En la imagen destacada: Blanca procede a la limpieza de la lápida de la tumba de J.Collins, en el pequeño cementerio de Zahara de los Atunes. En la lápida se lee: «J.Collins. Marinero profesional. RN. P/JX 182689 H.M.C.S. «Weyburn». 22 ND FEBRERO 1943. Edad: 24 años.
Dios por encima de todo. Cómo te echamos de menos. Tu querida mujer Ellen e hijo Anthony». (Foto: J.J. Benítez.)
Viví en Zahara de los Atunes (Cádiz. España) durante varios años. Conocí a «Palomo», el enterrador. Él fue el primero que me habló del «inglés». Después investigué a fondo.
La historia de J. Collins se remonta a febrero de 1943. Una mañana, los vecinos de Zahara observaron un cadáver en la playa. Parecía un piloto inglés. De la muñeca izquierda colgaba un maletín. Cuando las autoridades franquistas lo abrieron encontraron planos e informes sobre el desembarco aliado en la zona de los pasos de Calais, en Francia. La información fue enviada -de inmediato- a los alemanes.
Se trataba, en definitiva, de una argucia para confundir a Hitler sobre la zona del posible desembarco aliado en Europa (hecho que tendría lugar en las playas de Normandía).
Según mis informaciones, el tal Collins (nombre supuesto) fue un vagabundo inglés o canadiense que murió por inmersión. Los aliados lo vistieron de piloto, lo introdujeron en un submarino, y lo arrojaron a las playas de Zahara.
Y los alemanes picaron…
Durante años, varios funcionarios de Gibraltar acudían ante la tumba de Collins, en Zahara de los Atunes, y depositaban ramos de flores.
Fernando Manzorro González y Mariana Aguilera Verdejo fueron testigos del cadáver de J. Collins en la playa de Zahara. (Fotos: J.J. Benítez.)
Serafín Heredia Manzorro: «Los carabineros se llevaron el cuerpo. Llevaba un maletín anillado a la muñeca». (Foto: J.J. Benítez.)
Juan Castro Archilla, el «Palomo». (Gentileza de la familia.)