Es mi tío. Uno de los muchos que tengo, o que tenía. Juan fue especial. Un día apareció por mi casa, en el viejo cuartel de la Guardia Civil, en San Francisco, en Pamplona (España). Yo debía de tener un año, quizá menos. Y caí enfermo. Algo grave, por lo que oía comentar. Mi tío, entonces, se asomó a la cuna y pronunció aquellas palabras:
– No comeré hasta que el niño se ponga bien…
Y dicen que así fue. Mi tío Juan no probó bocado hasta que yo mejoré. Después, cuando me restablecí, me regaló un pequeño camión de caucho. Era rojo. Al poco perdió los faros, pero siguió siendo mi primer juguete y mi primer confidente.
Durante años hablé con un camión de caucho. Espero volver a verlo tras la muerte…
Juan López Simón.
J.J. Benítez a los cuatro meses.