De él conservo el recuerdo de una permanente sonrisa. ¿Cómo hacía para sonreir siempre, aún siendo marinero?. Francisco, mi tío Francisco, fue patrón de papeles en Barbate (España). Ser patrón de papeles era otra de las jerarquías en el mundo difícil y demoledor de la vida en la mar. Él me enseñó los primeros secretos de la mar, “esa madre – decía – que mece o mata”. Él me enseñó a respetarla y, sobre todo, a estar atento a su lenguaje. Él me contó las primeras historias de corsarios y las primeras leyendas de monstruos que se sumergen cada puesta de sol frente a las playas de Barbate. Fue uno de los que le metió fuego a mi imaginación. Nunca viviré lo suficiente como para agradecérselo.
Ahora lleva los papeles de otro barco más ligero que, además, vuela.
Francisco López Simón.
MI tío Francisco, con Ana, su mujer.
Francisco, el hombre que me enseñó a respetar a la mar.