En la imagen destacada: Quizás haya que reescribir la historia si se acepta que la cultura egipcia nació en el oeste.
Las muestras de la presencia de una cultura “egipcia” a miles de kilómetros del Nilo en la Edad de Piedra pueden replantear la historia conocida.
Fue en el wadi Aramet, en la frontera de Libia con Argelia. Repasé aquellas pinturas una y otra vez pero me costó aceptarlo. La ciencia no decía eso. ¿Egipcios a 2.500 kilómetros del rio Nilo y antes de que existiera Egipto? No, la arqueología no lo acepta, pero allí están. En Aramet, como en otros ríos secos de los desiertos saharianos, es posible contemplar otro imposible histórico: jinetes egipcios, con sus carros y caballos, pintados en los abrigos rocosos hace 10.000 y 12.000 años. Para la historia, como digo, semejantes egipcios son una aberración. La arqueología ortodoxa sitúa al primer faraón de la I Dinastía hace 4.920 años. Egipto, por tanto, no existía como tal en la Edad de Piedra. Las pinturas rupestres y los grabados del Sáhara dicen lo contrario o, al menos, demuestran que una cultura muy similar a la que hoy conocemos como egipcia ya habitaba al oeste del Nilo. En total, hasta el día de hoy, han sido descubiertos mil carros egipcios, distribuidos en países como Mauritania, Marruecos, Argelia, Libia, Mali y Níger. Más de mil carros pintados o grabados, a 2.000, 3.000 Y 5.000 kilómetros del actual Egipto. Los historiadores protestan y aseguran que los caballos entraron en Egipto hacia el 1700 antes de Cristo, con la invasión de los hicsos, un pueblo procedente de la Alta Siria que gobernó la mitad oriental del delta. Y tienen razón, pero también la tienen quienes afirman que el caballo ya existía en el Sáhara mucho antes de los hicsos. Las referencias y pinturas rupestres lo demuestran de forma irrefutable.
Hombres vestidos de «egipcios» y representaciones de barcos en el Sáhara, hace 10.000 años.
Barcas en un desierto. Pero no sólo son los carros los que ponen en serio compromiso a la arqueología. En esas mismas estaciones pictóricas, a miles de kilómetros de Egipto, es posible contemplar igualmente individuos -hombres y mujeres- ataviados también al estilo egipcio, con vestimentas similares a las de los faraones y sacerdotes, y con el ureus o cobra sagrada sobre las cabezas. ¿Cómo es posible, hace 9.000 o 10.000 años? ¿Cómo explicar la presencia de barcas egipcias en lo alto de la meseta del Tassili N’Ajer? Si estas pinturas, como afirman los confusos y confundidos arqueólogos, fueran tan sólo el testimonio de la influencia de la XVIII Dinastía en las remotas tierras de Argelia o Libia, ¿cuál sería su sentido? En esa época -hace 3.500 años-, el Sáhara era un desierto implacable, similar al que ahora vemos. ¿Barcas en un desierto de piedra y arena? La hipótesis oficial no tiene sentido. Algo no encaja, efectivamente…
Por mi parte sólo veo una posible explicación a la realidad de los egipcios fuera de la cronología oficial y del paisaje natural por todos aceptado: quizá hace 9.000 o 10.000 años floreció en el Sáhara una cultura de la que no tenemos información. Un pueblo que se vio obligado a huir cuando el Sáhara inició el irreversible proceso de desertización. Aquella etnia, según consta en las pinturas, vestía como los egipcios, disponía de carros egipcios, navegaba en barcas egipcias y adoraba también el disco solar. Eran, en suma, los auténticos y primigenios egipcios.
Quizá algún día, cuando los arqueólogos se atrevan a reconocer que Egipto nació en el Oeste, tengamos que escribir de nuevo la historia…
Fotos: Iván Benítez.
TIEMPO DE HOY (2004).