Mereció la pena. No importa el duro ascenso a pie, no importa el fortísimo calor, no importa ver morir a los animales que transportan el equipo y las vituallas. Mereció la pena el ascenso a la meseta del Tassili, en el desierto argelino. Allí pude contemplar la Capilla Sixtina del Neolítico: el dios marciano (o lo que queda de él), el dios con orantes… Nunca estuve tan cerca del cielo.
(Fotos: Iván Benítez.)