Fuente: PRONTO 9-X-2017. José de Santiago – Alberto Ortega.
El famoso autor de «best-sellers» acaba de publicar un libro con el que intenta acabar con el mito del guerrillero argentino.
Este 9 de octubre se cumplen 50 años de la muerte del Che Guevara, un ídolo para todos los revolucionarios del mundo y un mito que el escritor J. J. Benítez intenta destruir en «Tengo a papá. Las últimas horas del Che» (Editorial Planeta), un libro demoledor en el que, según su autor, dibuja el perfil de «un hombre desequilibrado, violento, machista, muy culto pero muy poco tolerante».
Benítez ha investigado durante seis años a partir del testimonio de un exagente de la CIA, con el que se entrevistó en EE.UU. en el 2011, al que en el libro llama Mendi y que fue testigo de la muerte del Che en una aldea al sudeste de Bolivia; en los diarios de un guerrillero que acompañó a Guevara desde Cuba hasta su muerte, y en los de un oficial del ejército boliviano que participó en su captura.
Benítez nos presenta a un Che «ególatra, malhumorado, despiadado, ambicioso, caótico y muy sucio. Era un radical que estaba a favor del marxismo maoísta chino. Por eso, se enfrentó a Fidel Castro, aliado de Rusia. Sus fricciones vinieron por desaveniencias ideológicas», dice.
PRONTO: No concuerda lo que afirmas con la imagen que tenemos de ese hombre…
J. J. BENÍTEZ: Lo único que le importaba era la guerra para combatir al imperialismo yanqui. Quiso lanzar bombas sobre Estados Unidos. Era un demente sanguinario. No tiene nada que ver con lo que nos habían contado.
P: ¿Insinúas que tenía un punto de locura?
J.J.B.: Para sus detractores, era un psicópata. Sus hombres le respetaban y le temían. Disfrutaba fusilando a sus enemigos. Uno de sus guerrilleros dijo que les insultaba por cualquier motivo, que su violencia verbal era terrible.
P.: ¿Tampoco era tan culto?
J.J.B.: Eso sí, tenía una cultura enciclopédica. Murió con 39 años y había leído más de 4.000 libros. Llevaba siempre con él una maleta llena a rebosar de libros.
P.: ¿Y lo de sucio?
J.J.B.: Podía pasarse días sin lavarse, no cuidaba su aspecto personal, olía fatal.
P.: ¿Tenía obsesión por las fotos?
J.J.B.: En este sentido era un narcisista y un ególatra. No paraba de hacerse de fotos y algunas fueron dejando pistas de dónde estaba…
P.: En el libro afirmas que su «gran amigo», Fidel Castro, le traicionó.
J.J.B.: Le mandí a Bolivia para quitárselo de encima, le veía como un opositor, estaban en desacuerdo en muchas cosas. Le envió a la selva con mapas falsos y escasez de armas y víveres, para que lo capturaran y lo mataran.
P.: ¿Tuvo errores estratégicos?
J.J.B.: Sus hombres le decían que los mapas estaban mal y que la guerrilla no contaba con el apoyo del campesinado boliviano. No tenían logística. En esa situación tendría que haberse marchado, pero él siguió adelante, condenando a más de 40 soldados a una muerte segura. Además, actuaba como un suicida, se lanzaba el primero a la batalla y eso le granjeó simpatías en Cuba. Pero la cosa cambió cuando dejó el castrismo.
P.: ¿Cómo murió?
J.J.B.: Asesinado. Tras apresarle, le encerraron en una habitación y le agujerearon con nueve impactos de bala, que afectaron a sus órganos vitales. Alguien, incluso, quiso cortarle la cabeza…
P.: ¿Sus restos está en el mausoleo de La Habana?
J.J.B.: No, sigue enterrado en Bolivia. Su cuerpo fue incinerado y, como no se quemaba del todo, lo desmembraron y lo enterraron en cuatro lugares de un cuartel. En Cuba tiene un memorial con los supuestos restos del Che, pero los servicios de inteligencia militar y el Alto Mando bolivianos guardan las fotos realizadas y las coordenadas geográficas de los cuatro emplazamientos. Los cubanos prometieron analizar el ADN del supuesto esqueleto del Che, pero nunca hicieron público los resultados.
P.: ¿Has recibido amenazas por lo que revelas en esta biografía?
J.J.B.: Lo que se dice no ha gustado nada a las autoridades cubanas. Los servicios secretos de ese país son peligrosos. Tuve que tener mucho cuidado cuando investigaba, porque el Che es un personaje idolatrado y, en Bolivia, los militares tenían sus reservas.
P.: ¿Pasaste miedo?
J.J.B.: Durante la investigación no, pero ahora sí me siento preocupado porque desmitificar a este señor, molesta.
P.: ¿Por qué ese título para el libro?
J.J.B.: Se refiere a la clave con la que el ejército boliviano informó del apresamiento del Che cerca de La Higuera.