J. J. Benítez.
«El primer misterio al que me enfrento en mi vida es la muerte»

Fuente: ENIGMAS nº 222 Mayo 2014. Bruno Cardeñosa y Francisco Contreras Gil.

56 libros después, J.J. Benítez publica un trabajo cargado de esperanzas, en el que se hace muchas preguntas y facilita todavía más respuestas. El objetivo: que el lector sepa que más allá de esta vida, hay más vida…

Una vez más, ha roto todos los protocolos establecidos. Nadie lo esperaba. Y a nadie ha dejado indiferente. Él es así, un curioso, un soñador, un rebelde con causa. Juan José Benítez, el hombre que quería ser pintor y que el destino quiso que fuera -que sea hoy-, el referente del periodismo y de la literatura heterodoxa en nuestro país, vuelve a sorprendemos con un nuevo trabajo de investigación diferente.

Semanas atrás, el que además de amigo es uno de los colaboradores de referencia en las páginas de esta publicación, nos recibía en un céntrico hotel de Madrid. Y así, con el don de palabra que únicamente tienen aquéllos que sin imágenes son capaces de dibujar con maestría un instante, nos desveló algunas de las claves que se ocultan en este nuevo -y diferente- ensayo. Diferente porque tras su exitosa saga Caballo de Troya, o sus libros sobre los «no identificados», Benítez se ha sumergido en un registro que nadie salvo sus más allegados conocían.

Una investigación que comenzó en silencio, de la que nunca había comentado o publicado detalle alguno, plagada de interrogantes, pero también de muchas certezas sobre el gran enigma que angustia y despierta una infinita curiosidad a partes iguales: el más allá, la vida después de ésta, la supervivencia de algo a lo que podemos llamar alma a expensas de conocer otra forma mejor de nombrarlo. Un viaje que comenzó, tal y como asegura el escritor, hace más de cuarenta años. Pero antes…

J. J. Benítez.

Recorte de la revista Enigmas.

-La primera pregunta obligada es, después de un viaje algo accidentado a México para presentar tu nuevo libro, ¿estás bien?

-Estoy bien a medias; sí, estoy bien. Porque la intuición, o como queramos llamarlo me permitió escapar del segundo intento de secuestro en mi vida. Es una lástima, porque es un país maravilloso, pero es un desastre; hay muertos todos los días, no puedes agarrar un taxi… y, en fin, alguien estaba allí preparando algo con no muy buenas intenciones.

-Nos alegramos de que estés bien. Y ahora, al libro. Tus trabajos de investigación siempre han estado relacionados con los OVNls, misterios del pasado, la figura de Jesús de Nazaret… ¿Por qué ahora una obra dedicada a un asunto como la muerte?

-Yo creo que está todo relacionado. El fenómeno OVNI tiene más vinculación con la muerte de lo que podamos imaginar, por lo menos eso creo yo. Yo empecé en el 68, y el primer tema de misterio al que me enfrenté fue éste, el de la muerte. No arranqué con el mundo de los OVNIs hasta seis años después de la primera investigación dedicada a la muerte. Desde 1968 he ido acumulando información, investigando casos, y hubo un momento en el que llegué a la certeza de que estábamos ante un fenómeno real, como el de los OVNIs. Es decir, llegué a la conclusión de que estas experiencias son ciertas. Hay gente que ha visto a familiares y amigos muy cercanos fallecidos y no lo cuentan por razones obvias, porque es un tema muy personal. Pero son hechos reales, no son un invento.

-La sensación que da es que en ocasiones hay evidencias de que hay algo que desde «otro lugar» está echando una mano a los que están aquí, algo que te hace pensar que los testigos no se lo están inventando…

-Sí. Hay un caso al respecto que me impactó. El de una familia cuyo hijo se mata en un accidente de tráfico -con su mujer y sus dos niños pequeños- y al cabo casi de un año, una de las hermanas, en sus casa, con sus niños pequeños también, se acuesta, ya las dos o tres de la madrugada escucha un silbido muy fuerte, como el que solía hacer su hermano, y el toque de los nudillos en la madera de la puerta, tal y como también hacía habitualmente el fallecido. Ella se levanta y corre escaleras abajo hasta que se planta delante de la puerta, y es entonces cuando se queda quieta, consciente de que su hermano no puede ser porque está muerto. En ese instante huele a gas; estaba toda la casa llena de gas porque había una fuga en el horno. Rápidamente despertó a todos, abrió las ventanas para ventilar… y no pasó nada. Y al abrir la puerta, al otro lado no había nadie. Era como si la intencionalidad del hermano que, repito, llevaba muerto casi un año, hubiera sido avisar a la familia para que no les ocurriese nada.

-¿En esta investigación dedicada a la muerte han influido las experiencias personales que has tenido con el «otro lado», como la muerte de tu padre o tu operación a vida o muerte?

-Ha influido todo. El primer impacto fue el caso de Miguel París, en Zaragoza. Y lo fue por la persona que era. Fue en 1968. Entonces yo trabajaba en el Herado de Aragón, y me llegó la historia de este hombre, que fue miembro de la División Azul. Se encontraba el 18 de enero de 1942 en el frente de Novgorod, en Rusia, y tenía que llevar unos fulminantes de una posición a otra. Entonces me contó que empezó una ventisca muy fuerte y los rusos comenzaron a bombardear la zona. Le cayó una granada muy cerca, lo dejó medio ciego, y se perdió en la nieve. En ese instante apareció un compañero suyo, de Fuenmayor (La Rioja) que le dijo que fuera con él. Miguel lo reconoció. Era Francisco Bakaikoa de Marcos. Al cabo de unos minutos de seguirlo entre la nieve, lo dejó en la posición correcta. Y únicamente le dijo: «yo sigo», y continuó. Pues bien, al cabo de unos meses, hirieron de nuevo a Miguel, y al llegar al hospital comentó con unos compañeros el extraño episodio que vivió en la nieve, y éstos rápidamente le dijeron que era imposible, porque Francisco había muerto en noviembre de 1941, es decir, setenta días antes de su encuentro en Novgorod. Su caso me puso en marcha. Después se fueron mezclando y ratificando con el resto de sucesos y experiencias personales. Al final, cuando tienes tanta información, confirmas lo que sospechas, tienes la seguridad de que dichos sucesos son reales. Yo fui consciente tras la muerte de mi padre y de mi operación. La muerte asomó la nariz. No me asusta la muerte; sí la forma de morir pero no la muerte. Es más, tengo demasiada curiosidad por descubrirla y cuando lo haga no creo que pueda contarlo en otro libro…

-¿Qué es la muerte para J.J. Benítez?

-La muerte, para mí, es volver a casa. Y esa casa es la realidad, la auténtica realidad. La muerte es uno de los inventos más maravillosos que se han hecho, lo que pasa es que tiene muy mala prensa, y por eso la gente no se quiere morir, claro. Piensan que la vida es lo único que hay, y punto, y no es cierto.

-¿Y no piensas que deberían ayudarnos a prepararnos para ella, más que a tenerle miedo al último instante?

-Sí. El objetivo capital de Estoy bien es, sin la menor duda, quitarle hierro a la muerte. Que la gente que lo pueda leer se dé cuenta de que es cierto que después de la vida, hay mucha más vida, pero física, real, que esto de ahora a veces no es más que un suspiro, y otras una pesadilla. Por lo que he podido investigar, y otros antes que yo, por supuesto, después hay un lugar, un plano, una dimensión a la que no hemos tenido acceso todavía, técnicamente; no sabemos cómo llegar allí. Pero hace décadas tampoco estábamos preparados para llegar a la Luna, pero la Luna estaba ahí. Y al final se llegó…

J. J. Benítez.

«La muerte está muy bien pensada. Fue diseñada como un camino corto, sencillo, como la puerta para pasar de un estado a otro; para ir de aquí a otro lugar…»

-En Estoy bien expones más de 160 casos, donde se mezcla el Benítez investigador, con datos, nombres y apellidos, y el más personal, donde dejas entrever tus propias creencias. Pero si tuvieras que convencer a personas tan descreídas con respecto a lo que hay después de la muerte como nosotros, ¿qué nos dirías?

-Yo no quiero convencer a nadie. Es la «primera premisa» que me planteé cuando me puse a escribir este libro. No intento convencer a nadie; no me interesa. Mi trabajo es reunir la información, después de muchos años y de bastante esfuerzo. Además si te fijas en los casos difícilmente doy una opinión; tan sólo al final hago unos breves comentarios, pero en el caso en sí casi nunca hay un posicionamiento. Porque mi intención es que sea el lector el que saque sus propias conclusiones.

-Yendo a la parte más «mágica» de Estoy Bien, ¿cómo se dio esa «casualidad» que siempre hay en tus libros, para que se gestara esta nueva obra? ¿Qué criterios seguiste para la selección de los capítulos?

-¿Cómo seleccioné los casos? Cuando esa «nave nodriza» que siempre está presente me dice que es el momento de publicar el libro me encuentro con un problema grave: el gran número de casos. Son 46 años investigando, dando la matraca, y no podía sacar todos los que he investigado. Por tanto hice lo que he hecho en otras ocasiones. Cogí todos los casos, los puse en papelitos y los metí en un vaso grande. Lo agité y fui sacándolos y apuntándolos. Me quedé bastante sorprendido. Aunque te tengo que decir que hice alguna trampa a la «nodriza» porque no respeté el orden en el que salieron…

-Otra de las lecturas que se puede sacar de tu libro es que nada ocurre por casualidad, ¿verdad?

-Nada. Yo hace ya mucho que pienso que nada de lo que nos ocurre en la vida -no sólo a mí, sino a todo el mundo- es por casualidad. Todo está programado, todo, hasta el más pequeño detalle está perfectamente estudiado. No sé por quién, pero me lo imagino… En cierto modo es algo que indica que estamos protegidos, que hay un orden que no vemos pero que podemos intuir, para que cumplamos lo que tenemos que hacer.

J. J. Benítez.

«La muerte es uno de los inventos más maravillosos que se han hecho, lo que pasa es que tiene muy mala prensa, y por eso la gente no se quiere morir».

-En Estoy bien nos hablas de los «resucitados». ¿Quiénes son?

-Yo los llamo «resucitados» para diferenciarlos y distinguirlos de los fantasmas. No dudo de que existan pero creo que los fantasmas o espectros son otra cosa. Me he centrado en experiencias de personas con amigos cercanos y familiares de los testigos. Esa era la condición básica para investigar. Hay muchos sucesos con apariciones de personas que están muertas en sus domicilios, pero en muchos el testigo no conoce al protagonista de la aparición, no sabe quién es. Esos no me interesan porque realmente no sabemos qué son. Yo no digo que no sean reales, pero no sabemos quiénes son. He querido hacer una investigación más concreta, más objetiva, con casos en los que padres, madres, abuelos, abuelas, hermanos, hermanas y amigos muy cercanos hablan a los testigos y dan un mensaje.

-Entre los testimonios que has recopilado, ¿has encontrado alguno de «resucitados» que pertenezcan a suicidas?

-Sí, hay muchos. Pero hay uno sobre todo que a mí me impactó mucho por lo que representa, ya que la sociedad en general tiene una imagen muy equivocada de los suicidas. En este caso se trataba de una pareja que se rompió; ella vivía -vive- en Barcelona, y él en un pueblecito de Murcia. Pues bien, la chica tuvo un sueño muy raro en el que tropezaba con el chico, en su pueblo, en Murcia, y despertó sobresaltada al punto de que incluso se dio con la cabeza en la litera, pensando que había ocurrido algo. Y efectivamente, horas después una amiga le informó de que él se había ahorcado la noche anterior, a la hora justamente en la que ella estaba soñando con él. Y entonces recordó que en ese sueño el chico le comentaba que «allí» no tenía ya nada y que se iba. Lo interesante es que hubo un segundo sueño, donde se volvieron a «ver», y él le dijo que estaba muy bien, pero que no podía salir de donde se encontraba, porque no estaba permitido. Es curioso que a pesar de que la relación se había roto, de que era irreconducible, de que él además había entrado en el mundo de las drogas, en ese sueño, al igual que ocurre con el 40% de los casos que he recogido, el «resucitado» insiste en decir al testigo que no se preocupe, que no llore más, que están bien.

-¿Quién inventó o, si se puede decir así, «diseñó» la muerte?

-Vosotros ya conocéis la respuesta sobradamente. Tal y como la concebimos es un diseño de las diferentes religiones para que el ser humano tenga miedo, y así poder tenemos controlados. Pero la realidad es otra. La muerte está muy bien pensada. Fue diseñada como un camino corto, sencillo, como la puerta para pasar de un estado a otro; para ir de aquí a otro lugar. Es un procedimiento. Y se ha hecho con una intencionalidad muy concreta. La vida está diseñada para que pienses que no hay más, y eso es falso: hay más.

-¿A lo largo de las páginas de Estoy bien vuelves a denunciar intereses religiosos, pero también muestras que hay esperanza, que se debe tener esperanza ante los hechos recopilados?

-Sobre todo lo segundo. Intento transmitir esperanza, y no porque yo lo diga. Yo no interpreto las experiencias, los casos están desnudos y quiero que el lector los lea y como decía anteriormente, que saque sus propias conclusiones. La muerte es un suceso al que todo el mundo le tiene miedo. Seguramente por ignorancia, porque las religiones se han ocupado de metemos el miedo durante siglos. En Estoy bien no verás muchas alusiones religiosas, ni a las iglesias. Ni siquiera se habla de Dios, solamente en un caso se le cita, pero es al que algunos testigos llaman el «Dios Azul» -porque al preguntarle que cómo es, responden que de este color-. Denuncio que la muerte no es el fin y muestro, con los casos, que hay esperanza.

J. J. Benítez.

-¿Cómo hacer ciencia de unas manifestaciones que no se pueden llevar al laboratorio?

-El error es considerar que la ciencia siempre tiene razón. Y en este caso es imposible llevar estos casos a un laboratorio. Como mucho podríamos llevar objetos afectados por la presencia de los «resucitados», por sus apariciones. Siempre digo lo mismo: para mí, los testimonios son sagrados mientras no se demuestre lo contrario. El testimonio de una persona te puede llevar a la silla eléctrica o a la libertad; el testimonio de las personas es muy importante. Desechados los fraudes de diferente tipo, ¿porqué no es importante ese testimonio? ¿Por qué no vaya darle credibilidad? A mí, la ciencia me da igual, me importa un pimiento; la ciencia me trae sin cuidado desde hace mucho tiempo…

-¿Eres consciente de que miles de personas van a repetir, a interiorizar como si fuese un mantra, el título de tu libro? Estoy bien…

-No. Y el «Dios Azul» que menciono hace que no lo sea. Sería terrible para mí ser consciente de eso. No, no soy consciente de ello. Yo estoy en otra cosa.

-Y hablando de eso mismo, ¿en qué estás trabajando ahora? ¿Cuál será tu próxima aventura?

-Seguir investigando. Mirad, tengo setenta años, y he llegado a un punto en mi vida que me interesa mi trabajo. Vosotros sabéis que me quería retirar pero parece ser que no puedo. Si el libro va bien, estupendo. Pero no aspiro a estar entre los más vendidos, o a estar entre las listas de éxitos. Este libro lo he querido hacer para contar cosas. Lo que vaya seguir haciendo es mi trabajo, investigar. Ahora estoy con un caso muy importante relacionado con OVNis. Un Roswell español. No sé si lo publicaré. Hasta ahí te puedo contar…

-Estaremos atentos, porque de lo que no hay ninguna duda es de que tienes la capacidad de seguir sorprendiendo a tus lectores, entre los que, por supuesto, nosotros mismos nos encontramos. Gracias por tu tiempo Juanjo.

-Gracias a vosotros.

J. J. Benítez.

UN SUEÑO CON F. JIMÉNEZ DEL OSO

No lo cuento en Estoy bien y estuve a punto de hacerlo. Algunos de los casos están marcados por el mundo de los sueños. Yo tuve un sueño con Fernando. Cuando muere Fernando, el día de Resurrección de 2005, algo muy propio de alguien así, soñé con él. Fue un sueño muy real, muy vivo. Yo estaba en una carretera, en un páramo. Y le vi al lado de la misma. Entonces me acerqué a su altura, le iba a saludar, a hablar con él, pero no me dejó ni respirar. Estaba muy enfadado. Me decía que por qué había abandonado el tema de las piedras de Ica. No pude responderle, y se acabó el sueño… Yo nunca abandoné el tema de las piedras de Ica. Sólo lo dejé un poco aparcado, a la espera. Ese sueño hace que tenga más curiosidad y dudas de nuevo…

CUESTIONES PENDIENTES…

Sobre el misterio del avión de Malasia… ¡Vaya historia!

Tanto si se encuentra como si no se encuentran los restos del avión, es todo un misterio. Si aparecen los restos será un accidente y se cerrará el caso. Si no, podría ser un secuestro. Sea como fuere, los pilotos son clave; desapareció literalmente…

Han pasado veinte años de la desclasificación OVNI militar en España y…

Fue y es una tomadura de pelo. La desclasificación militar OVNI en España es una mentira, una vergüenza y no tiene solución. Los militares están al servicio de quienes están… Que cada uno saque sus propias conclusiones.

Y sobre la desclasificación militar OVNI en otros países europeos y sudamericanos…

Igual que en España. Lo mismo, más de lo mismo, como ha ocurrido en España. Ninguna desclasificación militar OVNI ha sido honesta, ni lo será. Todos guardan cosas…

¿Cómo ves el periodismo de misterio en nuestro país y las nuevas corrientes de investigadores-periodistas que se interesan solamente por el aspecto social de los casos?

Es un momento difícil. Lo veo regular. Debería haber más investigadores y periodistas como vosotros y como Lorenzo. Debería haber treinta jóvenes batallando. Pero no los hay; reporteros que acudan al lugar, entrevisten a testigos, recaben pruebas. Respecto al estilo del periodismo social de misterio, no le encuentro ningún sentido. Sólo se acerca a una parte del misterio, a una parcela. La investigación es la que es. Aquéllos que han perdido tiempo, dinero y ponen todo su esfuerzo en sacar y mostrar los casos, no pontifican y no se quedan sólo con lo social.

J.J. Benítez

J.J. Benítez

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