La tradición católica sitúa en la India la suerte de Tomás, el discípulo incrédulo. Concretamente en Madrás. Y aseguran, incluso, que en el interior de la catedral de la referida ciudad de Madrás se encuentra la tumba del santo.
Nada más falso.
Tomás, uno de los doce, al producirse el primer cisma en la naciente iglesia, viajó a la isla de Chipre y recorrió Creta, Sicilia y el norte de África, siempre llevando el auténtico mensaje de Jesús de Nazaret. Posteriormente sería ejecutado, por orden de Roma, en Malta. Allí se encuentran sus restos.
El que sí viajó a la India fue Bartolomé. Allí murió.
Simón, el Zelota, por su parte, remontó el río Nilo, evangelizando, y terminó adentrándose en el corazón de África.
Nadie ha dado con los restos.
Felipe, el intendente, fue crucificado en Hierápolis, (actual Manbiy, en Siria).
P.D.- Estos cuatro discípulos no se mostraron conformes con la línea elegida por Pedro y el resto de los apóstoles, y se separaron de la naciente iglesia.