Viajé a las islas Galápagos en un avión “Hércules” de la Fuerza Aérea Ecuatoriana. Y allí reforcé la vieja idea: Darwin tenía razón, pero menos…
Darwin nunca supo que existe una evolución “vigilada”.
De existir la casualidad, ni él ni yo habríamos nacido.
(Fotos: J. J. Benítez.)