Fuente: ANTONIO G. ITURBE. «Qué leer». Nov. 2011.
En 1984 apareció «Caballo de Troya: Jerusalén», el arranque de un descomunal proyecto literario que, a lo largo de nueve libros y más de 5.000 páginas, ha ido desgranando la vida y milagros de Jesús de Nazaret, un personaje extraordinario que es incomprendido hasta por sus propios discípulos. «Caná. Caballo de Troya 9» (Planeta) cierra esta controvertida serie tras veintisiete años y millones de libros vendidos.
(FOTO: GERMÁN FERNANDEZ.)
Jesús de Nazaret es, para muchos, un dios; para algunos, un símbolo de la paz; para otros, una superchería. Los historiadores no se terminan de poner de acuerdo. Algunos no ven base documental para afirmar que existiera un predicador con esa proyección pública en Judea de hace 2.000 años. Otros dan por buenas las noticias sobre un «hacedor de maravillas» en las crónicas de Flavio Josefo, aunque son bastante posteriores. El Talmud, la versión oral de la Torá judía, lo nombra aunque sea para burlarse de él. Y está el Nuevo Testamento, claro. Los escritos del Nuevo Testamento más antiguos que se han encontrado datan de al menos 130 años después de la muerte de Jesús. Por eso su veracidad o su precisión son puestas en duda.
Lo cierto es que la figura de Jesús es una de las más conocidas universalmente y, sin embargo, la información sobre él es de lo más gaseosa. Nadie hasta ahora había acometido la tarea colosal de glosar su vida en nueve volúmenes y sobre 5.000 páginas. J.J. Benítez lleva más de veinticinco años dedicado a la tarea. Desde la primera entrega de la serie Caballo de Troya, donde se nos mostraba la muerte de Jesús y su no del todo aclarada resurrección, ha ido reconstruyendo el rompecabezas de su vida. ¿Y con qué información? Benítez ha realizado numerosos viajes de investigación a Próximo Oriente y los Estados Unidos (y ha consultado cientos de fuentes documentales). Pero, naturalmente, tiene una que nadie más posee y le permite decirnos cuáles eran las preferencias gastronómicas de Jesús (especialmente goloso y amante de los pastelillos de miel y pistachos) o describir al detalle el retrete de la casa de la virgen María en Nazaret. Si uno quiere polemizar, ahí radicaría la polémica del asunto: ¿Benítez está aportando una documentación hípersecreta y extraordinaria, merecedora del PuIitzer, que deja a Wikileaks como unos meros cotillas de barriada, o se lo saca todo de la manga? ¿Existen esos diarios del mayor de la USAF donde se detalla toda la operación secreta de la USAF denominada Caballo de Troya, consistente en haber desarrollado una nave que viaja en el tiempo y que sitúa a dos astronautas del año 1973 en la Judea de hace 2.000 años para seguir la pista a Jesús de Nazaret? Benítez, que es una persona que habla y razona con una sensatez y una prudencia apabullante, mantiene que todo lo que se cuenta en la serie Caballo de Troya es cierto. Y, si se le señala que la serie viene con el sello de «Novela», él contesta que «hay cosas que conviene suavizar definiéndolas como novela para no herir la sensibilidad de mucha gente».
Él afirma muy rotundo que dejará la verdad de sus fuentes escrita en un documento ante notario que podrá ser abierto tras su muerte. Hay quien que no lo ve claro y le han acusado de manera contundente de haber plagiado la idea de la serie y párrafos enteros de un libro editado en Estados Unidos por la enigmática Fundación Urantia. Aunque, dado que se trata de un libro de autor desconocido y en la Fundación mantienen que es la obra de un ser celestial o sobrehumano, nadie (al menos de este planeta) va a pleitear con él por los derechos de autor. Frente a sus críticos, hay una legión de lectores que lo admiran y lo consideran no sólo uno de nuestros más avezados periodistas de investigación, sino que creen que es alguien que tiene una sensibilidad especial para entender de fuerzas superiores que rigen o como mínimo observan este destartalado mundo en que vivimos.
Caballo ganador
Pero, más allá de la discusión sobre ficción o no ficción, hay que valorar el interesante trabajo desarrollado en las miles de páginas de Caballo de Troya. Benítez ha conseguido levantar una obra minuciosamente ambientada en la Palestina de la época, con un desarrollo que, pese al detallismo de miniaturista (el libro tiene casi cuatrocientas notas a pie de página), siempre mantiene vivo el ritmo y hace que no decaiga el interés por seguir leyendo.
Caná arranca con el momento en que Jesús inicia su vida pública como predicador. Vemos cómo se producen los primeros «prodigios», como la famosa transformación de agua en vino en las bodas de Caná. En realidad, el Maestro se resiste a predicar a golpe de milagro y, de hecho, él mismo va a tener que aprender a medir su propio poder. No es él sino los enviados (¿ángeles? ¿agentes de la inteligencia superior?) quienes, al detectar su compasión hacia el atribulado organizador de la fiesta, hacen la conversión para evitar su deshonra. El mayor Jasón, al que Jesús llama mal’ak, observa todo con atención. Después nos cuenta cómo los propios apóstoles son poco inteligentes y no entienden bien el mensaje de Jesús cuando les dice que Dios no está en un templo sino dentro de sus corazones, y que al enemigo no hay que combatirlo sino amarlo. Son más un problema que una ayuda: cuando Jesús les dice que van a iniciar su periplo de prédica, las mujeres de dos de ellos van a pedirle cuentas a Jesús porque sus maridos van a estar días sin trabajar y no van a llevar un salario a casa. Jesús habrá de sortear muchos impedimentos: su mensaje cae mal a los poderosos fariseos y la autoridad romana empieza a observarlo de cerca. Pero él lo tiene muy claro: «El gran enemigo del ser humano es el miedo».
Benítez nos muestra de manera amplia el pensamiento de Jesús, pero también el resto de sus facetas. Nos muestra cómo se gana la vida trabajando vareando olivos, pescando o limpiando las letrinas de unos vendimiadores. O también la relación con sus hermanos y sobre todo con su madre, con la que mantiene una relación amorosa pero no exenta de cierta tensión cuando ella le exige más acción, más pelea y más milagros.
La serie Caballo de Troya rellena un hueco que existía: describir detalladamente la vida de Jesús de Nazaret. Y, en ese sentido, el dibujo que hace del profeta es de lo más convincente. Como mínimo, mucho más convincente que la versión contradictoria y ñoña que dan de él en el Nuevo testamento. Benítez, en estos miles de páginas, no desliza jamás la palabra «extraterrestre». Hay luces azules que bajan desde el cielo a cuyo encuentro va Jesús, se recuerda que la Biblia habla de carros voladores… pero no se explicita el asunto. Una de las frases que ondulan sobre el libro es «el que quiera entender, que entienda». Y otra referida al misterio de Jesús vale también para el misterio de Benítez: «Lo que yo diga no tiene por qué ser la verdad, literalmente hablando. Vosotros, ahora, no podéis aproximaros siquiera a lo que intento transmitir».
Y ojo, porque introduce en la trama de los expedicionarios de la misión Caballo de Troya un giro inesperado: la misión no es lo que parecía; desde Iuego, resulta mucho menos filantrópica de lo que el mayor Jasón pensaba. Y el final del libro… parece guardarse alguna carta en la manga, que podría dar lugar a un nuevo episodio colateral a la serie. El autor, nos lo confirma: «Caballo de Troya ha quedado cerrado… pero aún habrá que aclarar alguna cosa más».
Más allá del debate de las fuentes, las páginas de Caballo de Troya son un excelente relato, contado con minuciosidad y mucho oficio, que proporciona horas de absorbente lectura a un lector que se ve catapultado a la Judea del Imperio Romano en un momento crucial. Uno, al final, llega a la conclusión de que Benítez tiene razón: las máquinas del tiempo existen. Se llaman libros.
AL HABLA CON J.J. BENÍTEZ
-Insiste de manera rotunda en el libro sobre lo erróneo de los Evangelios…
-Yo hablaría de desconcierto, desastre y manipulación de lo que entendemos como el Nuevo Testamento, con todo el respeto para los creyentes, que están en su derecho de pensar lo que crean conveniente. Habrá gente que crea que el que está equivocado soy yo y a lo mejor hasta tienen razón. La iglesia primitiva, con todos sus altibajos, ha ido manipulando pasajes que no corresponden, desde mi punto de vista, a lo que dijo Jesús.
-¿Por qué Jesús no dejó sus enseñanzas por escrito para así evitarnos la confusión?
-Es que Jesús no quiso fundar ninguna iglesia ni ninguna religión. Su problema era cómo transmitir esos pensamientos y esos conocimientos a sus conciudadanos. Yo creo que él lo que hace es una aproximación a la verdad. No hay que tomar literalmente sus conceptos y palabras, hay que filtrarlas muchísimo.
-En el libro lo vemos subir al púlpito de una sinagoga y leer pasajes de la Biblia. ¿Pero cómo podía reconocerse ahí, en unos textos sagrados de un dios que envía diluvios y arrasa ciudades enteras con su furia, alguien que hablaba de amar a sus enemigos?
-Es verdad que tiene un problemón cuando se le pregunta por los profetas o por Yahvé. Él responde que Yahvé es otra historia y otro tiempo. Ahora estamos donde estamos, viene a decir. Desde mi punto de vista, eso no justifica lo que pasó con Yahvé, pero yo entiendo que Jesús de Nazaret no tenía otra opción. Él trae un mensaje totalmente nuevo, revolucionario. No reniega de lo anterior, pero les dice que eso es tiempo pasado.
-¿Por qué insiste tanto en humanizar a Jesús y mostrarlo como alguien bromista, que tiene necesidades tan mundanas como orinar?
-Jesús aparece siempre como un señor muy serio, lo suben a los altares y encima le llaman Jesucristo, que aún le da más oscuridad al personaje. Yo no creo que fuera así. El 95 por ciento de su tiempo lo dedicó a la vida cotidiana y, como hombre muy inteligente y tolerante que era, tenía un enorme sentido del humor, pero es uno de los aspectos más olvidados. Es un Jesús de Nazaret al que hay que descubrir.
-En el libro se repite a menudo que «las palabras no sirven». ¿Era un hombre, un dios o un mensajero?
-Es el único Hombre-Dios que ha habido.
-También se dice que allá arriba hay más dioses. El concepto de dios no parece tener un valor tan totalitario…
-Nos valemos de las palabras porque no tenemos otras, pero eso no significa que la realidad sea como nosotros la entendemos o la describimos. Allí arriba o donde sea puede haber dioses diversos, pero es algo que nosotros no podemos entender.
-¿No es pedir un esfuerzo muy grande al lector que crea que todo lo que se le cuenta es real, que es el verdadero diario de un astronauta que viajó en el tiempo en 1973?
-No, no, yo no pido nada. Además, yo soy el primero que dudo de la existencia de ese viaje en el tiempo. No tengo pruebas para decir que eso fuera cierto. Lo que sí digo es que la vida de Jesús de Nazaret que se narra en los caballos de Troya es mucho más espectacular y bella y mucho más lógica que la que han contado, por eso llega al corazón de la gente.
-¿Y la historia no sería igual de potente pero más fácil de creer si, en vez de sostener que está basada en la documentación secreta de la NASA de una nave que viaja en el tiempo, se sostuviera en sus propios estudios y la indagación que ha hecho estos años?
-Sí, así sería más fácil, pero yo me ajusto a lo qué entiendo que debo hacer.
-¿Pero, entonces, Caballo de Troya hay que tornarlo en su literalidad o es una metáfora?
-Caballo de Troya es un libro mágico y no se puede describir. Hay un entramado mágico, es el lector el que tiene que pensar, decidir, mejor dicho, sentir qué es Caballo de Troya. Literariamente es casi imposible definir esa obra, ni yo mismo puedo.
-Una de las reflexiones en el libro es el tiempo como un paréntesis de la eternidad…
-Para mí fue uno de los grandes hallazgos en el material que tengo de los caballos. Yo nunca había pensado que una de las razones por las que los seres humanos están aquí es para asomarse al tiempo. El tiempo es una experiencia: lo degustas o lo padeces.
-Usted no nombra nunca en esta serie la palabra ovni, pero vemos subir a Jesús a la cima de las montañas y entrar en contacto con luces que llegan volando en formación…
-Todo es muy sutil, son guiños constantes al lector…
-El desenlace del libro, con el cierre de la misión, parece dejar cabos sueltos. ¿No es un final demasiado abrupto?
-De eso se trata…
-¿Esas nuevas incógnitas quedarán en el aire, al albur de la imaginación del lector, o habrá una nueva entrega de la serie?
-Insisto, la operación Caballo de Troya está terminada. Pero, naturalmente, hay que explicar cosas al lector. Hay una continuación.
-Una lectura secreta y subterránea
-Hace seis años contó que había ido a la Iglesia Católica a apostatar. ¿Se ha arrepentido de su dimisión del catolicismo oficial?
-Yo creo que es uno de los pocos aciertos de mi vida. No echo de menos ningún vínculo. Hay gente que me mira un poco raro. Si no tienes razón estarás condenado… pues sí, esto es como el mus. Vamos, yo creo conocer las cartas. Claro, no estoy seguro al ciento por ciento.
-¿Y cuándo va a mostrar sus cartas?
-Yo he dicho que estoy pensando dejado ante notario.
-¿Para qué se abra después de su muerte?
-Exacto, si es que a alguien le interesa. Aunque, según mi mujer, yo voy a vivir mucho.
-¿Y es necesario hacer las cosas de esta forma tan laberíntica?
-Los caballos tienen una lectura secreta y subterránea a la que nunca se hace alusión, pero es muy importante. Si alguien algún día quiere estudiarlo se va a encontrar con algunas cosas muy sorprendentes. Es necesario que sea así. Yo no lo he planificado.
-¿Quién es J.J. Benítez? ¿Tiene un contacto distinto al que tenemos los demás con fuerzas que están por encima nuestro?
-Pues no lo creo. Todo el mundo tiene esa línea telefónica con la superioridad, lo que pasa es que lo tiene apagado o fuera de cobertura. Digamos que yo.estoy muy atento, que tengo el teléfono abierto las veinticuatro horas.
-¿Y, tras el cierre al menos del núcleo central de Caballo de Troya, va a abrir más frentes?
-Tengo 65 años, no sé cuántos más voy a vivir. He descubierto, quizá algo tarde, que lo más importante es vivir el momento, porque el futuro no existe, el futuro es un invento de los norteamericanos. Creo que haré la continuación porque creo que se lo debo al lector. Y luego ya veremos. Hay ahora mismo 56 libros escritos y 52 publicados, no sé… igual me estoy pasando de rosca.
-¿Por qué en los años 1970 veíamos ovnis hasta en la sopa y en esta época de cámaras digitales y teléfonos móviles no se los ve?
-Imágenes hay muchísimas. Lo que pasa es que los medios no se hacen eco de lo que está ocurriendo, pero en las revistas especializadas sí aparecen. En el momento en que vuelva a haber una oleada ovni en el mundo volverá a suceder lo que pasó en los años 1960 y 1970: los medios volverán a hacerse eco de todo esto y la gente volverá a hacerse las mismas preguntas de siempre, y vuelta a empezar.
-Si esa oleada llegara, con los medios digitales de hoy día, quedaría del todo retratada, no habría lugar a dudas…
-Igual es otra de las razones por las que no aparecen con tanta frecuencia. Estamos pensando en civilizaciones que no son humanas, son muy avanzadas y pueden prever que han de tener cuidado porque estos señores tienen unas cámaras que lo registran todo y unos misiles con los que hay que tener cuidado.