No conozco a nadie con un control tan absoluto de sí mismo (al menos frente a un micrófono).
Me impactó desde el primer día que le oí.
Jesús Quintero («el loco de la colina») es pura poesía. Hay que dejarlo hablar, suponiendo que quiera hablar….
Me ha entrevistado algunas veces y he sido yo el que ha disfrutado.
En cierta ocasión, en Radio Nacional, en Sevilla, me las hizo pasar canutas…
Podían ser las doce de la noche.
Jesús me entrevistaba. Hablamos de ovnis y otros enigmas.
La emisora estaba desierta.
En un rincón se percibía la silueta de la señora de la limpieza.
De pronto, el loco la llamó.
La buena mujer se presentó y Jesús la invitó a que se sentara con nosotros.
Un minuto después, en directo, comentó:
– Ahí les dejo… Me voy a tomar un café…
Y se fue.
Salí del paso como pude.
Regresó a los quince o veinte minutos, feliz. Por esas cosas, todos (o casi todos) le amamos.
Jesús Quintero, entre Blanca y Juanjo.