1.- Me corto las uñas antes de un viaje; las de los dedos de los pies, sólo si el viaje es largo.
2.- No podría cortarme las uñas si no consulto previamente la hora.
3.- El corte de uñas empieza siempre, inexorablemente, por la mano y pie izquierdos. En la mano comienzo por el dedo índice y en el pie por el pulgar. Con la mano y pie derechos sucede lo mismo. No sé cortarme las uñas en compañía de otra persona.
4.- Antes de arrancar el motor de un automóvil me subo siempre los calcetines; primero el izquierdo y después el derecho. Soy incapaz de hacerlo cuando voy de acompañante.
5.- Si conduzco un automóvil tengo que consultar el cuadro de mando cada treinta segundos.
6.- Jamás arranco mi vehículo si no conozco antes el total de kilómetros recorridos hasta ese momento.
7.- No soporto el cinturón de seguridad, pero me lo abrocho. Al llegar a un pueblo o a una ciudad, lo suelto, pase lo que pase.
8.- No puedo iniciar un viaje por carretera si antes no he limpiado el coche, personalmente. La limpieza (exterior e interior) se lleva a cabo en un orden muy severo.
9.- Tengo un viejo contencioso con el intermitente de la derecha. No lo uso nunca.
10.- Cuando conduzco, mi cartera es depositada en el mismo lugar, y a la vista.
11.- Queda terminantemente prohibido comer en mi automóvil.
12.- Cuando manejo un vehículo, si alguien dice algo, apago la radio.
13.- En los peajes pago con tarjeta y a los seres humanos; nunca a las máquinas.
14.- Hace tiempo me peleé con las columnas de los aparcamientos subterráneos. Aparco donde no hay columnas.
15.- Durante años introduje un palito en una de las ranuras de ventilación del automóvil, cerca del salpicadero, y lo tocaba cuando veía un coche fúnebre. Ahora sé que la muerte no es cuestión de mala suerte.
16.- Cuando entro en un pueblo, o en una ciudad, bajo siempre la ventanilla del coche.
17.- Me burlo del año que se va comiéndome las uvas antes de las campanadas.
18.- Cuando escribo, huyo del “había”, del “podía” y del “debía”. No los soporto.
19.- En mi mesa de trabajo, ningún rotulador rojo puede hallarse a la izquierda de un rotulador negro. Sólo faltaría…
20.- Las cartas, siempre a mano. El Yo y el corazón humedecen también el papel.
21.- Cuando escribo, los folios en blanco, los folios escritos, rotuladores, limpiador para las gafas, lupa, tijeras y demás cachivaches, deben aparecer a mi derecha. La documentación, libros de consulta, apuntes, etc. son ubicados, necesariamente, a mi izquierda. De no ser así no sabría escribir…
22.- Antes quemaba uno o dos paquetes de cigarrillos mientras escribía. Ahora bebo agua; a eso lo llamo yo degenerar.
23.- Rezo dos veces antes de empezar a escribir. Entre oración y oración corrijo los folios escritos el día anterior.
24.- Escribo con una máquina Olivetti STUDIO 46, a ser posible de hierro. Tengo tres. Todas son azules.
25.- Al concluir un libro, la Olivetti es trasladada a la capital y proceden a su limpieza, engrase y reparación. La segunda en la lista ocupa el lugar de la máquina en el dique seco.
26.- Los folios, para cada nuevo libro, deben ser regalados.
27.- Al empezar un libro estreno zapatillas. También deben ser regaladas. No pueden costar más de un euro.
28.- A las doce horas interrumpo el trabajo, tomo una manzana (situada siempre a mi derecha), contemplo la imagen de Jesús de Nazaret que preside mi despacho, y Él, indefectiblemente, pregunta: “¿Cómo estás?”.
29.- Una rosa acompaña permanentemente a mi Jefe. Los lunes hago el cambio. Lo ideal son las rosas blancas…
30.- A las 08.30 horas entro en mi despacho, siempre con el primer café en la mano, y le doy los buenos días a Jesús de Nazaret. Él responde con una intensa mirada.
31.- Para concentrarme necesito frotar ambos muslos al mismo tiempo.
32.- Tras saludar al Jefe procedo a limpiar las gafas, siempre con el mismo producto, comprado en la misma óptica, y a la misma persona. Un error en la cadena significaría un cataclismo.
33.- Anoto los folios que escribo cada día, y lo hago en un planning “Quo Vadis”, que encargo cada año, en la misma papelería, y a la misma persona. Las anotaciones son en color rojo. Si tengo que repetir lo escrito el día anterior, en el planning consta con una raya negra, dibujada oblicuamente sobre el color rojo.
34.- Sería incapaz de escribir un libro si antes no he limpiado, personalmente, mi mesa de trabajo. Esa limpieza tiene lugar la noche anterior al comienzo de la escritura.
35.- Al iniciar un libro enciendo una vela. Él sabe por qué.
36.- No puedo escribir sin música. El equipo está ubicado a mi izquierda, por supuesto.
37.- La música seleccionada me acompaña día tras día, hasta terminar el libro. La oigo hora tras hora. Esa música termina formando parte de lo que escribo.
38.- Nunca tomo el segundo y último café de la mañana hasta que no redondeo el primer folio.
39.- Los folios número 100, 200, 300, 400, 500, etc. son dedicados al Número Uno (el Padre) o a Jesús de Nazaret (el Jefe).
40.- Si debo enviar paquetes por Correo utilizo sobres usados, y cinta adhesiva; mucha cinta adhesiva.
41.- Cuando leo dibujo sobre el libro de turno. Sólo comprendo lo que soy capaz de dibujar.
42.- La silla de mi despacho debe ser giratoria, y debe saber gemir en cada giro. La silla es mi verdadero segundo de a bordo.
43.- Al salir de casa guardo cinco euros en el bolsillo derecho del pantalón (siempre en monedas). Es mi particular forma de llevar a Dios (al número Uno) en el bolsillo.
44.- Adelanto mi reloj cinco minutos. Es mi particular forma de saludar al Número Uno cuando consulto la hora (a cada momento).
45.- No soporto que me saquen sangre; no soporto que me toquen las venas; resisto muy mal que me tomen la tensión. Huyo, literalmente.
46.- Para desenfadarme necesito del orden de dos a tres días.
47.- Si rompo con alguien es para siempre (en este mundo).
48.- Los títulos universitarios, medallas y demás privilegios cuelgan en el cuarto de baño. Lo hago para no olvidar quién soy.
49.- Practico imaginación veinticuatro horas al día.
50.- En mi despacho, el mapamundi cuelga boca abajo, como venganza contra las grandes potencias. El mundo se ve muy distinto…
51.- No me gusta que me den las gracias.
52.- El documento nacional de identidad es guardado en mi cartera con la foto boca abajo, y así lo entrego igualmente.
53.- La manga izquierda no debe tapar el reloj; sería otra catástrofe…
54.- En la cartera guardo 205 pesetas, en recuerdo de mi abuela, la contrabandista.
55.- Al regresar a casa deposito en una hucha todas las monedas de valor inferior a cincuenta céntimos de euro.
56.- Sólo mastico por el lado derecho, incluso cuando era niño. Mi lado izquierdo sigue virgen.
57.- No bebo vino en copa; sólo en vaso.
58.- Cuando como melón me acuerdo del Número Uno, y de su bellinte (Ver nota a pie de página).
59.- Al terminar la cena preparo los aparejos necesarios para el desayuno, y los deposito en el mismo lugar, y en idéntico orden.
60.- Mis cubiertos ocupan siempre el mismo lugar en la mesa. El cuchillo, por supuesto, al frente. La servilleta, por supuesto, azul. El pan y el vino, por supuesto, a la izquierda. En los restaurantes, por supuesto, tengo problemas.
61.- Al terminar la cena reúno las migas en un montoncito y lo sitúo en el centro de la mesa. Allí se queda hasta la mañana siguiente.
62.- Antes de desayunar saco la basura. ¿Qué sería del mundo si sacara la basura en otro momento?
63.- El orden en el desayuno es igualmente sagrado: zumo de naranja (sólo fuera de casa), fruta, yogur, tostada con aceite de oliva y café descafeinado con leche.
64.- El pan no debe ser tostado, sino sollomado.
65.- Cuando me sirven un café retiro la taza o el vaso y lo deposito en la mesa o en el mostrador, fuera del plato.
66.- Es raro que coma pollo (por si tropiezo con espinas).
67.- Los huevos fritos con patatas (mi plato favorito) los devoro siempre en el mismo orden: primero los huevos, después las patatas. Si altero el orden, el sabor no es el mismo.
68.- No como nada que tenga concha. Me moriré sin saber a qué sabe una ostra.
69.- Me siento de espaldas a la luz. Otro viejo contencioso…
70.- Me gusta cenar en las habitaciones de los hoteles, pero desnudo de cintura para abajo.
71.- Orino antes de entrar a un cine.
72.- Nunca duermo del lado izquierdo. Si lo hago es contra mi voluntad.
73.- Programo mis sueños.
74.- No soporto los pijamas con botones.
75.- Duermo sin pantalón y sin calzoncillo, por principios.
76.- No sé dormir a la derecha de nadie.
77.- Escribo todo lo que sucede a mi alrededor, incluso lo inconfesable.
78.- Mis enemigos tienen una carpeta especial en mi archivo. La titulo “vampiros”.
79.- No presto dinero a los amigos, por amistad.
80.- Desconecto los teléfonos a partir de las 20.30 horas.
81.- Hace años que rompí la amistad con las corbatas.
82.- No uso camisas sin botones en el cuello.
83.- Al entrar en la habitación de un hotel, nada más abrir la maleta, arrojo la parte superior del pijama sobre la almohada, y siempre sobre el lado en el que duermo (derecha de la cama, mirando desde los pies).
84.- En los hoteles extiendo una toalla pequeña en el suelo, al pie del lavabo; otra junto a váter, también en el suelo.
85.- Antes de ducharme consulto la hora.
86.- Al levantarme de la cama lo hago con el pie derecho; introduzco después el anillo que cuelga de mi cuello en el interior del pijama y, por último, bajo el pie que permanecía en el aire y busco la zapatilla izquierda.
87.- En el baño, el orden es igualmente sofocante e inalterable: conecto la radio, hago pis, me lavo los dientes (siempre empezando por la izquierda y durante dos minutos), me afeito, nunca canto, hago de vientre, me limpio con papel de dibujitos, me ducho (empezando por las piernas), me seco (empezando siempre por la cabeza), utilizo el desodorante, la colonia (nunca cambio de colonia), me peino (siempre con un peine rojo), utilizo una gota de colirio para cada ojo (empezando por el derecho, naturalmente) desconecto la radio y apago la luz.
88.- Busco un pañuelo limpio. Siempre lo hago desnudo. Los azules son para días importantes.
89.- El acto de vestirme es otra ceremonia. No puede ser alterado jamás. Empiezo por el calcetín derecho, continúo por el pantalón, la camisa y las zapatillas (si permanezco en casa) o los zapatos (si me dispongo a salir). Por último guardo el pañuelo limpio en el bolsillo derecho del pantalón.
90.- Una vez vestido tomo el pañuelo del día anterior y me sueno tres veces, con gran ruido.
91.- En el cuarto de baño siempre hay cinco rollos de papel higiénico.
92.- Leo el periódico de atrás hacia delante. Jamás leo los deportes.
93.- Camino siempre a la izquierda de las personas, lo más cerca posible del corazón.
94.- Me niego a hablar inglés desde el 11–S.
95.- Jamás duermo en un avión.
96.- Nunca leo las entrevistas que me hacen, por higiene mental.
97.- Paso horas enteras jinotizado frente a los números de los calendarios.
98.- Jamás toco el teclado de un ordenador, por fidelidad a la Olivetti.
99.- No asisto a bodas ni a funerales.
100.- No sé permanecer quieto cuando hablo por un teléfono móvil.
101.- Sé que Dios habla desde el IOI y me paso el día a la caza del numerito. Veo a Dios hasta en las matrículas de los automóviles…
(NOTA).- Bellinte: palabra inventada que resume la belleza e inteligencia de Dios a la hora de crear.