Tuve el honor y la fortuna de conocer a Fernando Calderón en 1976. Y no fue en una exposición, o en una conferencia sobre arte, sino en un congreso sobre el fenómeno ovni. A decir verdad, quedé impresionado. Aquel mago del dibujo era también un incesante buscador de la verdad. Su mente aparecía abierta, en todas direcciones, sin fronteras, como corresponde a un verdadero intelectual. Le interesaba la astronomía, la vida extraterrestre e intraterrestre, el más allá, los ángeles, los espíritus supuestamente demoníacos, la evolución humana y el pasado, como parte integrante de cada “ahora”. Su obra artística me dejó igualmente perplejo. No voy a analizarla ahora. Libros como “El tornaviaje”, de Raúl Chavarri, o “Fernando Calderón”, de Lucía Solana, lo dicen todo sobre un hombre que, sin duda, como le sucedió a Leonardo, se confundió de época. Si yo creyera en la reencarnación -que no creo-, Fernando Calderón sería el nuevo Miguel Angel, que volvió a la Tierra un 30 de diciembre de 1928, bajo el nombre de Fernando Calderón López de Arroyabe. Entiendo que el lector de esta página, al contemplar algunas de las obras de Fernando Calderón, sacará sus propias conclusiones. Sobran los comentarios.
Las cuatro estaciones -Mujeres-.
Las mujeres palentinas frente al invasor 1968-69: Palacio de la diputación Provincial de Palencia. Mural techo.
El Tornaviaje. Ciudad de las Hadas. -México 1974-.
Museo Nacional de Antropología -México 1964- Aztecas.
Peces y estrellas de mar es un óleo sobre tabla. Sin fecha.
Altamira – Electra de Riesgo – (El de la cueva)
Dibujo de mujer desnuda.
Jesús de Monasterio -1990- Músico violín.
En el rastro de Madrid -1963- Vieja con cartel.
Veleros.
Bebés.
Mujer con cantaros.
Chica de rojo.
El de los peces y las llaves: St Andrew´s Episcopal Church. 1962-64.
Astillero: Mural en la Diputación de Santander -1952-.
Niño y caballo -1974-.
Autorretrato: Roma 1952.
Sí voy a detenerme, aunque sólo sea superficialmente, en una parte de la obra de Fernando que lo ocupó, y lo mantuvo vivo, durante los últimos años de su vida. Me refiero a ese centenar de cuadros en el que se atreve con todo y con todos, como correspondía a su espíritu anarquista (en el más puro y limpio sentido de la expresión). En esa última etapa, Calderón dibujó lo que ya había apuntado tiempo atrás, tanto con los pinceles, como con el pensamiento: extraterrestres en la antigüedad. Interpretaciones del “carro” de Ezequiel y de la “columna” del Exodo, visitas de astronautas en la Edad de Piedra, los hombres peces que descendieron en la antigua Babilonia, el secuestro de Elías por una nave no humana, dinosaurios y ovnis, casos clásicos de la ufología en el mundo, mitología, “lo que yo vi en la Luna”, encuentros con tripulantes de ovnis en el siglo veinte, aspecto físico de los humanoides, su particular visión de los ángeles y su obsesión por “Ricky” y el anillo de plata, entre otros asuntos. En definitiva, ese centenar de cuadros, en el que Fernando Calderón se desnuda intelectualmente, constituye una parte clave para comprender muchas de sus inquietudes y, sobre todo, lo que lo hacía vibrar. “OVNI -decía- es una indirecta real e inaprensible”-
El lector, a la vista de ese centenar de cuadros heterodoxos, sabrá juzgar igualmente…
Pues bien, para sorpresa de cuantos conocemos la obra de Calderón, y admiramos su talento y su valentía, ese centenar de cuadros heterodoxos ha pasado a manos de la Fundación Anomalía, la organización más agresiva de España en cuanto a la desmitificación del fenómeno OVNI, según reza en “Cuadernos de Ufología”, el boletín que edita la referida Fundación. Naturalmente, la donación sólo ha sido posible tras el fallecimiento de Fernando Calderón. En vida -como se desprende de la carta que me envió Fernando el 20 de octubre de 2002 (Calderón falleció el 12 de abril de 2003)-, el genial pintor no hubiera entregado su valiosa colección y muchísimo menos a una organización que “trata de eliminar el fenómeno OVNI” (son palabras de Calderón). Los hijos, responsables de dicha donación, probablemente lo han hecho con toda su buena fe, aunque, supongo, ignoran la trayectoria de la referida Fundación. ¿Desde cuando unos individuos que se dedican a derribar lo extraterrestre pueden querer conservar y difundir las imágenes de Elías arrebatado por un ovni, o los dibujos de unos seres extraterrestres que miran a la cámara en la superficie lunar?. El instinto me dice que algo huele mal en este asunto… Tiempo al tiempo. Mientras tanto, eso sí, disfrute de la obra más audaz de Fernando Calderón, patrimonio de todos…
Carta manuscrita de Fernando Calderón a J.J.Benítez (20 de octubre de 2002). A la “peña” de Anomalía, Fernando Calderón la llama “de Urantia”.