● Porque no es racista. Lo mismo se le ve barriendo nieblas que sacando brillo a la luna.
● Porque broncea gratis y desinteresadamente, sin pedir el voto a cambio.
● Porque habita en las chabolas y en los palacios, como si nada.
● Porque me permite ver por el ojo de la cerradura de la memoria.
● Porque, al calentarme en los días tibios, me reconcilia conmigo mismo.
● Porque hace bailar a los girasoles al son que ella toca, y en el colmo de la astucia les hace creer que el sol es Dios.
● Porque viste de domingo a los geranios y obliga a la naturaleza a estirar el cuello, como diciendo: “estoy aquí”.
● Porque es la llave y el motor de arranque que pone en marcha la primavera.
● Porque es el tren de aterrizaje de Dios, que llega.
● Porque es la hija pródiga, que vuelve tras el invierno, quién sabe de dónde.
● Porque le quita seriedad a la humedad.
● Porque despierta sin ruido a los lotos y a las uñas de gato.
● Porque juega al escondite con los inviernos polares.
● Porque abre la temporada turística en los hoteles de las flores y la vendimia entre las abejas.
● Porque inaugura conciertos en los árboles y le pone alas a los trinos.
● Porque le pone nombre a los frutos.
● Porque calienta la soledad de las piedras.
● Por ser la única que arranca destellos de plata a los mudos y ávaros peces.
● Porque despierta a Dios en forma de ramillete.
● Por poner orden en la habitación del invierno.
● Por llevar al día el archivo de la naturaleza: de la A a la Z.
● Por ser respetuosa y no levantar las faldas de las profundidades marinas.
● Por vestir a las medusas con velos y sombrillas, como en las bodas.
● Porque alimentas sin necesidad de masticar.
● Porque, cuando te vas, todos te sueñan.
● Porque traes y llevas la historia de las estrellas, aunque con retraso.
● Porque eres la única que no ha cambiado de chaqueta en este mundo de locos.
● Por guardar ángeles invisibles en el armario del infrarrojo.
● Porque eres la última en soltar la mano del moribundo.
● Porque, a pesar de sus casi 300.000 kilómetros por segundo, sabe descender suavemente, en paracaídas, con la nieve.
● Por ser tan paciente en los espejos.
● Por reflejar siempre hacia el exterior, y no desobedecer.
● Por no ser integrista, pudiendo.
● Por elegir la elegancia y la transparencia en las gotas de lluvia.
● Por haber sabido pactar, tan sabiamente, con las sombras, esos ciudadanos de segunda.
● Por permitirme mirar en todas direcciones, sin regatear.
● Por bajar las escaleras de la corriente eléctrica como una vedette.
● Por repartir colores sin mirar a quién.
● Por quedarte a vivir con los más humildes y limitados, con la escasa renta per capita de 400 a 780 nanómetros.
● Por dejar pasar primero a las sensaciones en los sueños de los ciegos.
● Porque sé que la besas por mi cuando ella toma el sol en el balcón.
● Porque te irrita el falserío de las incandescencias, de los neones y demás fluorescencias.
● Por tu complicidad con Dios a la hora de contrabandear sensaciones de colores.
● Por declarar tu amor en el azul del efecto Doppler-Fizeau.
● Por haberte compinchado en la retina con tres familias nobles de rojos, verdes y azules y por haber dejado a las familias monocromáticas para los perros y los gatos.
● Porque sé que te has guardado un as en la manga: los anticolores y otros antiquarks.
● Por no avergonzarte del nombre de pila de Luzbel.
● Por llegar tan lejos y, sin embargo, tan impecable.
● Porque me permite suponer lo que no veo.
● Porque iluminas en los sueños, no sé cómo.
● Porque cose y borda la vida en la fotosíntesis, tampoco sé cómo.
● Por cojear en los cielos empedrados.
● Por disipar el cañón de los celajes.
● Por vestirte de luto en las tormentas.
● Por hacer de ascensorista de Dios.
● Por avisar en las intermitencias.
● Por no ser rencorosa y dejar que los Rayos X hagan su trabajo.
● Por quedarse a dormir en los icebergs.
● Por maquillarse de azul en las turquesas.
● Por hacerse la tímida en las rendijas.
● Por imitar a Picasso en las auroras boreales.
● Por salir a pasear en carroza real en los diamantes.
● Por hacer camping en los charcos.
● Porque es de ideas fijas: nunca visita la cara oculta de la luna.
● Por su sentido del humor. Se disfraza de láser y dice que es coherente.
● Porque cuando trabaja en una linterna lo hace en secreto.
● Porque no ha aprendido a resbalar por las paredes encaladas, como le gusta hacer a la lluvia.
● Porque cuando se introduce en un tubo catódico ríe, llora, hace teatro y toda una serie de tonterías, incluso da noticias.
● Porque se vuelve esférica cuando ve un limón.
● Porque palidece en la piel de los muertos, como si supiera.
● Porque se resigna cuando alguien pinta una pared de rojo caldera.
● Porque juega a hacer olas en los trigales.
● Porque es una más en la conversación de las azucenas.
● Porque me encanta cómo guiña el ojo en el charol.
● Porque construye arcos iris triunfales para que no se moje Dios.
● Porque hace como que sube en las burbujas, pero no es cierto.
● Por hacer el milagro de la reverberación y echar a caminar al desierto.
● Porque brilla y brilla por el níquel, a la búsqueda de un imposible: el reflejo perpétuo.
● Porque, antes de bajar a tierra, observa, prudentemente, desde las nubes.
● Porque, en la borrachera de los cielos azules, es la única que conserva la verticalidad.
● Porque, cuanta más luz, más obnubilación.
● Porque, a veces, se queda rezagada en el cuarto oscuro de mi memoria…, como ahora.
● Porque es el mejor intérprete de oscuridades.