamplona, 1946) publicó Jerusalén, primera parte de Caballo de Troya. Su particular visión de la vida de Jesucristo -o Jesús, como insiste en llamarle- supuso un gran éxito y el inicio de un camino que concluye con la novena entrega: Caná.
-¿Qué siente al haber terminado una saga como esta?
-Mucho alivio. Le he dedicado casi 30 años y miles de páginas. La verdad es que si tuviera que volver a hacerlo no podría. Es más, no sé ni cómo lo he hecho…
-¿Cómo mantuvo ese ímpetu por completar la obra?
-Disponía de toda la información desde el primer momento y sabía de qué iba. Fui además el primer contagiado de toda la historia y me propuse terminarlo desde el principio. La primera víctima de la obra, en el buen sentido, fui yo.
-En esta novena parte se ve finalmente quién es Jesús
-Sí, se apunta con mucha claridad. Se define como un Hombre-Dios, que compagina la naturaleza humana y la divina. Un ser con unas características espectaculares, generoso y con buen sentido del humor. Un Jesús muy distinto al que han pintado.
-¿En qué difiere?
-El de la Biblia es un fiscal. Un personaje oscuro subido en un altar. El mensaje real no es el de la Iglesia. Jesús vino a traer esperanza a la gente que no sabe por qué está aquí.
-Usted considera que Jesús supuso una decepción para los que le rodeaban.
-Los primeros decepcionados fueron María y sus discípulos. No entendieron nada. Esperaban un mesías, un rompedor de dientes liberador de los judíos. Luego todo el relato se retocó a conveniencia. Los Evangelios son la mayor vergüenza de la historia. Lo que dicen no tiene nada que ver con lo que Jesús dijo o hizo.
-¿Cómo cree que vería la situación actual de protestas?
-Sería fumador. Estaría con los malditos y los desposeídos.
-Escribió la obra a raíz de recibir unos documentos secretos. ¿Añadió algo de usted?
-No. Estos son unos libros que no tienen nada de imaginación.
-¿Publicará los documentos?
-Pensé en hacer algo así cuando muera pero no creo que aportasen gran cosa.