En la imagen destacada: Castillo, al mando de la lancha, con los dos buceadores profesionales. (Foto: J.J. Benítez.)
Tenía noticias de una supuesta ciudad sumergida en las aguas de la provincia de Cádiz (España). Submarinistas profesionales y arqueólogos me habían hablado de ella. Se trataba –decían– de unas ruinas integradas por grandes bloques de piedra, labrados a mano. Algunos hablaban de los restos de la mítica Atlántida, una serie de islas hundidas en el mar Mediterráneo por causas naturales, y hace, como mínimo, diez mil años. Otros aseguraban que eran los restos de una población tartesa. Otros dijeron que eran simples corrales de pesca…
Y un día nos hicimos a la mar, en compañía de dos buceadores profesionales. Llegamos al posible lugar y empezó la llamada operación Erizo.
Uno de los buceadores dio con las extrañas construcciones. Se trataba, en efecto, de las ruinas de una gran ciudad. Se encuentra a dos millas de la costa y a cosa de dieciocho brazas de profundidad. En otras palabras: una ciudad milenaria, hundida en la mar por razones que no están claras.
P.D.- Nunca más regresé a ella. Es de suponer que siga en el mismo emplazamiento.
Llegada al lugar de las supuestas ruinas. Alfonso se sumerge. (Foto: J.J. Benítez.)
Fernando, el segundo buzo. (Foto: J.J. Benítez.)
La sierra del Retín, frente al lugar donde se encuentran las ruinas de la misteriosa ciudad sumergida. (Foto: J.J. Benítez.)
J.J. Benítez toma notas, a la salida del puerto de Barbate. Cádiz (España).
Antonio Castillo, dueño de la lancha, ayuda a Fernando con el equipo de buceo. (Foto: J.J. Benítez.)
Puesta de sol en el Estrecho de Gibraltar. (Foto: J.J. Benítez.)
Faro de Trafalgar. (Foto: J.J. Benítez.)
Regreso a Barbate. (Foto: J.J. Benítez.)
Fernando, el hombre que dio con la ciudad sumergida. (Foto: J.J. Benítez.)