Fuente: ANDRÉS GUERRA, BARCELONA – 22/XI/2019 La Vanguardia.
En los años 60 del siglo XX, la NASA llevó a cabo un proyecto secreto para alterar el tejido de la realidad y permitir el viaje en el tiempo. Tras infinidad de pruebas, se decidió que la cápsula Santa Claus, la nave usada para tal prodigio, fuese enviada a la época de Jesús. El ingenio se materializó sobre el Monte de los Olivos de Jerusalén con dos hombres de nuestra época abordo y que adoptaron los nombres de Jasón y Eliseo. Su misión, conocer a Cristo en persona.
Esta es la tesis que revolucionó las librerías, las conciencias, los platós y los más altos estamentos de la Iglesia en 1984. Aquel año se publicó Caballo de Troya y la figura de Jesús cambió para millones de personas. Su autor, el periodista español Juan José Benítez (Pamplona, 1946), siempre ha sostenido que el relato es cierto, que se limitó a novelar la información confidencial que una persona conocedora de su trabajo decidió filtrarle.
La destreza para hilvanar los primeros pasos del relato como una novela de espías, el dominio del lenguaje científico y su propio testimonio, contribuyó a tejer una aureola de veracidad sobre un relato fascinante. Ahora, esa epopeya llega a su fin: tras más de 100 ediciones, ocho continuaciones y cerca de cinco millones de ejemplares vendidos, El diario de Eliseo (Planeta) cierra la saga sobre Jesús de Nazaret.
Nueve caballos de Troya, El día del relámpago y, ahora, El diario de Eliseo. El epílogo de su obra magna proviene del astronauta que quedó en segundo plano durante toda la saga. ¿En qué complementa Eliseo a Jasón, autor intelectual de los anteriores diarios?
Según la información de Caballo de Troya, la vida pública del Maestro fue de unos cuatro años y pico y en este volumen se cuentan los dos años y tres meses últimos. Sabremos más de la trama para clonar a Jesucristo trayendo su ADN al presente, y toda la actuación del segundo piloto. Eliseo es un soldado que cumple una serie de órdenes distintas a las que recibió el Mayor, rango militar de Jasón.
-¿Por qué le hacen llegar a un periodista español un relato tan extraordinario? Habría, hay y habrá infinidad de colegas norteamericanos dispuestos a explicarlo.
-Esto lo explica el Mayor en El día del relámpago. Elabora una lista de periodistas norteamericanos a quienes ofrecerle el relato pero al final cree que ninguno se iba a interesar lo suficiente por él. Y por la sencilla razón de que en ese momento estaban demasiado metidos en otras guerras políticas. El Mayor no sabe cómo actuar y lo deja en manos de la Providencia y… yo hace mucho que no creo en la casualidad. Presentaba en México mi libro El enviado en un programa de TV de gran audiencia y este hombre, que vivía retirado en Yucatán, consigue mi teléfono y me contacta.
-Mantengamos el misterio aceptando que lo que cuenta está basado en la verdad. En la información confidencial que le hicieron llegar. ¿Cuánto ha añadido de cosecha propia?
-Prácticamente nada, aunque sea difícil de creer. Durante bastante tiempo me limité a comprobar si esa información, o al menos parte de ella, era real. Así, dediqué horas y horas a verificar infinidad de notas a pie de página con científicos, expertos, especialistas, viajé 15 veces a Israel… Traté de averiguar todo cuanto pude.
-En esa labor de contrastación de datos, ¿recurrió más a la historia para encajar el relato que nos cuentan estos dos militares o a la ciencia para entender si podía ser cierto?
-Como te digo, he hablado con muchos científicos pero también me vi desbordado por esta figura de Jesús de Nazaret, mucho más bella e interesante que la que me había vendido la religión. Me quedé con esa lámina.
-He leído en una entrevista que califica como infumable el Jesús de los Evangelios. ¿En qué aspecto no le gusta?
-Diría que en todos. Cuando comparas la información que ofrecen los volúmenes de Caballo de Troya con la de los Evangelios canónicos, te das cuenta de muchas cosas. Pero aunque yo no dispusiera de esa información, si examinas los Evangelios con un mínimo de objetividad, hay cosas que no se sostienen bajo ningún concepto. Entiendo que ciertos prodigios han sido introducidos por interés en posteriores momentos de la historia. Pero es que para empezar, los cuatro evangelistas escribieron sus textos 60 o 70 años después de la muerte de Jesús y el periodista sabe lo que ocurre cuando relata un hecho tan solo 24 horas después de que haya sucedido: no se ajusta a la verdad. Además, quienes escribieron esas copias de copias eran discípulos de los discípulos; el desbarajuste es tremendo. No hay un pasaje en el que se cuente algo verdaderamente cierto: están cambiados personajes, frases, paisajes, palabras… Un desastre.
-Durante 200 semanas, Caballo de Troya se mantuvo como número 1 en ventas. ¿Qué sentía al ver la pasión que levantaba su libro?
-Yo estaba como flotando, como en una nube. No era fácil de asumir. Con el tiempo todo reposa, las cosas se tranquilizan y te das cuenta de que eso no es importante sino que la información llegase a tanta gente.
-¿Cuándo comienza su especial relación con Jesús? ¿Fue en 1978, cuando se desplazó a cubrir los descubrimientos que habían efectuado sobre la Sábana Santa una serie de científicos vinculados a la NASA?
-Justo entonces. El Jesús de Nazaret que me habían enseñado los hermanos maristas no me convencía nada. Aquel juez y fiscal severo no me llenaba. Cuando esos científicos –que no eran católicos ni protestantes, sino simplemente científicos– realizan más de 200 pruebas sobre la Sábana de Turín, comienzo a fascinarme por la figura de Jesús de Nazaret. Y comienzo a soñar cómo habría contado su vida un periodista. Siempre digo que hay que tener mucho cuidado con los sueños, porque a veces se cumplen. Escribí El enviado y lo demás, ya lo sabes.
-Sin embargo, estudios más recientes sobre la Síndone arrojaron datos decepcionantes: el tejido no es de la época de Cristo. La propia Santa Sede confirmó este punto en 1999. ¿Cómo se sobrepone uno a ese varapalo?
-Hay que aclarar algo importantísimo: la prueba del carbono-14 se hace sobre unos fragmentos de la tela, unos remiendos en los extremos. Y esos remiendos son obra de unas monjitas a consecuencia de un incendio. La antigüedad de esos remiendos nos lleva a los siglos XIII-XIV. Pero ahí no está la imagen. Los experimentos que se realizaron en 1978 siguen siendo correctos y explican que esa impronta no es normal: es tridimensional, flota sobre el lino, etc. Y claro que es un crucificado. Ningún falsificador hubiese podido trazar los azotes con esa exactitud o diseñar la herida del costado. Estaríamos días hablando de ello.
-¿Cómo es su relación actual con la Iglesia?
-Cuando sale el primer volumen, en los púlpitos me crucificaron, así que por simple coherencia, tiempo después decidí abandonar la Iglesia católica. Me hice apóstata, pero nunca me excomulgaron.
-La saga Caballo de Troya permite entender como nunca a Jesús de Nazaret. Aunque la tesis de tu obra es que se trataba de un ser llegado de un lejanísimo punto del Universo pero del plano físico y la religión explica lo que ya sabemos, la Iglesia jamás te ha agradecido esta contribución para acercar a Jesús a los no creyentes, al contrario. ¿A ningún sacerdote le ha gustado su obra?
-He hablado con muchos sacerdotes, también con una asociación –no sé si existe– de clérigos casados, y todos estaban de acuerdo en que el Jesús de Nazaret de estos libros es más próximo a la verdad de lo que ha contado la religión. Sí que hay muchos sacerdotes de acuerdo con los caballos. Pero también hay una jerarquía que no: en estos libros se dice que Jesús no fundó ninguna Iglesia y estás atentando contra su negocio.
-Tras años de negaciones, Christopher Sherwood, portavoz del Departamento de Defensa americano, afirmó en julio que están investigando el fenómeno OVNI y admite que hay numerosos informes que atestiguan estos casos. ¿Cómo valoró la noticia un ufólogo de su experiencia? ¿A quién decir ‘os lo dije’?
-Cuando leí esa noticia me sonreí. El fenómeno OVNI lo están investigando los militares prácticamente desde la II Guerra Mundial. En secreto y por todos los países desarrollados. De vez en cuando se produce una filtración como esta y me parece muy bien. Pero es el chocolate del loro: el Pentágono tiene naves estrelladas con las criaturas que había dentro de ellas. Seres pequeños, de un metro de altura. ¿De qué me están hablando?
-Descartado entonces, según sus investigaciones, que los OVNIs sean prototipos de otra potencia terrestre, China, por ejemplo, ¿por qué no revelar su existencia?
-Ellos saben perfectamente que el fenómeno es real, antiguo y que no es una sino muchas civilizaciones las que nos visitan. Tienen pruebas definitivas que si se mostrasen a la opinión pública todo el mundo se quedaría perplejo. Pero eso sigue bajo siete llaves como secreto militar por el equilibrio que produciría en el mundo. Se les caería el negocio: el contribuyente podría plantearse por qué seguir costeando el gasto en Defensa si no pueden defendernos de civilizaciones netamente superiores.
-¿Cómo explica que ahora que todo el mundo lleva en el móvil una cámara de 12 mpx los OVNI hayan dejado de manifestarse con la frecuencia de décadas anteriores?
-Hay muchas imágenes captadas en los últimos años mediante móviles pero no trascienden a los medios de comunicación. O trascienden muy poco. De los 50 a los 80 se produjeron oleadas de OVNIs, es decir, numerosos avistamientos en todo el mundo y en algunos lugares concretos, de forma masiva. Eso no se ha vuelto a producir. Si se produce una nueva oleada, que se producirá, el fenómeno resurgirá de nuevo.
-Perdone que le haga la pregunta a bocajarro pero, precisamente por ser el ufólogo español con más experiencia, ¿en qué basa esa afirmación?
-Cuando estudias el fenómeno, yo llevo 47 años, ves que son oleadas cíclicas. Aunque no entiendas las razón. Ha sucedido muchas veces en la historia de la humanidad, no solo desde la II Guerra Mundial hacia aquí.
-Cumplió 73 años en septiembre. Ha tenido cuatro hijos, once nietos y ha publicado sesenta y dos libros. ¿Qué retos le quedan?
-Afortunadamente para mí, creo que pocos. Sigo la investigación OVNI a diario y también la del fenómeno de la muerte, que me interesa muchísimo. Lo que intento es sacar información a flote. Ahora estoy trabajando en una colección de ocho libros sobre el fenómeno OVNI, tocando todos los palos. He escrito cuatro, se ha publicado uno e intentaré llegar al octavo.