No recuerdo sus nombres. Fueron muchos los que influyeron en mi. Unos en un sentido. Otros con su sola presencia. Otros con sus historias, sus venturas y sus desventuras. Siempre estaré en deuda con Barbate y su gente: pescadores o gente de tierra adentro, pero siempre gente maravillosa. Los barbateños no son gente común. Son reservados, hasta que alguien les toca el corazón. Son observadores por dentro y por fuera. Son leales, incluso con los desleales. Son gente de agua, incluso cuando sueñan. Son amados porque primero amaron ellos.
(Fotos: J. J. Benítez.)