El caso me fue relatado por el gran pintor español Fernando Calderón.
El suceso ocurrió en la ciudad de Río, en Brasil.
Fecha desconocida (quizá en 1952).
El dueño de una tintorería, en Copacabana, notó que había «fugas» en la recaudación del establecimiento. Y, sospechando del empleado, decidió fotografiarlo a escondidas.
Y así lo hizo.
La sorpresa del dueño fue mayúscula cuando, al revelar las fotografías, descubrió a «alguien» frente a la cámara. «Alguien» que nadie había visto y que nada tenía que ver con la tintorería.
Ese «alguien» era de una blancura resplandeciente y portaba gafas de sol…
¿Se trataba de un «resucitado»?
El empleado de la tintorería ordena la ropa entre las perchas. En primer plano, el fantasma con gafas de sol.