Lo reconozco.
Soy adicto a las máquinas de escribir (mecánicas, no eléctricas). En estos momentos dispongo de cuatro “olivettis” (todas azules, claro). Jamás me he sentado frente a un ordenador. Miento. Me he sentado, pero no he tocado. Me dan miedo.
Empecé a escribir a los 14 años. ¿Cómo traicionarlas?
Época de la «Gaceta del Norte», en Bilbao (España). 1972 a 1979.