Me enseñó a mirar. No todo el mundo sabe mirar. Ezequiel Rodriguez Ruiz me enseñó cómo los colores cambian según sobrevuelen uno u otro lugar. Me enseñó a distinguir los silencios, tan importantes en la vida. De él aprendí a contemplar el invisible crecimiento de los árboles y me enseñó por qué llegan tan altos. “Los árboles crecen – dijo – porque no se entretienen en mirar a los estúpidos seres humanos”. Algo de razón llevaba. Me enseñó el milagro de las flores que después se convierten en fruto. Me enseñó, sobre todo, a esperar…
(Fotos: J.J. Benítez.)