Llevo 40 años soportando toda clase de insultos y despropósitos.
Siempre son los mismos: vampiros, frotaesquinas y mediocres. Inventan cosas que nunca he dicho. Llegan, incluso, a matarme en internet. Tergiversan, usurpan mi identidad o anuncian que mis horas están contadas. Y vuelta a empezar. En cada generación aparecen nuevos mercachifles que se suben al mismo y aburrido tren.
No importa. Seguiré escribiendo y denunciando a semejante escoria. Como dicen los chinos, “resiste y vencerás”.